Quién fue Lucrecia Pérez, la mujer negra e inmigrante que fue víctima del primer crimen racista en España
Los creadores de la docuserie de Disney+ 'Lucrecia: un crimen de odio' hablaron con EL ESPAÑOL sobre cómo se movilizó la sociedad española.
28 junio, 2024 11:42Treinta y dos años después de que tuviera lugar el asesinato de Lucrecia Pérez, Disney+ estrena una serie documental que recopila los sucesos que rodearon al que fue considerado como el primer crimen racista ocurrido en España. Se trata de Lucrecia: Un crimen de odio, una producción de cuatro episodios creada por David Cabrera (Six Dreams, El Pionero) y Garbiñe Armentia (Muerte en León. Caso Cerrado, Six Dreams).
Lucrecia Pérez era una mujer que decidió dejar atrás a su familia y toda su vida en República Dominicana para buscar un futuro más esperanzador en España. Aquí encontró un trabajo como empleada del hogar y una comunidad de personas que la acogió, pero también se vio obligada a vivir en unas condiciones muy precarias y que prácticamente rozaban la indigencia.
El lugar donde vivía junto a otras personas en su misma situación eran las ruinas de una discoteca de Madrid. Este sería el sitio donde sería asesinada a tiros por un agente de la Guardia Civil en el año 1992, en colaboración con dos jóvenes de un grupo de neonazis. Su historia conmocionó a la sociedad española y provocó una reacción social sin precedentes, que contrastaba con la imagen de país moderno y democrático que España estaba proyectando al mundo con las Olimpiadas de Barcelona y la Expo’92 celebrada en Sevilla.
Tres décadas después, la historia de Lucrecia Pérez se convierte en un viaje a las raíces del odio, profundizando en el germen de un crimen. Un relato emocionante con material de archivo inédito y testimonios en primera persona del crimen que pasó a la historia como el primer asesinato racista de España.
Los creadores de esta docuserie charlaron con SERIES & MÁS | EL ESPAÑOL sobre los objetivos que se marcaron al inicio del proyecto, cómo fue trazar el perfil de Lucrecia Pérez, y comentaron también qué fue lo que más les sorprendió y qué descubrieron durante la fase de documentación.
¿Cuál fue el objetivo que os marcasteis al inicio? ¿Buscabais un discurso más bien divulgativo o queríais remover algo en el espectador?
Garbiñe Armentia: Nuestro objetivo era contar una historia con una convicción absoluta de que las historias, los relatos que nosotros contamos desde siempre tienen la capacidad de ser reveladores, de hablarnos, de que comprendamos un poco mejor el mundo en el que vivimos y que nos permitan empatizar con personas que viven realidades completamente diferentes a las nuestras.
Nuestra voluntad era contar esta historia. Nos parecía que era significativa y que podía hablarnos también de nuestro presente, pero después quisimos centrarnos en contarla bien y traer de la mano al espectador, que quisiera viajar con nosotros a lo largo de los cuatro episodios.
David Cabrera: Eso es lo que tienen en común el cine documental y el cine de ficción. Cuando eliges una historia es porque crees que tienen la capacidad de conmover de algún modo a tu audiencia, porque puede tener una trascendencia, le puede emocionar, indignar... Hay algo ese viaje. Y esta historia lo tenía. Pero desde luego que no tenemos una vocación propagandística ni ideológica, ni es un ensayo. Es una serie donde esperamos que la gente empatice con los personajes y que les interese la historia.
"Me impactó ver las manifestaciones masivas en toda España y que se movilizara tanta gente porque habían matado a una mujer negra inmigrante. Me pregunto ahora sucedería algo similar"
En uno de los capítulos mencionáis que apenas hay una única fotografía de Lucrecia Pérez. ¿Cómo ha sido reconstruir el perfil de la víctima sin tener imágenes de archivo en las que apoyaros?
