Olivia Baglivi, la revelación del Festival de Málaga que te obligará a aprenderte su nombre
Hablamos con una de las revelaciones de la 25 edición del festival, una joven actriz que ha estrenado dos películas: 'Libélulas' y 'Las niñas de cristal'.
24 marzo, 2022 09:52Noticias relacionadas
La 25 edición del Festival de Málaga ha estado plagada de revelaciones. Algunas han llegado, gracias a Alcarràs y Canallas, en forma de actores no profesionales. Otras se han labrado el camino hasta que ha llegado la oportunidad que les ponga en el mapa. Es el caso de Olivia Baglivi, una promesa de 27 años que se ha formado en el estudio Corazza como actriz y en la escuela de Víctor Ullate como bailarina clásica.
Ahora esta hija de un artista y una decoradora floral y paisajista se enfrenta a un antes y un después en su carrera: Baglivi protagoniza junto a la supernova Milena Smit Libélulas y forma parte del reparto de Las niñas de cristal, la película de Jota Linares (Animales sin collar) que llegará el 8 de abril a Netflix tras su estreno en la cita andaluza.
En la ópera prima de Luc Knowles es el 50% de la historia de dos amigas sin trabajo ni futuro, Álex y Cata, que han soñado toda la vida con irse del barrio juntas. Las dos saben que se tienen la una a la otra, lo que les ayuda a sobrellevar su realidad. Mientras planean su huida, cada noche la disfrutan como si fuese la última.
Su otro personaje, Ruth, la devuelve directamente a sus raíces en el mundo del ballet para interpretar el personaje de una excepcional bailarina que ha visto en su mejor amiga el precio a pagar de dedicar cuando te obsesionas por intentar alcanzar la perfección. Su apellido siciliano puede poner las cosas difíciles, pero es posible que haya llegado el momento de aprender su nombre: Olivia Baglivi.
Creo que hay una conexión muy bonita entre Libélulas y Las niñas de cristal. Tus dos tramas en la película están relacionadas con la sororidad. Durante muchos años, y todavía se sigue haciendo, la sociedad o la propia ficción tiende a enfrentar a las mujeres. ¿Estás de acuerdo?
Me parece directamente necesario porque además es una realidad: las mujeres estamos ahí apoyándonos. En el caso de Las niñas de cristal me parece muy interesante porque mi personaje Ruth empieza juzgando el comportamiento de la bailarina que interpreta María Pedraza para acabar suponiendo todo lo contrario. Lo que quiero es ofrecerte una mano amiga, te quiero quitar la venda. No soy tu enemiga, estoy tratando de estar contigo. Me parece muy bonito empezar a mostrar que hay referentes en el cine de mujeres que se ayudan, incluso de mujeres que se ayudan y se apoyan no necesariamente llevándose bien, como es el caso de esta película. Cuando es tu amiga, como en Libélulas, tiene más sentido que estén ahí la una para la otra. Por eso me resultó muy interesante Ruth precisamente esto, que diga yo estoy aquí para ayudar y yo a ti no te debo nada porque ni te quiero ni me importas, pero sí puedo apoyarte como mujer y como artista.
Al principio de los créditos aparece la palabra y una definición que viene a decir que son criaturas frágiles y suspendidas en equilibrio. ¿Ves algún paralelismo con la carrera de los actores, sobre todo a los jóvenes que están empezando en un mundo en el que necesitan una validación que viene de fuera?
Pues mira, nunca lo había relacionado con la profesión, pero tienes razón. Sobre todo en este momento concreto de la profesión que es cuando estás arrancando de cara a los demás. A lo mejor tú llevas haciendo tus cosas diez años, pero ahora estás en dos proyectos que tienen visibilidad y por lo tanto la gente te descubre. Yo estoy muy ilusionada y agradecida, pero claro que da angustia. Sientes como que de pronto sucede todo muy rápido y hay veces que no se materializan las cosas. Ahora mismo lo estoy viviendo materializado porque estoy en el Festival de Málaga estrenando dos películas. Lo que viene después…ni idea, porque es tan inestable, que es alucinante. Hay que intentar nutrirse y cubrir las carencias que tiene esta profesión, como la inestabilidad y el no saber. Si puedes, por supuesto, formarte, seguir estudiando, ver teatro, juntarte con gente y hacer obras. Creo que debes intentar encontrar dónde poner tu creatividad, no siempre ponerla cuando te dejen un hueco.
