La nostalgia arrastra a la industria del entretenimiento desde hace más de una década. La recuperación de franquicias desaparecidas, los 'spin-offs' y las series se convierten en el producto perfecto para una generación con un futuro cada vez más incierto. El pegamento de la nostalgia, aunque sólido a la hora de generar expectación en el público, deja entrever grietas y fracturas tras un examen más detallado.
Space Jam 2: Nuevas leyendas -que llega este viernes a los cines españoles- intenta sobrevivir a esta condición. La fórmula de su primera entrega, con un icónico Michael Jordan en el papel principal y cientos de guiños a personajes y series de Warner, resulta en esta segunda entrega tediosa en sus dos horas de metraje.
La película apuesta por la misma línea argumental en la que Lebron James viajará hasta el universo de los Looney Tunes para entrenar a un caótico equipo de baloncesto. Esta vez competirán contra el malvado Al-G-Ritmo, un malvado algritmo que intentará arrebatar al hijo de James y usarlo para sus propios fines.
El descomunal proyecto hace gala constantemente del amplio catálogo de la productora, aunque sin tiempo para profundizar en sus verdaderos protagonistas. Los Looney Tunes quedan eclipsados constantemente por la avalancha de referencias otros títulos, licuando la historia principal y perdiendo fuerza por el camino.
Lebron James no está a la altura de un Michael Jordan que en 1996 no solo era una superestrella del deporte, sino una imagen y referente internacional cuyo carisma se desbordaba de la pantalla. Los chistes y referencias a la NBA intentan jugar un papel en la amalgama de personajes invitados, unas veces dando en el clavo y otras, de nuevo, quedando relegadas a un segundo plano.
El horro vacui, es quizás la característica más representativa de Space Jam 2. El interés de la película reside en los cameos constantes, en el ¿y ahora qué?, un gag demasiado largo que desvía la atención de lo que se supone que es la catarsis de la película: el partido final de baloncesto.
La última parte condensa durante casi 45 minutos las ideas menos interesantes. Para ser una película de dos horas el desarrollo es sorprendentemente corto en comparación con el peso que estas últimas secuencias acaban teniendo. Los gags no resultan divertidos, la trama es más que previsible y el factor sorpresa queda completamente eclipsado por el sello cómico-familiar que acompaña a la película en todo momento.
Atrás ha quedado el descaro para tomar conciencia en el guion de los pecados de la propia película. Si en Wayne's World, Seth Myers y Dana Carvey dejaron para la posteridad una divertidísima escena en la que ironizaban sobre la presencia de anuncios en la película, aún anunciando productos, Space Jam no llega ni a planteárselo. La película está plagada de marcas, dejando la sensación de que hemos asistido al anuncio más caro y largo de la historia. La caída del Pato Lucas deja el logo de Nike inscrito en la tierra, lo más cercano a un chascarrillo sobre el product placement que llega a plantear la película.
Es imposible no pensar en la situación actual de Hollywood. Todas las grandes productoras se lanzan a crear películas de proporciones bíblicas en las que mezclar personajes de todos los universos posibles, apostando por aquello de "más es más" y descuidando por el camino la forma y guion.
El estreno de Space Jam 2 resulta apresurado por momentos. La polémica surgida con el doblaje de Lola Bunny por la cantante Lola Índigo no rompe con la continuidad de la película pero si destaca chapucera.
Las intervenciones del personaje doblado por Índigo resultan débiles, no solo por la falta de experiencia de la cantante en el terreno del doblaje, sino por el propio diseño de sonido. Las frases de Lola Bunny no suenan en el mismo plano que las del resto de personajes, restándole carisma en cada intervención y amplificando aún más la sensación de amateurismo que desprende el trabajo vocal, a veces inentendible por la cadencia en que se entregan las frases y su entonación.
El resultado final da la sensación de que estamos ante un producto apresurado, repleto de buenas ideas pero que en su forma final no dejan lucir casi ninguna. Sin embargo, Space Jam: Nuevas Leyendas cumple el cometido que se espera de una superproducción como esta y promete ser el taquillazo del verano.
Incluso intentando desmarcarse de la original y generar un sello nuevo en cuanto a intenciones y humor, la película falla en lo que continuación de su precuela se refiere. El tono general de la película juega en los mismos términos pero carece de la personalidad de la original.
Lo único que queda por temer es que Space Jam se pueda convertir en una franquicia más, explotando el tedio y el aburrimiento del pastiche para traernos cada tres años la misma película, interpretada por estrellas de cada vez menos renombre.