Cuando hablamos con Carlota Pereda todavía quedan unas horas para que su primera película, Cerdita, vea la luz en el Festival de Sundance. En sus más de 40 años de historia, la capital mundial del cine independiente ha sido la casilla de salida para las carreras de Tarantino, Nolan, Chazelle, Peele, Soderbergh y tantos otros directores clave en el cine contemporáneo. Pocos españoles han pasado por las montañas de Utah para presentar sus películas. La cineasta, forjada en nuestra televisión en series como Periodistas, El secreto de Puente Viejo y Acacias 38, debería estar en estos momentos en el estado de los mormones para compartir con el mundo una impactante película de terror sobre el bullying que ya ha sido comparada con La matanza de Texas. Desgraciadamente, la variante Omicron provocó en el último momento la cancelación de la edición física del festival.
El espectáculo debe continuar, aunque sea online. Erick Kohn, uno de los críticos más valorados de Estados Unidos, escogió esta adaptación del corto homónimo ganador de un Goya como una de las joyas a seguir en Sundance. “Es una película de terror desconcertante e inmersiva. Presenta a Pereda como una de las nuevas voces más emocionantes del género".
La culpa de todo la tiene Sara, una adolescente para que el verano solo significa tener que soportar las continuas burlas de las otras chicas de su pequeño pueblo. Un día un desconocido llega al pueblo y secuestra a sus acosadoras. Sara debe decidir entre hablar y salvar a las chicas, o no decir nada para proteger al extraño hombre que la ha salvado. El resultado de sus decisiones, y no es una forma hablar, no dejará indiferente a nadie. Estamos en enero y ya está claro que Cerdita está destinada a ser una de las películas españolas más importantes de 2022.
¿Cómo es ese momento en que te comunican que han elegido la película en un festival tan importante como Sundance?
No me lo creía. Me llamó Merry Colomer, mi productora. Yo iba por la calle y me pidió que me sentara. No entendía nada. Mandamos la película sin acabar y sin creer que tuviéramos ninguna posibilidad de que la fueran a coger. Sundance es uno de los festivales que más me han interesado siempre. Tiene algo en las películas que selecciona que tiene que ver mucho con mi sensibilidad y mis gustos, desde Tarantino a Wes Anderson, El proyecto de la bruja de Blair o Mandy. Como no podían decírtelo en persona, los programadores nos llamaron por teléfono para decirnos que les había encantado la película. ¿Sabes lo que pasa? Es que escucho esas cosas y es como si no me pasara a mí. No termino de creérmelo. Es muy raro todo. Tú crees que la película le va a gustar a la gente, pero nunca se sabe. Ayer estuve hablando con una crítica especializada en el cine de género y me dijo que era la película que le hubiera gustado ver cuando era adolescente.
El origen de Cerdita fue la imagen de una niña que se bañaba todas las tardes sola en una piscina. ¿Cómo se acabó transformando en una historia de terror que habla del bullying y de las consecuencias de esa deshumanización?
Nunca llegué a hablar con ella. A mí me gusta hablar de lo que me obsesiona. Siempre quise contar una historia sobre el bullying, y además me encanta el cine de género. Siempre he visto la adolescencia como una historia de terror y sentí que tenía que contar la historia de Cerdita como una historia de terror.
¿Cómo fue el proceso de convertir el corto en una película?
Un amigo que trabajaba como diseñador de vestuario en el corto y que acaba de estrenar la última película de Rodrigo Cortés me dijo durante el rodaje que lo que estaba haciendo en realidad era una película. Y tenía razón. La idea era hacer solo el corto, pero me di cuenta de que ese conflicto que tiene ella al final es lo más interesante de todo. Es un conflicto moral que funciona como eje perfecto para un thriller. Todo thriller es un viaje moral, en cierto sentido. Me pareció tan interesante que no podía alejarme de la idea. Una vez empiezas a rodar, te enamoras de los personajes. Escribí el tratamiento sin saber todavía cómo iba a funcionar el corto. Cuando conocí a Merry, de Morena Films, empezamos a trabajar en ese tratamiento. Esa idea básica es lo que acabó siendo la película de Cerdita, aunque luego le dimos más desarrollo y profundidad. Fue un proceso muy visceral, sin pensar en lo que podía salir de ahí. Lo escribí del tirón y de una forma un poco inconsciente. Vomité la historia.
Las últimas grandes revelaciones de directoras españolas de los últimos años han hecho cine intimista, a veces inspiradas en sus vidas. ¿Siempre tuviste claro que tú querías empezar con una historia de género mucho más salvaje?
