José Sacristán es la voz del cine español. Un vistazo a su carrera significa revisar la historia del cine español de las últimas seis décadas, y también la historia del cine español. Desde que debutara a mediados de los años 60 ha sido un ejemplo de profesionalidad, compromiso, activismo y memoria. Ha trabajado con los mejores, y ha ayudado a los más jóvenes a despuntar, porque disfruta hablando y discutiendo de cine con las nuevas generaciones.
Quién le iba a decir a aquel niño de Chinchón que se quedó con la boca abierta cuando fue la primera vez al cine que se iba a convertir en una de las leyendas más importantes de nuestro cine. Una leyenda que se agranda este año con el Goya de Honor que le entregará la Academia de Cine el próximo 12 de febrero en Valencia. Mariano Barroso, el presidente de la institución, destacaba en el encuentro del actor con la prensa su “modelo de entrega, de pasión, de ética y de profesionalidad para todos los cineastas jóvenes”.
Sacristán recordaba emocionado que para aquel “crío que vio en Chinchón aquella película y vivía en aquel entorno social y familiar aspirar a ser Tyrone Power era una cosa bastante loca, pero yo lo conseguí gracias a la bondad de aquellas personas y fui construyendo mi vida y haciendo crecer mi propia vocación”. Un niño que iba al cine con un lápiz y apuntaba los nombres de los actores, los guionistas y hasta los directores de fotografía. Una vocación que le ha hecho construir una carrera en la que no se arrepiente de nada. “Me reconozco en todas mis películas, así que ni dios toque el pelo a la memoria de la gente que estuvo conmigo y me ayudó”, avisó.
Nunca ha dejado de trabajar, y antes de actor ya estaba llamando a las puertas para vender libros con el Círculo de Lectores, una experiencia que también le enseñó y le curtió. "Era el año 63", puntualizaba Sacristán ante la prensa y recordó cómo cuando vio aquel anuncio en el diario 'Ya', supo que eso le iba como anillo al dedo. "Lo vi clarísimo que aquello se iba a vender como rosquillas, porque había obras de Baroja, Joyce, Ortega... lo vi claro, y apunté a toda la profesión".
También fue el encargado de convencer a la gente a que se apuntara a una Academia de Cine que ayudó a fundar en 1985. Él fue quien logró que Fernando Fernán Gómez se hiciera miembro. "Me tocó ir a mí a convencerle, le dije que era una plataforma reivindicativa, que seguía el modelo de la francesa, la inglesa... y que eran 5000 pesetas, y me las dio y firmó. Tiempo después sentimos la necesidad de crear la Unión de Actores, y también me tocó ir a Fernando a decirle otra vez que 'esto es reivindicativo, que son cuestiones laborales a resolver...' y que eran 5000 pesetas. Y me las dio y me dijo: 'toma y no fundes nada más', y desde entonces no he fundado nada más".
Este Goya de Honor le ha tocado en un momento "muy feliz porque me pilla trabajando, y la continuidad en el trabajo es la mayor medida del éxito de una profesión como esta en un país como este". Por eso prefiere este premio a aquellos que son compitiendo. "Yo cuando gano me pongo contento y doy las gracias, pero es temerario vivir pendiente de que los demás reconozcan si eres el mejor o no. Lo peor que puede pasarme es que me lo crea, yo sólo estoy pendiente de que siga sonando el teléfono".
Yo cuando gano me pongo contento y doy las gracias, pero es temerario vivir pendiente de que los demás reconozcan si eres el mejor o no. Lo peor que puede pasarme es que me lo crea
Tiene "la suerte, y el privilegio" de que su teléfono ha sonado siempre y la gente "ha considerado mi trabajo lo suficientemente interesante o bueno para seguir contando conmigo". "La cosa que más feliz me hace es participar con los jóvenes, discutir con ellos, hablar con ellos de algo tan formidable como es el amor a este puñetero oficio que, si no lo amas, no hay manera de sobrevivir y permanecer en él. Pobre en este oficio de aquel que piense que ya sabe todo, porque es un aprendizaje permanente", aseveró.
La Academia destacó su ética, y es que José Sacristán nunca ha olvidado de dónde viene y nunca se ha callado para decir lo que opinaba, ya fuera sobre la profesión o sobre lo que ocurría en nuestro país. Tiene claro que esta España no es peor de la que vivió durante el franquismo. "Siempre uso un símil que me gusta mucho, y es que antes ibas al grifo, lo abrías, y lo normal es que no saliera agua, eso era lo normal. No estamos peor, pero no se consiguen alcanzar las cotas de civismo y de sentido común que debería haber".
Una falta de principios que achaca a dos problemas, las peleas en la izquierda y la llegada de Vox: "De un tiempo a esta parte ha aparecido en el panorama político un grupo en el que oigo voces de ecos antiguos que no me gustan nada y que me ponen los pelos de punta, y están ahí porque muchos españoles lo han decidido y quiero pensar en qué medida tiene que ver los puntos en los que la izquierda viene equivocándose en este país. Creo que el panorama actual es que no se consiguen metas por la improcedencia de un sector de la izquierda y el advenimiento de una forma de entender la convivencia que no entiendo".
De un tiempo a esta parte ha aparecido en el panorama político un grupo en el que oigo voces de ecos antiguos que no me gustan nada y que me ponen los pelos de punta
Una ideología que pocas veces le ha provocado problemas, y cómo contó en el encuentro con la prensa, las pocas veces que le granjeó algún enfrentamiento fue con gente afín a él. "Yo nunca he ido cantando la internacional a un rodaje, pero nunca oculté mi forma de pensar, y curiosamente confió en mí la gente del régimen. Mi militancia ha sido de compañera de viaje, porque me ha costado asumir otro tipo de militancia. Sigo en la izquierda, pero nunca he provocado, y lo vuelvo a decir, que nadie le toque un pelo a directores como Sánez de Heredia, porque se portaron fenomenal conmigo", zanjó.
De momento no hay que preocuparse, en la retirada ni piensa, "antes monja", dice con gracia y con esa voz cavernosa que todos conocen: "Mientras no caiga en lo patético y mientras pueda seguir jugando, porque esa es la base, hacer que uno se crea lo imposible, y ese rito tiene que ver con una forma de comunión, fuera del ámbito religioso. Cuando este juego se da... que me siga pasando esto es formidable".
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