En medio de un contexto sociopolítico muy triste y complejo, Disney ayudó a la gente a pensar en otra cosa que no fuera la Segunda Guerra Mundial y estrenó en los cines en 1940 Pinocho, su segunda película animada después del clásico Blancanieves y los siete enanitos (1937).
Basada en el relato original de Carlo Collodi, Pinocho causó verdadero pavor entre el público en un primer momento, pero también ayudó a construir la base sólida de Walt Disney, considerado como el gran cuentacuentos por excelencia. Desde que se estrenó el largometraje animado, la misma historia ha cosechado innumerables adaptaciones, como la magnífica versión de Matteo Garrone (2019), la interpretación del cuento de Guillermo del Toro que veremos en diciembre de este mismo año, o la de Robert Zemeckis, que llega hoy a Disney+.
En esta última nos reencontramos con el carpintero Geppetto (Tom Hanks), que encerrado en su tienda, vive una vida algo triste y solitaria. Su rutina consiste en escuchar el interminable tictac de los relojes que él mismo fabrica y fabricar una marioneta de madera de pino a la que llamará Pinocho. Una noche, el anciano pide el deseo de que el muñeco se convierta en un niño de verdad y el Hada Azul lo hace realidad, dando vida a la marioneta, que junto a su conciencia Pepito grillo, deberá alejarse de los peligros y las tentaciones que existen en el mundo exterior.
A diferencia de las visiones del cuento que han aportado otros cineastas, Zemeckis decide ceñirse al material original, calcando al milímetro la película estrenada hace más de ochenta años y sin dejar una huella personal y propia en su versión. Y es una pena que la idea tomase ese camino tan poco innovador, porque aunque la nostalgia sea atemporal y todos recordemos con cariño nuestra infancia, a cualquier niño le acaba cansando que le lean siempre el mismo cuento antes de dormir, por mucho que sea en acción real o que incluya efectos especiales más modernos.
El Pinocho de Zemeckis llega a funcionar en un primer momento y nos hace sentir como en casa desde que entramos en casa de Geppetto, al que da vida Tom Hanks con mucho esmero. El actor será el que evite que la película acabe yéndose a la deriva y es digno reconocer el gran trabajo que hace, logrando mantenerse firme aunque le hayan abandonado en medio de un croma gigante y unos personajes animados por ordenador.
De hecho, él es el pilar sobre el que se sostiene la película y aunque el viento sople en su contra, nos convence con el papel de un hombre que ha perdido a su hijo y carga sobre sus hombros el peso de una película hecha a partir de parches digitales y animación en 3D.
Desde que a Collodi se le ocurrió hablar del amor, la pérdida y la mentira en 1883, hemos visto al menos 65 adaptaciones de lo mismo y aunque ya fueran suficientes -veremos qué ocurre con la versión de Guillermo del Toro-, Disney ha escogido Pinocho como su siguiente película de acción real. Sin embargo, aunque la compañía y productora crea que ha encontrado una nueva llave mágica del éxito, lo único que consigue con dar vida digitalmente a los personajes que fascinan a los niños es agotar la magia que desprendían, convirtiéndoles en juguetes espectaculares y muy realistas, pero que han dejado de tener alma.
'Pinocho' ya está disponible en Disney+.