Disney busca el negocio en todos los sitios. No le vale con todas las franquicias y sagas que ha ido comprando en los últimos años, como el universo cinematográfico de Marvel o Star Wars, sino que siempre quiere más. Una nueva franquicia que explotar y convertir en un fenómeno en la taquilla. Para ello cualquier cosa vale, hasta una atracción de un parque temático. Como lo oyen, en Disney son capaces de convertir una montaña rusa en un éxito global. Lo van a intentar con Jungle Cruise, que se estrena el próximo 30 de julio en cines y en Disney+ por un precio extra al de la suscripción normal.
Jungle Cruise es el nombre de una de las atracciones más míticas de Disneyland. En ella la gente se monta en un barco que recorre un río que atraviesa una jungla llena de peligros. Desde el estudio han cogido el nombre y esa pequeña premisa para crear una superproducción de acción de corte clásico que ha dirigido el español Jaume Collet-Serra y que protagonizan Emily Blunt y Dwayne Johnson. Lo ideal sería que el filme arrasara y convertirlo en una nueva franquicia. Seguir los pasos de Piratas del Caribe, el caso más paradigmático de una atracción de sus parques temáticos convertida en taquillazo mundial.
En 2003 llegaba esta versión de una de sus ‘montañas rusas’ más carismáticas y queridas. Una barca en la que unas 20 personas se montaban y veían una historia de piradas protagonizada por muñecos animados cobraba vida como un filme con un Johnny Depp desatado que hasta estuvo nominado al Oscar. Gore Verbinski recuperó el espíritu de los filmes de aventuras de toda la vida y arrasó en la taquilla. Más de 600 millones de dólares en todo el mundo y el inicio de una saga que sigue con vida aunque, de momento, estancada en su quinta entrega. Una franquicia que, en total, ha amasado más de 4.500 millones de dólares.
Pero Piratas del Caribe no fue la primera. Aunque pocos lo sepan, en 1997 se estrenó un filme para televisión de nombre La torre del terror, que se emitió dentro de la serie especial El maravilloso mundo de Disney y que se basaba en la atracción Twilight Zone Tower of Terror en la que se cuenta una historia de miedo mientras que los visitantes del parque temático les suben y les dejan caer en una especie de lanzadera. La película la protagonizó Steve Gutemberg y Kirsten Dunst.
Desde Disney confiaban en el pelotazo de Piratas del caribe, y por eso buscaron nuevas oportunidades en atracciones. Se fijaron en las más exitosas y conocidas, como La mansión embrujada, que llegó a los cines sólo unos meses después que el filme de Depp. Un título al servicio de Eddie Murphy, que protagonizaba una comedia familiar con toques de terror, como la esencia de la Mansión original del parque temático, que realmente era para los críos aunque tuviera un puntito de ‘miedo’.
El resultado no fue el esperado. Se gastaron 90 millones en rodarla y en EEUU sólo se lograron 75. En todo el mundo fueron 182 millones. Un resultado muy justo para dar luz verde a una nueva franquicia. No lograron su nuevo Piratas del Caribe igual que tampoco lo consiguieron con Tomorrowland. La película fue una de las grandes apuestas del estudio en 2015. Una epopeya de aventuras y ciencia ficción con George Clooney como protagonista.
Para intentar vincularla a su universo particular le dieron el nombre de uno de los mundos que pueblan sus parques temáticos. Tomorrowland es aquel donde se encuentra la Space Mountain y aquellas atracciones ambientadas en el espacio o en el futuro, y el filme tenía algún guiño a todo aquello, aunque era una aventura independiente que podría haberse llamado de otra forma. Ni con el nombre de Tomorrowland consiguieron enganchar al público. Costó 190 millones de dólares, una barbaridad que ni superó los 100 millones en EEUU y se conformó con 209 en todo el mundo. Uno de los mayores fiascos del estudio.
Aunque estas sean las más populares no son las únicas. Ni siquiera fueron las primeras. En 2002 se estrenó para el mercado doméstico Osos a todo ritmo, que era la adaptación en forma de película del Country Bear Jamboree de Disney World en Orlando, una atracción pensada para los más pequeños y una de las más emblemáticas. No se trata de una montaña rusa, simplemente de un espectáculo en el que durante 20 minutos uno ve a unos animatronics con forma de oso cantando canciones country. Alguien pensó que ahí había una película y se lanzaron a una de las primeras adaptaciones de sus atracciones. Ahora Jungle Cruise quiere recuperar el espíritu de Piratas del Caribe, la taquilla dirá si ese tiempo ya pasó.