La película habla del desencanto de una generación a la que han educado con la idea de que puede hacer cualquier cosa, y luego las oportunidades no están ahí. ¿Es uno de los temas que tenías en mente haciendo Libélulas?
Me llamó mucho la atención porque creo que también la película cuenta algo que es real y que da lugar a debate y a reflexión. Claro que es importante el entorno en el que te críes. Claro que es importante la educación que tengas. Claro que es importante la herencia familiar. Claro que importante es lo que veas en tu casa. Parece que en el mundo hay oportunidades y nosotros tenemos que salir de nuestra casa sabiendo cogerlas. A lo mejor yo puedo tener la ambición, pero si me han enseñado a hacer las cosas mal, no vale de nada que yo tenga ganas de explorar y de elegir mi destino y de tener oportunidades. Creo que no es desesperanzador, creo que es más bien vamos a ponerle consciencia a esto y vamos a criar bien a nuestros hijos. Es fundamental el desarrollo en la adolescencia.
Libélulas aborda el uso de las drogas en la juventud. También Cardo o Todo lo otro. ¿Qué papel crees que tiene la responsabilidad en la ficción a la hora de retratar la relación de las drogas con las nuevas generaciones?
Creo que es un lugar y un ámbito muy peligroso. Nosotros le dimos muchas vueltas. En este caso, con Libélulas y el caso de Álex y casi todos los personajes, creo que las drogas son una evasión que tiene que ver con no enfrentarse a la realidad que tienes. Son parches. La droga es el parche que se pone y la medicina que se pone Álex para no enfrentarse al trauma que tiene y a obrar todo desde la herida. Es una forma de tapar. Es importante ser conscientes de que las drogas no siempre son ocio. Yo no sé lo que hay que enseñarle a los jóvenes. No tengo ni puta idea, porque no lo sé ni yo, pero si me pongo a reflexionar sobre ello y preparando la película lo traté de hacer, creo que se trata de concienciar que las drogas hay que saber usarlas también. Y que casi siempre su uso es para mal.
¿Qué fue lo que te llevó a Libélulas?
Me gustó que el personaje tuviera circunstancias vitales completamente opuestas a las mías. Me parecía muy interesante meterme en la piel de alguien que vive en un entorno completamente contrario al mío. Y de la propia película, creo que es muy auténtica y tiene mucha alma. Además, yo conocía el trabajo de Luc Knowles y sabía o intuía desde dónde lo quería contar. Me gustaba la honestidad que tiene desde el diálogo hasta el lenguaje de cámara. Cuando recibí el guion, los diálogos me cautivaron. Me pareció sumamente interesante la relación tan tóxica que tiene con las drogas, este parche que ella pone a la herida y al trauma que tiene. También era un reto el tratar de contar un vínculo tan estrecho como el que tienen Cata y Álex, relatar y retratar una amistad de dos personas que se han criado juntas. Creo que eso tiene que dotarse de una sutileza y un lenguaje físico muy interesante de construir.
Ya habías trabajado con Luc en un videoclip. Libélulas es una película donde la música es muy importante. ¿Trabajaba con eso desde el rodaje o es un proceso que nació en la postproducción?
Milena y yo cantamos en la película una canción (El cementerio donde vivo) que ha sido como un mantra para nosotras. De hecho, hemos tirado de él hasta cuando queríamos concentrarnos. A veces nos mirábamos y nos poníamos a cantar la canción o para crear una situación de risas y relax. Algunas canciones que suenan en la película ya estaban presentes en el rodaje, y otras no. También hay músicas que no están en la película y con las que hemos trabajado desde el día 1. Teníamos una lista en Spotify llamada “Cata y Álex” y era muy divertido trabajar con eso.
Tú vienes del mundo del ballet. ¿Cómo ha sido volver a bailar para Las niñas de cristal?
