Imaginad: Hollywood, 1985. NBC emitió el piloto de una comedia en la que Blanche, Rose, Dorothy, y su madre, Sophia Petrillo, vivían juntas en una casa de Miami. 25 millones de espectadores siguieron el episodio. Han pasado más de 37 años desde aquel sábado de septiembre, y las conversaciones de Las chicas de oro siguen siendo hoy mucho más modernas y transgresoras que el reciente estreno de And Just Like That, el regreso de Sexo en Nueva York.
Este texto no es una crítica en contra de la serie protagonizada por Sarah-Jessica Parker, que se enfrenta a otros retos. La comparación, sin embargo, es inevitable no solo por su coincidencia en el calendario de estrenos sino porque, aunque no lo parezca, la edad de las protagonistas (con excepción de Sophia) es similar en ambas series. Puede que las chicas de Nueva York se vean más glamurosas y jóvenes, pero las de Miami disfrutan de un espíritu independiente y progresista envidiable. Este texto es un homenaje a una comedia multicámara clásica que fue rompedora en su momento y sería rompedora en 2022.
Su primer logro fue demostrar que el público tenía interés en seguir la historia de esas cuatro mujeres mayores, una tarea que continúa siendo ardua más de tres décadas después, cuando sigue vivo el mito de que las historias de mujeres no interesan al gran público. Y esto se logró sin necesidad de asignarles a los personajes un trabajo glamuroso ni un estilo de vida fuera de lo común; con el talento de sus protagonistas y buenos guiones, se demostró que escucharlas hablar mientras compartían tarta de queso en la cocina era suficiente. Los temas de los que hablaron iban de las absurdas anécdotas de la infancia de Rose a la loca juventud de Sophia en Sicilia o las múltiples conquistas de Blanche.
También hubo espacio para otros como la homosexualidad, el estigma del VIH, la menopausia, el suicidio, la adicción, depresión, prejuicios raciales o políticas de inmigración. 25 años antes de que se legalizara en Estados Unidos, la serie defendió el matrimonio entre parejas de mismo sexo. Temas sociales a cuyo desarrollo probablemente haríamos algunos apuntes con la mirada de hoy, pero que fueron transgresores en su momento, y darles visibilidad en prime time ante millones de espectadores tuvo un impacto positivo.
Y, por supuesto, se habló del sexo. Mucho. Las chicas de oro eran una divorciada y tres viudas (una de ellas de 80 años) que seguían disfrutando plenamente de las relaciones sexuales sin ningún tipo de pudor ni complejos. Juntas desafiaron el puritanismo de la administración Reagan cada sábado por la noche durante siete temporadas, porque la vida compartida con esa familia elegida que son nuestras amigas es siempre una fiesta.
Una fiesta en la que disfrutaremos reconociendo rostros en la pantalla, porque por la serie pasaron estrellas del futuro como Quentin Tarantino o George Clooney, actores de Hollywood como Burt Reynolds, Debbie Reynolds, Leslie Nielsen o Dick Van Dyke y artistas famosos en la época como Julio Iglesias. Y nos reiremos con las constantes referencias a la cultura popular del momento, porque en ese aspecto la serie se siente muy contemporánea.
Pero por encima de todo, Las chicas de oro es una comedia divertidísima. Rue McClanahan, Betty White, Bea Arthur, Estelle Getty recibieron cada una un Emmy por su interpretación, la química entre las cuatro es un espectáculo, como lo es su talento desbordante. Los guiones supieron aprovecharlo explotando lo que hacía especial a sus personajes con líneas de diálogos que os harán escupir el café de la risa. Disfrutad de sus 180 episodios con un trozo de tarta de queso y nunca os saltéis la sintonía. Y hacedlo al ritmo que prefiráis ahora que tenemos la suerte de verla por primera vez en España bajo demanda.
'Las chicas de oro' está disponible al completo en Disney+.
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