En los últimos días, los titulares relacionados con la industria cultural y el mundo del cine han estado protagonizados por dos directores españoles. Uno de ellos ha sido Pedro Almodóvar, por el Premio Donostia que ha recibido en honor a una carrera irrepetible; y el segundo ha sido Albert Serra, que se ha hecho con la Concha de Oro por su polémico retrato de la tauromaquia Tardes de soledad.
En esta última película, el director sigue a una estrella del toreo en activo, Andrés Roca Rey, reflexionando sobre la experiencia íntima del torero que asume el riesgo de enfrentarse al toro como un deber personal por respeto a la tradición y como un desafío estético. Este desafío crea una forma de belleza efímera a través de la confrontación material y violenta entre la racionalidad humana y la brutalidad del animal salvaje.
Sin embargo, hace unos años, el director estrenó el que es su largometraje más accesible hasta la fecha. Un drama histórico sobre el ocaso de uno de los personajes más icónicos que ha habido jamás: el monarca de Francia Luis XIV, también conocido como el Rey Sol.
Se trata de La muerte de Luis XIV, una producción que viaja hasta el año 1715. En el retorno a casa, Luis XIV siente un dolor agudo en la pierna. Quince días más tarde, se encuentra en cama en Versalles. Este es el comienzo de la lenta agonía del rey más grande de Francia, rodeado de sus más fieles súbditos.
En este largometraje, que dejó a la crítica y los asistentes al Festival de Cannes en 2016, Serra sitúa al monarca francés postrado en una cama y muestra la agonía que sufrió tanto él como un sistema en declive.
El catalán es uno de esos directores únicos. Lo son sus películas y lo es él. Es el tipo de artista al que no ves venir, capaz de jugar al despiste o de provocar la mayor de las polémicas con cada una de sus declaraciones.
Y quizá ahora que acaba de ser galardonado en el Festival de San Sebastián, sea una buena oportunidad para ver La muerte de Luis XIV -que está disponible en Filmin-, conocido por ser uno de los filmes mejor valorados de Albert Serra y también el más accesible de su filmografía, que suele destaca por lo contrario.
Con esta película, Albert Serra, una de las sensaciones del cine de autor y experimental continuaba con una saga de largometrajes radicales como Honor de cavalleria (2006) o Historia de mi muerte (2013), títulos que aprovechan la temática histórica para abordar interesantes reflexiones filosóficas.
La muerte de Luis XIV también puede ser una buena manera de acercarse a conocer a Albert Serra antes de sumergirnos en Tardes de soledad cuando se estrene finalmente en cines o aterrice en el catálogo de las plataformas.