Garbiñe Armentia: Ese ha sido realmente uno de los retos de la historia. Por nuestra manera de hacer documentales, siempre buscamos darle volumen a los protagonistas. Para nosotros era muy importante poder darle cierto volumen a Lucrecia, empatizar con ella, hacer el viaje que ella hace desde República Dominicana a España, ponernos en su piel. Pero no teníamos imágenes.
Así que lo que hicimos fue proyectarla en las otras mujeres que convivían o que compartieron un espacio o tiempo con ella y que además habían hecho el mismo camino o que se encontraron con las mismas dificultades. Fue un reto y fue difícil hasta que lo conseguimos, porque creemos que de alguna manera funciona y que tienes la sensación de que ves a Lucrecia, de que empatizas con ella y en realidad no la ves, solamente en esa primera fotografía.
David Cabrera: Al final Lucrecia toma el cuerpo y la cara a través de los rostros de otras muchas mujeres que eran como ella. Fue una intuición que tuvimos. Encontramos material de archivo doméstico que narraba la vida cotidiana de las mujeres dominicanas en República Dominicana y en Madrid, y tuvimos la intuición de podíamos proyectar la vida de Lucrecia a través de otras mujeres, dado que sus biografías eran equiparables, porque tenían vidas similares. Lo probamos en una sala de montaje con una primera escena y sucedió el milagro. Sí, funcionaba. Elodie Leuthold, nuestra montadora, que es una narradora formidable, consiguió que funcionase.
¿Hubo algo que no conocierais sobre este hecho y que descubrierais durante el proceso de documentación?
David Cabrera: Sin duda es todo un enorme descubrimiento desde el primer minuto. Te diría mil cosas. A mí hay algo que me impactó porque me sorprende que lo hubiésemos olvidado. Me impactó ver las manifestaciones masivas en toda España que movilizaron a tanta gente porque habían matado a una mujer negra inmigrante. Me pregunto si hoy día sucedería algo similar. Tanta gente en la calle reaccionando ante ese hecho. Fue un descubrimiento. Y eso te hace entrar en muchas esferas. Descubrí la violencia que había las calles de Madrid, y también en Barcelona, la violencia ultra...
Garbiñe Armentia: También cómo se sentían las mujeres [inmigrantes], porque la gran mayoría eran mujeres. Cómo se sentían trabajando de internas en las casas y hasta qué punto se sentían atrapadas. Y también el empoderamiento que les invade cuando muere Lucrecia, que se ve cómo salen a la calle a decir 'vamos a decir lo que sentimos, lo que pensamos y somos mujeres aquí fuertes que hemos atravesado un océano, que hemos dejado nuestras familias allí, que hemos venido aquí a dar la vida'. Esa fortaleza.
David Cabrera: Es muy interesante este tema también visto desde el prisma del 2024. La emigración dominicana que llegó al Madrid de los años 90 era un movimiento femenino, se ve en las imágenes de la plaza cómo el 90% eran mujeres. Ellas llevaron el peso migratorio, la responsabilidad, dejaron a los maridos con los hijos... Una cosa que nos dijeron muchas mujeres dominicanas con las que hemos hablado es que estaban mucho más acostumbradas a vivir en una sociedad diversa y multicultural en la República Dominicana, porque muchos europeos, muchos españoles, habían viajado allí años atrás y estaban acostumbrados a convivir con otras culturas y con otras razas.
Sin embargo, llegaron a una España, a un Madrid que era mucho más provinciano y mucho menos diverso, que no era nada multicultural. En ese sentido, estaban mucho más evolucionados que nosotros. También hay que entender que la sociedad madrileña o española de los años 90 no estaba acostumbrada a ver a gente negra en las calles, a ver otras culturas, no era tan común.
El hecho de que Lavapiés sea un lugar multicultural es algo del presente. Y había un rechazo ante lo desconocido que puedes llegar a comprender. Lo que es más incomprensible es que siga produciéndose la misma reacción, porque hemos tenido tiempo de aprender y de acostumbrarnos a esa diversidad.