Fue un reto. Yo bailé durante muchos años, pero sí que es cierto que hubo un momento en mi vida en el que decidí ponerle toda mi energía a la interpretación y además tuve un problema de espalda llamado escoliosis. Dejé de bailar de manera profesional y pasé a hacerlo como hobby muy intermitentemente. Cuando me llegó el casting de la película, evidentemente, le eché riesgo y me apunté al casting. Yo creía que estaba muy lejos de que me lo dieran, porque el personaje era la mejor bailarina de la compañía y en la película no tenemos dobles. Bailamos todo el rato nosotras. Llegué al set con mucho respeto, pero tuve la suerte de estar rodeada de grandes: Antonio Ruiz y Begoña Quiñones han estado mano a mano con nosotros. Hemos estado bailando con bailarines profesionales espectaculares y nos han ayudado mucho. Yo sentía que necesitaba un plus de horas y no he estado sola en esas horas extras. Ha sido precioso que el cine me devuelva a mi anterior pasión. Ha sido un regalo.
¿Qué te han enseñado todos esos años en el ballet para tu carrera como actriz?
Hay un tópico, pero que es sumamente real, que habla de la disciplina y la cordura mental. Yo soy una persona impulsiva, intuitiva y muy visceral, pero pese a eso creo que tengo bastante consciencia mental. Son cosas que yo no sabía que estaba aprendiendo cuando hacía danza porque era muchísimo más joven. Ahora creo que son rasgos de mi personalidad y que probablemente tengan que ver con la danza. Esa disciplina y el tratar de encontrar una constancia. Por ejemplo, en el mundo de la interpretación no la hay, no, en el ballet sí. Por eso quizás he arrastrado esta idea de si no tengo trabajo, me lo busco. Si no tengo trabajo, me formo más. Quizás me viene también de ahí.
En la película el personaje de Mona Martínez, la directora de la compañía, dice que el arte debe ser una obsesión. ¿Estás de acuerdo?
Depende de la obsesión de la que estemos hablando y el tipo de obsesión de la que estamos hablando. Entiendo a lo que se refiere, porque hasta cierto punto yo estoy obsesionada no con mi trabajo, pero sí para mí lo que significa y lo que siento cuando hago mi trabajo. Creo que sí que exige de una consciencia y una perseverancia, precisamente por la inestabilidad de la profesión. La palabra obsesión tiene connotaciones muy negativas. Si la palabra obsesión tiene dentro otras palabras que creo que serían más la perseverancia o la pasión… en ese caso sí.
Todos tenemos nuestros propios condicionamientos. Tú vienes de una familia en la que había artistas. ¿Crees que eso ha marcado tu camino?
Sin lugar a dudas he crecido. Mi padre era pintor y actor. Ya no sólo por ser actor, porque él también me ha enseñado de literatura y de un mogollón de cosas de la forma más natural del mundo. A mí me gusta la literatura desde pequeñita porque en mi casa era una parte del ocio. Nadie me decía que tenía que leer. Me parecía divertido hacerlo y no me suponía una obligación. Todo depende de a qué expongas a tus hijos también. Mi padre también es un tipo muy peculiar y está como rodeado de fantasía. Creo que al final todo esto acaba calando en un niño.
Tras muchos años trabajando y formándote en esto, de diferentes formas, da la casualidad de que tienes dos películas en Málaga. ¿Cómo te enfrentas a eso?
Ha sucedido de una forma tan natural. Venir a estrenar las películas como actriz suena así, pero yo vengo a estrenar las películas con mis equipos y con mis compis. Tengo muchos compañeros para los que han supuesto exactamente lo mismo que para mí, que se encuentran en un momento. Qué heavy, lo hemos conseguido. Entonces no me siento sola, me siento acompañada en todo esto y estoy con mucha ilusión real y muy agradecida, tratando de aprender y de absorber como una esponja cómo funciona todo.
Durante años se ansía que llegue una oportunidad. Ahora que ha llegado, ¿qué te gustaría que te trajera eso?
Creo que hay una verdad absoluta y aplastante que es que a partir de hoy voy a tener la suerte de que la gente vea cómo trabajo. Porque es básicamente eso, que la gente vea cómo trabajas. Habrá a quien le guste y a quien no le guste. Confío en que me traiga más trabajo. Eso es todo lo que quiero: rodar, hacer teatro y trabajar.
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