¿Qué ocurre cuando El Rubius apaga la cámara?, ¿alguien se ha preguntado si detrás de la sonrisa de Dulceida tiene un día de perros?, ¿son realmente felices los 'influencers' o han construido una máscara que vende positivismo pero que les impide mostrarse tal y como son? Las redes sociales nos han traído un 'star system' con el que hace una década ni siquiera contábamos. Jóvenes que, con un móvil y las redes sociales muestran su vida y conectan con millones de personas. Mucho más que cualquier artista.
Algo habrá detrás del éxito de estas personas, pero también algo ocurrirá cuando se paga el pilotito rojo y se deja de grabar. No sabemos si tienen malos días, si han dormido regular, si les duele la tripa, si se tiran pedos… Han construido una vida en la que ellos dan una imagen casi idílica mientras la gente aspira a ser como ellos y compra sus mensajes de positivismo de taza de Mr. Wonderful. También generan un odio basado en una superioridad moral del que les ve como ‘freaks’.
Eso es lo que propone la interesante película polaca Sweat, de Magnus von Horn, que llega este viernes a las salas y que cuenta con el sello del pasado Festival de Cannes -que no pudo realizarse por el coronavirus-. Sweat intenta bucear en la intimidad de una joven entrenadora de fitness cuando deja de emitir sus entrenamientos y sus consejos de superación en las redes. Una publicación en la que reconoce que se encuentra sola y llora rompe la aparente perfección de este ídolo de masas.
El director cuenta que la película nace como un reto, como una “provocación” a sí mismo para ver si era capaz de hacer una película sobre este tema y “conectar con la 'influencer'”. “Fue posible. En la superficie creo que tengo muchas diferencias con ese mundo, pero a la vez es un mundo muy interesante porque las 'influencers' provocan muchas reacciones en la sociedad”, cuenta el director a EL ESPAÑOL. Von Horn sigue todo el rato a su protagonista y no la juzga. Incluso intenta entenderla, o incluso darle una coartada. Una soledad y una vida miserable de la que sólo escapa sintiéndose querida por sus 600.000 seguidores.
“Lo cierto es que sobre estas celebrities o 'influencers' lo que hacemos es proyectar nuestras propias miserias y prejuicios, nuestras ideas sobre el mundo. Decidimos si alguien está solo o si es un artificio o si es algo superficial. Eso dice más sobre nosotros que sobre ellas. Esa interacción es muy interesante y está en la película. Lo vemos cuando aparece en la primera escena el personaje y después en la última. Es cierto que el personaje ha sufrido un cambio, pero lo que mostramos es que el espectador se ha dado cuenta de sus propias proyecciones en el personaje”, explica sobre su filme.
Lo cierto es que sobre estas celebrities o 'influencers' lo que hacemos es proyectar nuestras propias miserias y prejuicios, nuestras ideas sobre el mundo
La actriz protagonista, una estupenda Magdalena Kolesnik, cree que la gente necesita ídolos. Gente en la que creer y que no pueden mostrar fisuras para que ellos sigan adelante. “Muestran los prejuicios de la gente, pero también los sueños y las expectativas. Eso es lo que representan estas figuras que, de alguna manera, vienen a cubrir el vacío de esas figuras bíblicas o mitológicas, o incluso los superhéroes o las estrellas, los famosos. Es como una necesidad básica que tiene la gente de proyectar esos arquetipos”, opina.
Una mujer que usa todo el rato frases hechas como “acéptate a ti misma”, mantras que “de tanto usarlos han perdido su significado”, como opina el director que cree que puede que al principio cuando ella la dijera tuviera algún sentido, pero “después caba siendo una frase de un tabloide con un sentido muy capitalista del término. Acepta tu cuerpo y conviértete en producto, parece decir muchas veces. Cambia de sentido radicalmente durante el filme”.
Es curioso que en el mundo de los 'influencers', mientras que los hombres que triunfan son aquellos que juegan desde la silla de su casa a videojuegos, las mujeres de más éxito son las que tienen que ver con el mundo de la belleza y el culto al cuerpo. Una forma de sexualización que el filme también muestra, y que el director cree que en el “universo de las redes sociales hay muchos movimientos que se contradicen, por un lado, tenemos ese mundo de las 'influencers' y el fitness que tiene mensajes de empoderamiento, de ir todas juntas, de aceptarse a una mismo... Pero por otro lado está la idea de vender camisetas, de vender todo y esa idea de empoderamiento puede acabar siendo también fascista. Además está la mirada masculina sobre las mujeres. ¿Dónde están los límites? Es complejo”.
Sweat siempre juega a la ambigüedad, a no juzgar y a que sea el espectador quien vea lo que hay detrás de la máscara, aunque a veces detrás sólo haya otra máscara más, la que ponemos a nuestra familia o a la gente cercana. Puede que incluso la protagonista sea más sincera con sus followers. Las dinámicas han cambiado, y este filme capta bien ese desconcierto ante un mundo que cada día cambia y crea nuevos monstruos y fenómenos.