En los últimos años, Pilar Bardem se convirtió en una celebridad por su incansable activismo político y por ser la matriarca de una saga de actores que llevó el apellido hasta Hollywood. Sería injusto recordarla sólo por eso. Fue, por encima de todo, una gran actriz. Desde los años 60, destacó por sus innumerables trabajos en teatro, cine y televisión. Su historia es también la del cine, el teatro y la televisión española de las últimas seis décadas.
Era la madre de los actores Javier y Carlos Bardem -éste también novelista-, y, a la vez, la continuadora de una saga de artistas. Su padre, Rafael, protagonista de títulos como Historias de la radio o Los ladrones somos gente honrada, fue un actor notable en su época. Su madre, Matilde Muñoz Sampedro, también dejó tras de sí una destacada carrera teatral y cinematográfica, con títulos tan notables como Esa pareja feliz o El último cuplé. Su hermano, Juan Antonio Bardem, fue uno de los grandes del cine español en el siglo XX.
En una familia así, Pilar no podía ser otra cosa que actriz, pese a que ella siempre manifestó que no tenía una especial vocación, que su verdadera vocación era la de madre. De hecho, empezó como modelo de alta costura, y no fue hasta bien entrada la veintena cuando la llamada de la sangre la hizo cambiar la pasarela por el cine. Su carrera fue rápida. Ya en 1965, había intervenido en películas de directores de tanta relevancia como Fernando Fernán Gómez, Luis Lucía o Pedro Masó. Simultaneó el cine con el teatro y con la televisión. Fue una de las actrices habituales de las producciones dramáticas de Estudio 1 de TVE y también participó en series de tanto éxito como El pícaro o Los gozos y las sombras.
La década de los 70 probablemente fue su época más prolífica. Intervino en un sinfín de películas comerciales como Yo soy fulana de tal, de Pedro Lazaga, y en algunos títulos tan elocuentes de Mariano Ozores –en la época conocida como del destape- como La Lola nos lleva el huerto o El reprimido. Pero fue probablemente su papel en La Regenta, de Gonzalo Suárez, el que le dio más prestigio. Durante las siguientes décadas, siguió trabajando de forma frenética, llegando a participar hasta en cuatro películas en un solo año.
En 1995, llegó otro título que volvería a acreditar su prestigio, Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto, de Agustín Díaz Yanes. Su interpretación le valió el Goya a la mejor actriz de reparto en una ceremonia muy especial para los Bardem. Su hijo Javier recibió el premio a mejor protagonista y su sobrino el de mejor cortometraje de ficción.
Le llovieron los papeles. Directores tan reconocidos como Pedro Almodóvar, Juanma Bajo Ulloa, Jaime Chávarri, Vicente Aranda o José Luis García Sánchez la llamaron para intervenir en sus películas viendo que la edad no había disminuido para nada su talento.
Activismo político
Fue en otra noche de los Goya, la de 2003, cuando Pilar Bardem pasó a ser popularmente reconocida por su activismo político. Encabezó el movimiento del mundo del cine bajo el lema de No a la guerra de Irak, en la que España se había implicado. Poco después de la gala, fue invitada, junto a otros actores, al Congreso de los Diputados, donde exhibieron camisetas con el lema antibélico y gritaron diversas consignas. El presidente de la Cámara decidió expulsarlos en medio de un gran escándalo. Desde entonces, Pilar participó en infinidad de protestas de la izquierda y se convirtió en la cabeza visible de lo que sus detractores llamaron el rojerío de los cómicos.
No era nuevo el activismo de Pilar Bardem. Ya en el franquismo se mostró afín al Partido Comunista y fue una activa sindicalista en defensa de los derechos de los actores. Hay quien le atribuye el logro de la función teatral única. Posteriormente respaldó las causas más diversas: la defensa del pueblo saharaui, los derechos de los refugiados, o las campañas Pastillas contra el dolor ajeno o No es sano, contra el acceso universal a los medicamentos.
A Pilar Bardem no le gustaba hablar de su vida privada. Se sabe que no tuvo suerte en su matrimonio. Se casó en 1961 con quien iba a ser el padre de sus cuatro hijos, uno de ellos fallecido al poco de nacer. "Tardé poco en comprender que fue un terrible error", confesó en sus memorias, La Bardem, publicadas en 2005. "Cambió más de 10 veces de empleo y se pasó la mitad de su vida sin dar palo al agua", continúa relatando en el libro, donde además explica que ellas y sus hijos llegaron a pasar hambre. Resultó ser una persona violenta y conflictiva, a quien se atribuye incluso disparó sobre su mujer, a la que sometió a un calvario para conseguir el divorcio. Posteriormente, mantendría relaciones con otros actores, entre ellos Agustín González.
La actriz era una figura muy reconocida en su barrio de El Retiro. Fue cliente habitual del pub Ricardos, en la calle Lope de Rueda, donde en las épocas de crisis -que las tuvo y muchas- en que nadie parecía acordarse de ella para trabajar pasaba horas jugando a las tragaperras o departiendo con otros actores vecinos como Antonio Gamero.
Su voz ronca formaba parte determinante de su férrea personalidad como mujer y como actriz. Probablemente, se debiera a su condición de fumadora empedernida. Mantuvo una lucha implacable contra el cáncer de pulmón, al que acabó venciendo, por lo menos hasta que no pudo superar la crisis respiratoria que le provocó la muerte.
Pilar Bardem nació en Sevilla el 14 de marzo de 1939 y murió en Madrid el 16 de julio de 2021 a los 82 años. Deja tres hijos: Carlos, Javier y Mónica.