Ocho películas, nueve premios Goya, un Oscar y uno de los pocos directores cuyo nombre lleva a la gente a las salas. Alejandro Amenábar es una marca que gusta, que da confianza y tranquilidad. Uno sabe que detrás está la mano de aquel niño prodigio que dejó a todos con la puerta abierta con Tesis cuando ni siquiera había acabado la carrera, y que demostró que España podía ser tan potente como Hollywood con Los Otros. Un director capaz de marcar la agenda social con Mar Adentro, que colocó el tema de la eutanasia en el centro del debate, y hasta de reivindicar a una tercera España en su relato de la Guerra Civil con Mientras dure la guerra.
Ahora, con 49 años y mientras pule su primera serie, el Festival de Málaga le ha entregado el premio Málaga Sur por su impecable carrera. Un premio que obliga a mirar al pasado, aunque “no me guste demasiado mirar atrás”. Este año le ha tocado, porque además de este premio se cumplen 25 años de su debut. “Este proceso lo hice hace un par de años, pensando en qué era lo que definía mi carrera para buscar hacia donde voy yo en el futuro, y lo que hay es, por mi parte, un ejercicio de libertad creativa. He hecho siempre la historia que he querido contar, así que destacaría la libertad y la curiosidad”, cuenta el director a EL ESPAÑOL.
Cuando Alejandro Amenábar empezó a despuntar, todos le colocaban el mismo destino, Hollywood. Y aunque haya coqueteado con producciones más grandes, nunca cayó en las redes de superproducciones de encargo. No se arrepiente. “Curiosamente, lo que ha sido el mundo de Hollywood, creo que no ha habido prácticamente ninguna película que haya dicho qué rabia, por qué no la hice. Son proyectos que siento que no habría estado cómodo. Cuando miro atrás a mis películas pues unas me gustan más y otras menos, en algunas ves que te has equivocado y en casi todas ves errores, pero en eso consiste el proceso”, apunta.
En su defensa de la libertad creativa también está la defensa del autor, del creador. Y en eso se cruza con plataformas que priorizan su nombre al del director. Una película de Netflix en vez de una película de Alfonso Cuaron, algo que para Amenábar, “como detalle me parece feo”. “No sé si es que me he quedado en el siglo pasado, pero yo si voy a ver la Capilla Sixtina quiero saber que la pintó Miguel Ángel, y una película como Roma es una película de Alfonso Cuarón, porque no puede ser de otra persona, y cuando la ves anunciada como una película de Netflix y ni se molestan en poner su nombre pues me parece muy feo”.
Al director esto le recuerda a la época de “los grandes estudios, donde mandaban los estudios hasta que el talento creativo empezó a rebelarse, al final se impuso otra cosa que fue el Star Sytem, pero yo espero que los autores reivindiquemos nuestra presencia como creativos y la autoría, porque las películas no son de las corporaciones, las corporaciones financian las películas y las series, pero son de los que las hacemos”, dice con contundencia.
Creo que no ha habido prácticamente ninguna película de Hollywood que haya dicho qué rabia, por qué no la hice
Con su nueva serie vuelve a viajar, de alguna forma, al pasado, como lo hizo con Mientras dure la guerra, y no es el único momento histórico que le interesa aunque no quiera dar muchas pistas de si tanto como para tirar del hilo. “Os digo uno que me interesa aunque sé que va a ser el titular… me interesa mucho la relación entre Lorca, Buñuel y Dalí. Tres chavales que estaban peleándose por destacar en algo y luego fueron un genio en la literatura, en el cine y en la pintura. Tengo curiosidad sobre qué hablarían, y eso es lo que me interesaba”, pero aclara que “no sé a dónde me va a llevar, porque yo voy picando en muchos lados”.
Su primera aventura para la televisión la ha asumido con la misma energía que si fuera una película. “Para mí ha sido lo mismo, pero partiendo de la base que tampoco he intentado hacer algo que no fuera una serie. Es una serie. Una miniserie de 6 capítulos donde he intentado respetar las reglas del juego partiendo de mi ignorancia, porque yo no soy experto en series, ni seriéfilo, pero he hecho la serie que a mí me gustaría ver. Y en el día a día del rodaje ha sido exactamente igual que una película, un rodaje muy largo. Hasta ahora el más largo había sido Agora, que fueron 15 semanas, y el más corto Tesis, que fueron cinco y media, pero este han sido más de cinco meses, así que en un momento fue un terreno desconocido por eso, pero en el día a día fue igual”, cuenta sobre La fortuna.
No descarta hacer otra serie, pero tampoco se lo plantea en esos términos, sino que a él lo que le gusta “es contar historias”. “Esta experiencia ha sido muy gratificante porque he tenido la misma libertad que en Mientras dure la guerra, rodaba al ritmo que considerábamos adecuado. Así que si ruge otra historia que requiera una miniserie lo haría”, eso sí, lo que descarta es una ficción que requiera más espacio: “ Me parece inasumible hacer una serie de larga duración o de varias temporadas, o delegar mi trabajo en otros. Yo tengo que estar presente en cada plano que se hace”.