Por mucho que quieran alcanzar la gloria en el Coliseo, muchas veces es el emperador quien decide quién vive o muere en la arena. Así se narró en Gladiator y también se ha mostrado en su esperadísima secuela Gladiator II, en la que dos nuevos emperadores toman el relevo de Cómodo, aquel narcisista despiadado al que interpretó Joaquín Phoenix. Y que, por cierto, están igual de desquiciados.
Se trata de Caracalla (Fred Hechinger) y Geta (Joseph Quinn), dos hermanos que gobiernan desde la ciudad de Roma, y que están basados en personas que existieron en realidad.
En Gladiator II se retoma la historia dos décadas después del final del primer filme y se cuenta la historia de Lucio Vero 'Lucius' (Paul Mescal), el sobrino del emperador Cómodo e hijo de Lucila (Connie Nielsen), a quien salvó Maximus, cuando se adentra en el mundo del combate de gladiadores.
El nieto del antiguo emperador de Roma Marco Aurelio e hijo de Lucilla, con quien no tiene relación desde hace 15 años, vive ahora con su mujer y su hijo en Numidia Lucio, y aún recuerda el día en el que vio a su héroe de la infancia desafiar a todo un imperio desde la arena.
La historia comienza cuando los soldados romanos, dirigidos por el general Marco Acacio (Pedro Pascal), que se formó con Maximus, invaden el país y obligan a Lucio a convertirse en esclavo.
Inspirado por la historia de Máximus, Lucio decide luchar como gladiador bajo la tutela de Macrino (Denzel Washington), un antiguo esclavo que se opone al gobierno de los jóvenes emperadores Caracalla y Geta, mantiene un establo de gladiadores y trabaja como traficante de armas, al tiempo que proporciona alimentos y petróleo a los ejércitos de Europa.
Dos emperadores
La idea de que el gobierno de Roma estuviera formado por más de una persona no es tan descabellada. De hecho, en realidad, durante el periodo de la República, por ejemplo, hubo dos triunviratos: el de César, Pompeyo y Craso, y después el de Octavio -también conocido como Augusto-, Marco Antonio y Lépido. Y también, en la época del Imperio y durante su declive, era algo recurrente que gobernaran dos personas.
Es más, teniendo en cuenta que era algo que solía ocurrir al final de este periodo mencionado, Caracalla y Geta son un símbolo en sí mismos de la decadencia de Roma, que en sus últimos años experimentó una gran inestabilidad.
En un momento concreto, y después de cerrar un año en el que hubo hasta cinco líderes diferentes, el emperador Severo logró alcanzar cierta paz en el Imperio y, en el año 198 d. C., nombró a su hijo mayor, Caracalla, coemperador junto a él. Unos años más tarde, en el 209 d. C., Geta también fue nombrado coemperador, comenzando así la llamada dinastía Severa.
Sin embargo, Caracalla y Geta no se llevaban nada bien y no solo su gobierno duró menos de un año, sino que además sus historias terminaron de una forma bastante trágica, por lo que la mayoría de los miembros de esta dinastía terminaron siendo en realidad familiares de Julia Domna, que era la esposa de Severo y la madre de ambos.
El declive
Los hechos reales en los que se basan los personajes de la película cuentan que, tan pronto como falleció Severo, Caracalla y Geta dejaron de compartir la misma habitación sin que estuviera presente su madre, Julia Domna, o sus propios guardias. Ambos vivían con el miedo constante de que uno mandara asesinar al otro y esta paranoia era tan grande que incluso el palacio imperial se dividió en dos secciones para que no tuvieran que verse ni interactuar entre ellos.
También se cuenta que decidieron dividir el imperio en dos, pero que su madre les convenció de lo contrario, aunque finalmente el Imperio Romano acabara dividiéndose de todas formas un siglo después por otras causas diferentes.
Llegó un momento en el que Caracalla le pidió a su madre que organizara una reunión para negociar la paz entre él y Geta. Era la única forma de ver a Geta sin que sus guardias estuvieran delante, aunque no se pudo evitar lo inevitable.
Nadie sabe con certeza si Caracalla mató a Geta él mismo o hizo que otra persona lo asesinara, pero se sabe que Geta murió en los brazos de su madre porque es una escena que ha sido retratada en múltiples obras de arte a lo largo de la historia por artistas como Jacques Louis David o Edward Francis Burney, entre otros.
Sin embargo, la historia de Caracalla no terminó ahí. Después de matar a Geta, también ordenó una damnatio memoriae contra él, que significa que todos los registros y el rastro que había dejado su hermano debían ser purgados. Miles de soldados, políticos e incluso civiles que estaban relacionados con Geta fueron asesinados, y su rostro incluso fue borrado del Tondo Severano, una famosa representación artística que había de la dinastía Severa.