Aunque la cosecha del pasado año dejó el listón muy alto, en apenas ocho meses, el 2024 está siendo un año de muy buen cine y la pasada primavera se estrenó en las salas el que quizá fue uno de los largometrajes más esperados por la comunidad LGTBQ+. Se trata de Sangre en los labios, el thriller de venganza que dirige Rose Glass (Saint Maud) y que protagonizan Kristen Stewart y Katy O'Brian.

Titulada originalmente Love Lies Bleeding, la película retrata la electrizante historia de amor y venganza de Lou (Stewart), una solitaria gerente de gimnasio, y Jackie (O’Brian), una recién llegada a Las Vegas que tiene el sueño de ser culturista profesional. Como si se tratara de una frenética reacción en cadena, la pasión que surge entre ambas las empuja hacia la violenta espiral de crímenes que esconde la familia de Lou. 

Después de su gran acogida en los festivales de Sundance y Berlín, la película aterriza en plataformas y marca el regreso de la cineasta británica, que en 2019 sorprendió al público y a la crítica con su ópera prima Saint Maud, un thriller que también tuvo un recibimiento excepcional.

Descrita como un thriller de venganza, Sangre en los labios explora la fuerza embriagadora de los excesos, la ambición y el amor loco a través de la combinación de comedia negra, crimen queer, pulp explosivo y dramas familiares.

Y también es una película con representación queer macarra y explícita y el filme que llevábamos tiempo esperando las personas que normalmente nos tenemos que conformar con historias que hacen de nuestra identidad y sexualidad una desgarradora tragedia. 

Se trata de una película queer en todos los sentidos de la palabra, porque cuestiona todos los límites de lo normativo sin cortarse y tanto desde el prisma estético como el de lo moral. El amor que surge entre Lou y Jackie tiene una fuerza descomunal y tan liberadora que va más allá de lo físico y lo corporal. Puede que por eso su final resulte tan catártico. 

Delante y detrás de las cámaras 

La propia Kristen Stewart contaba en una de las entrevistas previas al estreno del filme que "pocos directores están haciendo películas tan cinematográficas, vivas y estilizadas [como Rose Glass]". “Rose hace películas que no emulan a ninguna otra, aunque puedas percibir sus inspiraciones en ellas. Lo que hace surge desde un lugar tan auténtico que el contexto, la arquitectura y la voz de la película son distintivamente suyas. Creo que quiere asustar al público y a ella misma no con propósitos provocadores, si no para que la gente de media vuelta y se mire a sí misma”.

Y su compañero de reparto Dave Franco dijo también de la película que cuenta "una historia que no puedes predecir hacia dónde va. El ambiente es extraño y escalofriante a la vez que muy humano y lleno de dramas familiares de lo más locos. (…) Todo es posible en esta película, y eso te mantiene alerta todo el rato”.

Por otro lado, Stewart explicó también que lo que más le interesó de la película fue lo radicalmente distinto que es su personaje Lou –masculina, luchadora, queer sin remordimientos– de todas las interpretaciones estereotípicamente femeninas que han definido su carrera.

“Encuentro muy sexy que las cosas que me resultan atractivas se ensalcen. Hay una escena de sexo en la que ni quiera se quitan la ropa, pero que va a chocar a los espectadores”, expresó, añadiendo que tanto ella como la directora tenían claro desde un inicio que estas escenas eróticas debían contener mucha verdad: “Incluso el sexo heterosexual es siempre igual en las películas, nadie se atreve a mostrarse a sí mismo”, comentaba Stewart, añadiendo que “Glass supo cómo capturar la verdad" y que "dirigió las escenas con máxima precisión”.