Como tantas otras compañeras de generación, Audrey Diwan tuvo que pelear con uñas y dientes para poder sacar adelante su segunda película. La cineasta consiguió a duras penas la financiación para llevar al cine una impactante novela de Annie Ernaux en la que la escritora revive su propio aborto en la conservadora Francia de los años 60. Las inseguridades no se acabaron ahí. “Teníamos una duda que nos obsesionaba. ¿Llegaría a pasarse en algún cine?”, se preguntó durante meses la directora de El acontecimiento. La decisión del jurado presidido por Bong Joon-ho de otorgarle el codiciado León de Oro del Festival de Venecia por delante de maestros como Pedro Almodóvar y Jane Campion le quitó un peso de encima. “Todo el mundo quería ver la película”, celebra orgullosa. Los españoles podrán hacerlo en los cines desde este viernes, 18 de marzo.
Diwan está en Madrid acompañada de su actriz protagonista, Anamaria Vartolomei, para presentar una película que por su propia naturaleza está destinada, en el mejor de los casos, a ser recibida con escepticismo por aquellos situados al otro lado de su espectro ideológico. “Al principio pensé que iba a haber polémica. Por eso tiene mucho cuidado de no dar respuestas. Planteo preguntas, pero no doy respuestas”, explica una mujer que cumplirá 42 años en febrero antes de recordar un incidente en el festival italiano. “En la rueda de prensa en Venecia tenía un periodista que me miraba de forma muy intensa. Sentí que cuando preguntara iba a hacer la pregunta de rigor y así fue. Cogió el micro y dijo Yo estoy en contra del aborto, pero es diferente estar en contra del aborto que asistir al camino que hace esta chica para abortar clandestinamente.
La autora de El acontecimiento no espera que nadie vaya a cambiar de idea con su película. Una parte de la sociedad sigue estando en contra del derecho a decidir de las mujeres, como comprobó en sus propias carnes la directora de Nunca, casi nunca, a veces siempre. Eliza Hittman contaba el pasado año cómo un miembro de la Academia de Hollywood le mandó una nota personal para dejarle claro que no iba a ver ni votar su película porque el aborto estaba en contra de sus creencias religiosas. “No se cambia tan fácilmente de idea, pero sí confío en que la película abra pequeños huecos en los que puede colarse otra idea. Esta película no solo habla sobre el aborto, sino también de la libertad, como la libertad sexual y la libertad intelectual”.
En su salto a la pantalla, hay un cambio clave en la estructura narrativa de la historia de Anne, esa joven y brillante estudiante que descubre que espera un hijo y que nadie parece dispuesta a ayudarle a interrumpir su embarazo no deseado. “Annie Ernaux escribió el libro desde la realidad de los recuerdos y yo quería que la historia fuera desde la realidad del instante. Si hubiera puesto en escena a la escritora, hubiera contado la película a través de un retrovisor hacia el pasado, y yo quería que fuera algo anclado en el momento”, explica Diwan sobre su decisión de eliminar la segunda línea temporal del libro en el que la protagonista revivía desde el presente la traumática y formativa experiencia. “Quería hacer una especie de pasarela de otra época”.
En su aproximación al proceso médico, la cineasta se acerca más a la crudeza de 4 meses, 3 semanas y 2 días, Palma de Oro en Cannes en 2007, que al punto de vista más psicológico e íntimo de la película de Hittman. “Cuando leí el libro me dio la impresión de que era un thriller. Hay un momento en el que Annie Ernaux dice que para la protagonista el tiempo dejó de ser esa sucesión de horas, días, segundos, para convertirse en algo uniforme que estaba larvado dentro de ella. La imagen es bastante terrible y escalofriante”.
“Partí del suspense, pero tenía que añadir algo humano a ese thriller para que no se alejara el espectador y no hacer algo muy frío y artificial”, confiesa en referencia a sus mecanismos para retratar la cuenta atrás contra el tiempo y contra su propio cuerpo en la que se ve atrapada Anne. “Pensé que la mejor forma era no mirarla, sino mirar a través de ella. Me planteé la pregunta: ¿dónde habría mirado yo si me hubiera pasado eso? También decidí nunca apartar la mirada, tener el valor de mirar de frente. Es una película honrada, brutal y cruda, pero nunca traté de ser chocante. La realidad es lo que choca”.
Las nuevas voces femeninas del cine francés vienen fuerte. Meses antes de la victoria de Diwan en Venecia, Julia Ducorneau hacía historia con la segunda Palma de Oro para una mujer en la historia del Festival de Cannes. En la Academia Francesa de Cine la pasión fue mucho menos notoria. Los César dejaron fuera de categoría de Mejor Película a Titane y El acontecimiento se tuvo que contentar con un premio a la Mejor Actriz Revelación para Vartolomei. “Julia y yo hacemos películas algo diferentes, más brutales, mientras que Xavier Giannoli ha hecho algo más... ¿cómo decirlo?... accesible con Las ilusiones perdidas. Lo curioso es que tanto ella como yo hemos estado nominadas a los BAFTA y Giannoli no”, reivindica risueña.
Los números no engañan: han pasado 15 años desde la última vez que el César a la Mejor Película fue para una película dirigida por una mujer: Lady Chatterlay, de Pascale Ferran. “Los avances son lentos y penosos a pesar de lo rápido que va nuestra cultura. Creo que depende más de la naturaleza del proyecto que del género masculino o femenino, aunque eso también cuenta, está claro. El hecho de que haya una mujer detrás puede generar admiración, pero también animadversión, no nos engañemos”, zanja la cineasta.
El último León de Oro es una película inevitablemente política, aunque Diwan insiste en que ella no quería hacer “en absoluto” un manifiesto. “No me gustan y no es lo que he intentado hacer aquí. Yo siempre parto de la base de que lo íntimo siempre lleva a lo político, pero lo que más me interesa es la perspectiva artística dentro de una creación”. La francesa recuerda orgullosa como después de que su premio en Venecia todos los miembros del jurado se acercaron a felicitarla. “Todos me dijeron que lo que les había llamado la atención era la propuesta artística. No tanto el tema como la mirada artística. Eso es algo que te toca. A pesar de que había grandes películas, se fijaron en El acontecimiento”.
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