Así es como soy yo (ríe). He trabajado mucho en televisión, pero también me buscaba mis propios proyectos porque quería encontrar mi propia voz. Fue en los cortometrajes donde descubrí el tipo de historias que quería contar. Siempre que me ponía a escribir me salían historias de género. Recuerdo ver Memories of Murder, del maestro Bong Joon-ho y darme cuenta de que eso era lo que quería hacer yo, jugar con los géneros, contar historias que se acercan al terror pero hacerlo de una forma realista, hacer algo muy local…
¿Es más difícil encontrar la financiación para una película así que para un drama más costumbrista?
Por supuesto. Es un salto al vacío porque a veces tienes que venderla a base de referentes. “Se parece a este peli, pero luego es más esto otro”. Es un salto al vacío para la gente que invierte. En el caso de Cerdita fue muy importante el apoyo de Merry Colomer. Ella confió en mí y ha sido esencial para poder hacer esta película.
¿Qué aprendiste en los platós de series diarias como El secreto de Puente Viejo o Acacias 38 que te ha servido ahora para en tu debut en el cine?
Es la mili. Tienes que hacer muchísimas páginas al día y sacar la verdad de todas las secuencias. Nos dejamos la piel para que sea lo más especial que podamos y en muy poco tiempo. Esa capacidad de sacrificio y de lucha se queda contigo cuando saltas a un proyecto en cine. Después de hacer 33 páginas diarias con un montón de actores te da una gran escuela. Yo he vivido un Vietnam en las diarias. Una de las cosas que me traje de Acacias 38, por ejemplo, fue a José Pastor, uno de los actores de Cerdita.
Sara es acosada en su pueblo por tener un físico no normativo. Tampoco es habitual ver a actrices como Laura al frente de una película. ¿Crees que es algo político mostrar su cuerpo con esa naturalidad que lo haces en Cerdita?
Para mí todo es político. Un encuadre siempre tiene algo político. Mostrar un cuerpo de una determinada manera es político.
Recuerdo que hace años, cuando se estrenó en Girls, hubo críticas a lo exhibicionista que era. Críticas que no hubieran llegado seguramente si Lena Dunham tuviera un físico como el que solíamos ver en cine y televisión. ¿Crees que mejoramos como sociedad en el tratamiento que hacemos de la gente, y a las mujeres en particular, que se salen de esos márgenes estéticos socialmente aceptados?
Mejoramos, pero muy poco a poco. Se decía mucho que Cerdita era valiente por mostrar esa escena de la protagonista en bikini por la carretera. Toda la vida hemos visto a gente en bikini en el cine, pero claro, como es Laura… “qué valiente”.
La película tenía que construir un villano muy interesante porque es a la vez salvador y verdugo. ¿Cómo fue diseñar al asesino de la historia?
Sin entrar demasiado en spoilers, yo tenía la inspiración de los slashers tradicionales. Para mí era casi más importante lo que el espectador proyectara de él que lo que yo concretara directamente. Con la experiencia del corto descubrí que una de las lecturas más interesantes era lo que la gente veía en él. Me interesó explorar eso y al mismo tiempo la idea del chico mala sexy, ese concepto que tenemos tan metido en la cultura y en las mujeres.
¿Qué crees tú que está pasando con las mujeres y el cine de género para que hayan surgido nombres como Julia Ducorneau, Jennifer Kent o Ana Lily Amirpour en los últimos años?
Creo que las mujeres se acercan al cine de género porque entendemos muy bien lo que es el dolor y lo que es el miedo desde muy pequeñas.
Te has lamentado alguna vez de la poca relevancia que se da a los éxitos del cine español en materia de cortometrajes, con nominaciones a los Oscar, Palma de Oro… ¿Por qué crees que viajan mejor nuestros cortos que nuestras películas?
No lo sé. Puede ser porque las diferencias de presupuesto se notan más en las películas que en los cortometrajes. Es muy difícil conseguir la financiación para contar según qué tipos de historias. Chema García Ibarra estuvo en Sundance con todos sus cortos y el año pasado estuvo en Locarno con Espíritu sagrado. Juanjo Giménez ganó la Palma de Oro con un corto y el año pasado también estuvo en Venecia con Tres. Arantxa Echevarría hizo muchos cortos antes de que la seleccionaran en Cannes con Carmen y Lola. Hay muchísimo talento en el cortometraje español.
¿Te ves haciendo otra historia de género para la segunda película?
Ya estoy buscando financiación para otra película de género. Tiene cosas en común con Cerdita, la visión del género sobre todo, pero se acerca más al terror fantástico. También estoy pendiente de la película basada en mi corto Las rubias, un thriller con toques de comedia sobre la identidad y los prejuicios sobre el físico.
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