Las series han entrado como un tsunami en el ocio de la gente. Las conversaciones en el trabajo giran en torno a las ficciones que vemos. Y ojo como haya una serie que sea el fenómeno de la temporada y no la hayas visto. Prepárate para una marginación total. Los pobres que no veían Juego de Tronos al momento pasaban los lunes solos vagando como almas en pena para no comerse un spoiler.
Podéis estar tranquilos. Con la serie que hoy os voy a recomendar no os va a pasar. Es una serie minoritaria, que no está ni en Netflix, ni en HBO. Ni siquiera en Amazon Prime Video. Se llama The Virtues, es una producción británica de Channel 4 y aquí la emite la fundamental Filmin, plataforma nacional con el mejor cine de autor y con una oferta de series que si estuvieran en otros lugares estaríamos todos hablando de ellas.
Y eso pasa con The virtues. Estoy seguro que si fuera una producción de alguna de las grandes empresas de contenido actuales estaríamos todos rendidos a sus pies y diciendo una obviedad, que es una de las mejores, sino la mejor, serie del año. The virtues es una joya que, además, se aleja de las modas y ritmos marcadas por el audiovisual actual, que han creado una propia estructura narrativa que siguen el 99% de las producciones.
Casi todas las series cuidan no sólo el arco narrativo de la temporada, sino que cada episodio responde también a una estructura de presentación, nudo y desenlace, lo que hace que cada capítulo siempre acabe en alto, con un giro sorpresa, con una revelación o algo que haga que el espectador siga enganchado, que no abandone y se vaya a pescar en el inmenso catálogo disponible. Ocurre desde en La casa de papel hasta en El crimen de Alcasser pasando por Chernobyl, y eso es algo que se salta a la torera The virtues, que sigue su propio ritmo, pausado, certero y necesario para desarrollar el drama de sus personajes.
La serie creada por Shane Meadows (basada en parte en un propio trauma del pasado) deja claras las cartas desde el principio: son cuatro episodios de una hora de duración que bucean en la mente de una persona completamente destrozada que sólo encuentra salida en el alcohol. Su hijo se va con su madre a Australia, y él, precario y de alguna forma abandonado, comienza una espiral de autodestrucción que sirve como palanca para desentrañar traumas internos que estaban enterrados hasta el hecho de haberlos olvidado.
A pesar de la dureza de lo que trata (abusos, infancias rotas), The virtues no subraya ni enfatiza el drama, no se recrea, sino que intenta entender lo que pasa en la cabeza de estos personajes que no son agradables pero con los que uno empatiza. A pesar de ese ritmo, a veces moroso, me sentí muy dentro de esta maravillosa serie que te encoge el corazón y te destroza por dentro. También por las excelentes interpretaciones de su trío protagonista Stephen Graham, Niamh Algar y Helen Behan.
Como expresaba en una entrevista su creador, The virtues también muestra una dura realidad, y es lo difícil que es tener una vida normal cuando vives en la precariedad. Cuando cualquier paso en falso te puede hacer perder una casa, un trabajo o estar en la calle. Los protagonistas de The virtues son una clase obrera castigada por la crisis y es la demostración que hasta para curarse las heridas de dentro hay que tener dinero.
Esa normalidad de sus personajes, el excelente retrato de su entorno, de sus casas sin ningún atractivo, de sus vidas grises, traslada en parte el espíritu del cine de Ken Loach, y eso es también una novedad en una industria audiovisual que prefiere dar voz a los monarcas ingleses que a sus trabajadores, y que hace que todas las series se basen en sucesos fantásticos o increíbles (aunque sean basados en hechos reales), que en dar voz a gente normal cuya preocupación es salir adelante, sobrevivir.
Decía el director británico que esa normalidad que fingen las series normalmente es un triunfo del capitalismo. ¿Cómo han conseguido Los serrano esa casa tan espectacular?, ¿no tienen problemas para llegar a final de mes?, ¿por qué el dinero no es un tema que aparezca normalmente en las ficciones?… Porque en el fondo nos viven una vida que no tendremos pero que aspiramos y creemos que podemos conseguir, cuando la realidad de casi todos se parece más a la de los personajes de The virtues, la serie que más me ha emocionado este año y una joya que merece que todos la vean.