Más vale tarde que nunca. Meses después de su emisión en Estados Unidos, pero ya renovada por una segunda temporada, por fin llega a España The Bear, la serie de FX que revolucionó a crítica y público en su estreno al inicio de verano, una entretenida, emocionante e intensa dramedia ambientada en un bar de bocatas que conquista inmediatamente a la audiencia con episodios de solo 30 minutos, uno de ellos rodado casi íntegramente en plano secuencia.
Cuando cada semana se estrenan tantas series y después de haber visto muchas de las consideradas de culto, es normal sentir escepticismo al leer en la prensa titulares grandilocuentes con afirmaciones hiperbólicas como "la mejor serie", que de tanto usarlas ya han perdido su significado y valor. Más aún si, como en este caso, la serie está protagonizada por un plantel de actores en su mayoría desconocido y es el primer proyecto de su creador y director. No será para tanto, diréis. En este caso lo es.
The Bear (título que no adquirirá sentido hasta el último minuto) cuenta la historia de Carmy Berzatto, un chef de alta cocina en uno de los más exclusivos restaurantes de Nueva York, que regresa a su Chicago natal para hacerse cargo del bar de bocadillos de su familia después de la muerte de su hermano. Mientras lidia con el duelo, Carmy tendrá que encontrar equilibrio entre las dificultades que supone ser propietario de un pequeño negocio endeudado, un equipo de cocineros que rechaza todo lo que representa y sus tensas relaciones familiares.
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El elenco: amor a primera vista
Jeremy Allen White, en el papel principal, es el rostro más reconocible del plantel protagonista, un actor que demostró su talento en Shameless, y que aquí se consagra con una interpretación contenida y llena de matices, con las emociones siempre a flor de piel.
Junto a él, como la pequeña y disfuncional familia que conforman los trabajadores del restaurante brillan con la misma intensidad Ebon Moss-Bachrach (The Dropout, Girls), Ayo Edebiri (Dickinson), Lionel Boyce (Hap and Leonard), Liza Colón-Zayas (En terapia), and Abby Elliott (Saturday Night Live). El elenco se completa con las apariciones especiales de actores como Oliver Platt, Joel McHale, Molly Ringwald y Jon Bernthal, cuyos papeles en la historia no vamos a revelar.
Captura la vida en una cocina profesional
En su primera serie como creador, Christopher Storer (director de episodios en Dickinson, Ramy) firma una historia inteligente, entretenida, cruda, tensa y emotiva, pero no sentimental. Las dinámicas de los personajes dentro de la pequeña cocina del bar transmiten claustrofobia, ansiedad, y una constante presión, pero, sobre todo, una sensación de realismo. Independientemente de que el espectador haya estado alguna vez en la cocina de un restaurante, con la serie le queda la sensación de que está viendo la vida ocurrir en directo.
La forma en la que se comunican, se mueven y se desempeñan los personajes ante los fogones es orgánica y naturalista, algo que se consiguió porque se prepararon estudiando y haciendo prácticas en restaurantes, y porque el equipo cuenta con la asesoría permanente de Courtney Storer (hermana del creador), una chef profesional, como productora culinaria. Toda la comida que se ve en plano o de fondo está siendo tratada y cocinada de forma real.
Realismo, surrealismo y melancolía
Además del sentimiento de urgencia constante que exige la naturaleza del trabajo de los protagonistas, la serie también incorpora un tono surrealista estilizado para explorar momentos oníricos o ataques de pánico o ansiedad.
También transmite melancolía a través de la exploración de sueños frustrados, anhelos no reconocidos, la incapacidad de comunicarse, la superación del duelo y las dificultades de sacar a flote un negocio familiar en la adversa economía actual que hace que todo intento de nadar siempre sea a contracorriente.
El protagonista no es un genio torturado
Si habéis leído alguna vez biografías de chefs famosos o visto documentales sobre restaurantes, sabréis que por las eternas jornadas de trabajo y la presión a la que están sometidos, suele existir una cultura de adicción y masculinidad tóxica asociada a la imagen del genio incomprendido y torturado.
Este no es el caso de Carmy en The Bear. El personaje fue considerado un genio en su anterior trabajo, en el punto en el que lo conocemos está superando una pérdida traumática y su entorno lo somete a una presión casi insoportable, pero no actúa con la violencia verbal, psicológica y física que se asocia con este tipo de figuras: trata a todas las personas con respeto.
Se puede ver en cuatro horas
Los primeros episodios empiezan con la acción en marcha y no dan tregua a la audiencia para aclimatarse. Por diseño, no hay tiempo para la exposición y hay que ir cogiendo la información al vuelo de quiénes son esas personas, cómo han llegado allí y cómo se sienten al respecto.
La primera temporada tiene ocho episodios de media hora, por lo que podría verse completa en una tarde. Sin embargo, y a pesar de que ese sea vuestro instinto, porque es buena y engancha, es mejor no verla del tirón. Podéis hacer lo que queráis, faltaría más, pero por momentos puede llegar a ser tan claustrofóbica y tensa, que será vuestro propio cuerpo el que os pida una pausa.
Especialmente, después del séptimo episodio, que tiene un plano secuencia dentro de la cocina de casi 20 minutos que os dejará sin aliento. Y el final de temporada, como los mejores postres, os dejará con muchas ganas de volver a The Bear para la segunda.
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'The Bear' está disponible en Disney+