A la Albufera valenciana no le han faltado homenajes desde la literatura o las artes plásticas. Los arrozales valencianos han sido testigo del paso del tiempo, desde las marismas que evocaba en Cañas y barro, el novelista Blasco Ibáñez, los reflejos que capturó Sorolla o los años en que se anegaron con la llegada de las discotecas de la Ruta del Bakalao. Durante décadas la presencia del hombre ha drenado los limos hasta dejar solo El lodo, el mismo que llega el 10 de diciembre a las salas españolas, de la mano del director Iñaki Sánchez Arrieta

Paz Vega y Raúl Arévalo se embarcan en un thriller medioambiental, interpretando a un matrimonio que llega al Levante con la esperanza de salvar a la fauna y la flora local de los excesos del hombre y la falta de lluvia. Arévalo encarna a Ricardo, un biólogo que pasó su infancia en la región, aferrándose a su propio pasado con tal de "no hundirse en el lodo", como subraya la sevillana en una entrevista para este periódico junto a su compañero de reparto.

El elenco de 'El lodo' durante la presentación de la película en Madrid. G3 Online

Su protagonista se encuentra con la hostilidad de los jornaleros que ven con recelo su llegada. Cada vez más obstinado, intentará imponer la solución científica a las costumbres de quienes han pasado generaciones labrando la tierra, apegados a otra forma de vida, inmóviles al cambio. Entre ambos mundos, el guarda forestal de la región, Eusebio —interpretado por Joaquín Climent—, tratará de tender puentes entre ambos, poniendo en el centro el interés de las marismas y sufriendo las consecuencias por ambos lados. 

Mientras su marido se hunde cada vez más en las turbulentas aguas del caciquismo local, su mujer se verá arrastrada hacia la soledad de un paisaje inhóspito, cargando con la responsabilidad de cuidar de su hija y de sí misma: "Mi personaje empieza medicada, y cuando deja las pastillas de golpe se desquicia, teme perder el amor de su hija por culpa de su niñera y quedarse sola porque su marido no la escucha". En plena tormenta saldrán a flote los estragos del matrimonio, la sombra de la pérdida que se materializa en las respuestas extremas de sus personajes: "En ese ambiente hostil, lleno de peligro, sale su fuerza para intentar salvarse a sí misma y a su hija".

El cerco de la violencia se irá estrechando más sobre sus protagonistas, arrastrados por la vorágine que la falta de entendimiento arrastra. La actriz hace hincapié la dualidad de tramas en la película: "El conflicto medioambiental es el centro, aunque se sustenta y explica sobre el conflicto personal de ambos personajes. Él es incapaz de dialogar y empatizar, porque no puede hacerlo siquiera con su mujer por los traumas de su pasado".

Papeles cargados de una intensidad que se vivió a uno y otro lado de las cámaras: "Me ayudó mucho lo que vivimos en el lugar. Estábamos en un paraje natural, tan hermoso como jodido y eso da mucho", aclara Raúl Arévalo, quien tuvo que enfrentarse al agotamiento de la vuelta a la normalidad tras la pandemia.

"A la tensión de la Covid, se le añadieron las idas y venidas con otros trabajos entre Madrid y Valencia", detalla el actor que además enfermó de anginas en uno de los momentos álgidos de la película: "Con todo ese meollo, me tocó rodar, por casualidad, escenas en las que el personaje estaba jodido y me vino muy bien".

 

El lodo es el segundo largometraje del director Iñaki Sánchez Arrieta, quien saltó a la palestra en 2019 con Zerø. Tras veinte años en la industria, el realizador conoce bien las vicisitudes del rodaje, poniendo de manifiesto su experiencia como ayudante de dirección. "Cuando grabamos era muy consciente de los tiempos y él era el encargado de meter prisa", indica la actriz, que confiesa que "desde la lectura del guion me emocionó mucho como madre". Un texto que Arrieta había trabajado durante años, imprimiendo "un ritmo que estaba en el texto y al que solo había que ceñirse"

Arévalo añade que, aunque "con cada director es diferente", el valenciano demostró que "tiene las cosas clarísimas, mucho más que otros directores". "En mi caso al principio era difícil entenderlo. Se daban situaciones bastante cómicas entre nosotros. Iñaki lo tenía mucho más claro de lo que lo mostraba. Nos pedía opiniones de las escenas, y yo, que soy un brasas, le respondía con pelos y señales. Cuando terminaba, me respondía: 'Nada, voy a hacer esto'. Me sacaba de quicio", afirma entre risas el actor.

El lodo promete pegarnos a la butaca durante dos horas de metraje. Una historia cargada de tensión que retrata los estragos de la incomunicación, entre la conservación de un paisaje en desaparición y el ansia por amarrar los últimos retales de un matrimonio que también muere. Una película que retrata de forma magistral uno de los rincones más bellos de la geografía española, utilizando a su favor el paisaje para imprimir un carácter único a una trama fascinante.  

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