Aunque por suerte la representación LGTBQ+ cada vez enriquece más nuestras pantallas, lo cierto es que la parte sáfica del mismo colectivo tiene que conformarse con el hastío y la desesperación, aferrándose a un personaje secundario de alguna película o serie que, con suerte, no cancelaran. Por eso hemos pillado, en parte, tan a deseo Sangre en los labios, la nueva película que protagoniza Kristen Stewart, uno de los referentes queer por excelencia.
Originalmente titulada Love Lies Bleeding, la película retrata la electrizante historia de amor y venganza de Lou (Kristen Stewart), una solitaria gerente de gimnasio, y Jackie (Katy O’Brian), una recién llegada a Las Vegas que tiene el sueño de ser culturista profesional. Como si se tratara de una frenética reacción en cadena, la pasión que surge entre ambas las empuja hacia la violenta espiral de crímenes que esconde la familia de Lou.
Se trata de la última película de Rose Glass, una directora que nos deslumbró con su primer proyecto Saint Maud (2019) y que ahora regresa a lo grande con un thriller que traspasa todas las convenciones de las películas estereotípicamente masculinas. Aunque a diferencia de las que fundaron este género, el caso de Sangre en los labios no expulsa, sino que acoge al público femenino del patio de butacas.
Después de presentar el contexto, el entorno y a las protagonistas, la irremediable atracción que surge entre ambas con solo mirarse acaba volviéndose más y más fuerte. Es como si la directora estuviera buscando interpelar a todos los que nos emocionó y destruyó por dentro Retrato de una mujer en llamas, y, en especial, a los que llevamos años buscando una película con una representación queer macarra y explícita que deje de hacer de nuestra identidad y sexualidad una desgarradora tragedia. Si era esa la intención, la verdad es que ha dado en el clavo.
No obstante, aunque sí que sea un verdadero deleite encontrar historias en las que te ves representado o que incluso tienen los ingredientes necesarios para que parezcan estar hechas a tu medida, Sangre en los labios no rehúye de ser un gran thriller de venganza y muy sangriento que pueden disfrutar todo tipo de públicos. Y que además tiene tiempo para realizar un pequeño estudio de las masculinidades, reflexionar sobre cómo nos puede influir la dependencia emocional o hasta dónde llegan los límites del abuso de poder.
Este último lo ejerce el padre de Lou, a quien interpreta de forma brillante Ed Harris, acostumbrado a dar vida a villanos siniestros pero capaces de despertar cierta simpatía -en este caso por no ser, además de un psicópata, homófobo-.
Y qué decir del dúo protagonista que no se haya hecho ya. Kristen Stewart es un icono generacional -especialmente para el colectivo LGTBIQ+-, y si alguien se olvida, Rose Glass nos lo recuerda, enmarcando a la actriz en varias secuencias meramente contemplativas. Aunque lo cierto es que merece la pena observar detenidamente su expresión corporal, que comunicar casi tanto o más que cualquier línea de diálogo que pronuncia en escena.
[Las 10 mejores películas de 2024, hasta ahora]
Y Katy O'Brian es todo un descubrimiento, capaz de complementarse a la perfección con su compañera y de decir a través de la mirada o incluso la respiración. Entre las escenas más destacadas está la del concurso en el que participa, tan emocionante como cualquier secuencia de acción.
Sin embargo, Sangre en los labios va más allá de centrarse en la intensa relación que surge entre estas dos mujeres -y también puede ser un thriller de venganza como Thelma y Louise o tener la misma chispa irónica y el sello inconfundible del cine policiaco de los hermanos Cohen-.
Se trata de una película queer en todos los sentidos de la palabra, porque cuestiona todos los límites de lo normativo sin cortarse y desde el prisma estético hasta lo moral. El amor que surge entre Lou y Jackie tiene una fuerza tan grande y liberadora que va más allá de lo físico y lo corporal. Puede que por eso su final sea tan catártico.
Ojalá sigan llegando más películas tan macarras, divertidas y queer como esta. Las seguiremos recibiendo con los brazos abiertos.