Cuando alguien pregunta por quiénes son las mejores actrices del mundo, casi todos pensamos directamente en Hollywood. Salen los nombres de Meryl Streep, de Frances McDormand, de grandes intérpretes que han regalado grandes papeles. Pero parece que nos olvidamos de las actrices europeas que llevan décadas al pie del cañón y eligiendo papeles arriesgados y diferentes. Reivindicando el cine de autor y entregándose en cada una de sus interpretaciones.
Si valoráramos eso, quizás la corona la ocuparía Isabelle Huppert, la actriz francesa que no sólo ha trabajado con los más grandes, sino que siempre se tira al vacío. Elige los papeles más incómodos, las películas más diferentes. ¿Cuántas actrices de Hollywood hubieran realizado su personaje de Elle?, ¿y el de La pianista? Es una actriz portentosa, enorme. Si alguien lo duda que mire su palmarés. Dos premios de interpretación en Cannes, otros dos en Venecia, uno en Berlín, 16 nominaciones al César, un Globo de Oro y una nominación al Oscar -que se debería haber llevado-.
Y por si fuera poco todavía le quedan ganas de jugar, de divertirse. Es lo que hace en su nueva película Mamá María -que se estrena este viernes-. En ella da vida a una mujer que trabaja de intérprete de árabe con la policía francesa, y que acaba fingiendo ser una gran dama de la droga para ayudar a la mujer que cuida a su madre y a su hijo. Huppert se ríe de sí misma, de todo lo que también representa y vuelve a comerse la pantalla.
Un papel que, como recuerda ella, el director del filme Jean-Paul Salomé, “escribió para mí”. “Antes yo ya había leído el libro, es de una escritora que me gusta mucho, y pensé que este personaje era realista y a la vez profundo e inteligente, con un gran recorrido. Luego ya el director me dijo que quería hacer una película conmigo y cuando leí el guion fue una sorpresa. Es un personaje muy cinematográfico, porque había algo muy visual en la historia que le ocurre. Al mismo tiempo, me interesaba todo lo que gira en torno al personaje, el retrato de una mujer, su evolución a lo largo de la película, la manera de cómo decide lanzarse a esta aventura. El director ha desarrollado muy bien todo ese determinismo familiar, la relación con los padres. Creo que eso está más desarrollado en la película de lo que está en el libro”, cuenta la actriz a EL ESPAÑOL.
Para ella no hay papeles fáciles y siempre busca un nuevo reto, en esta ocasión decidió aprender árabe, algo a lo que quita importancia. “Sí, he aprendido un poco de árabe, con un profesor. No es un desafío, había que aprenderlo y yo encontré la solución. Soy bastante seria, me lo tomé en serio y puse a trabajar”, dice tajante. Elige los mejores papeles, pero dice que no es algo que haga de forma expresa, que ella no elige con esa intención: “No buco nada. En realidad, busco divertirme haciendo películas o hacer películas que me guste hacer y las encuentro. Ya está”.
Mamá María consiguió estrenarse en Francia entre dos confinamientos y tuvo un buen resultado en la taquilla. Huppert no puede esperar a que las salas vuelvan. “Tengo ganas de que abran ya. Lo único que ha funcionado durante la pandemia son los rodajes, yo he participado en muchas de las y ahora tenemos un montón de películas esperando para ser estrenadas. Yo de lo que tengo ganas es de ver películas españolas, es que para mí hay películas fantásticas, como Madre o La isla mínima. Hay cosas fantásticas. Y tenemos en Francia muchas ganas de verlas”, explica la actriz.
Eso esto menos que podemos dar al cine, hacerlo siempre como si fuera la primera vez. El cine es el arte de la improvisación. Es el arte de la metamorfosis también
Viendo su filmografía parece que no le quede nada por hacer, pero ella sí que tiene claro que hay algo que todavía no ha hecho… “Me falta una película española”. ¿Y con quién le gustaría? Hasta en eso Huppert es única y apuesta por dos nombres diferentes. Nada de mentar a Almodóvar: “con Rodrigo Sorogoyen y con el director de La Isla Mínima”.
Además de ser una comedia con una Huppert pletórica, la película también rompe prejuicios en su retrato del narcotráfico y de la gente que ‘trapichea’ para sobrevivir. Una mirada sin prejuicios y sin demonizar a aquellos que no tienen otra salida. Para Huppert el gancho fue “esta cosa tan original de una mujer que acaba metida en el tráfico de drogas de repente, después la manera en la que el director ha adaptado la historia aporta nuevas cosas. Hace un retrato de la ciudad de nuestro días. No sé si es tanto sociología, pero sí transcribe una cierta realidad”.
Una decisión inteligente del director, que en el BCN Film Fest donde se presentó la película se deshizo en elogios ante ella y dijo que se quedaba con la boca abierta cuando aparecía en el rodaje porque tenía la fuerza de una novata, de quien se enfrenta a su primer papel, pero para ella eso es algo que no debería ni cuestionarse; “Eso esto menos que podemos dar al cine, hacerlo siempre como si fuera la primera vez. El cine es el arte de la improvisación en ese sentido más profundo de la palabra. Es el arte de la metamorfosis también. Es el arte de muchas cosas”.