La historia de la televisión cambió para siempre en 2011, cuando HBO estrenó su ambiciosa nueva serie Juego de Tronos -que estrena su última temporada el 15 de abril-. Muchos ya habían oído hablar de ella, se trataba de la adaptación de unas populares novelas fantásticas de George R.R. Martin. No todos confiaban en el producto, la industria del cine y la televisión llevaba años buscando un sustituto a la altura de El señor de los anillos y patinaba una y otra vez, por lo que este mundo fantástico en el que todos luchan por conseguir el poder podría fácilmente en el nuevo fiasco.
No fue así, y eso quedó claro desde un primer capítulo en el que se atrevían a mostrar a un adulto lanzando a un niño desde una torre y una primera temporada que culminaba con uno de los giros de guion más sádicos y valientes de la historia de la televisión reciente. La traslación de la obra de R.R. Martin, narrada en primera persona desde múltiples puntos de vista, era excelente, y el fenómeno de masas no tardó en explotar. Hasta los políticos se unieron al fanatismo hacia esta serie que cambió la historia de la televisión para siempre. Nunca se había visto algo tan masivo a nivel mundial. Todos querían verlo y hablar de lo que pasaba en Juego de Tronos.
En esa amalgama de personajes empezaron a destacar las mujeres. Comenzaron como esclavas o sumisas, pero Cersei, Sansa, y sobre todo Daenerys han evolucionado a la par que lo hacía el mundo. Ellas se han apoderado de la serie, y han puesto a los hombres a sus pies. Han “roto la rueda”, como diría la madre de dragones, interpretada por Emilia Clarke, desconocida hasta ese momento y que ahora ya ha dado vida a Sarah Connor en Terminator y ha entrado en la saga de Star Wars.
A pesar de la gravedad de su personaje, que apenas se ríe, Clarke derrocha simpatía. Gesticula, hace bromas y está deseando que le den una comedia. EL ESPAÑOL pudo charlar con ella en Londres, donde entre risas comentaba a un grupo de periodistas que es una pena que “ella no haga chistes”. “Me apetece hacer humor, la verdad… Y lo intentaron, intentaron que Danny dijera algo divertido en la serie. Me dijeron: eres muy divertida, vamos a intentarlo, y lo hicimos y os puedo decir que no, no funcionó, ese personaje no es divertido. Ella es muchas cosas, pero no es divertida”, decía entre risas.
Emilia Clarke entró con la serie siendo una joven que no había tenido una oportunidad en el mundo de la interpretación, y que vivía de espaldas a la realidad. Ha crecido junto a su personaje para convertirse en toda una Khaleesi. “Este personaje me ha cambiado mucho como mujer, es que antes no sabía ni lo que hacía. Ahora me doy cuenta de que no sabía nada de nada cuando empecé. No sabía de la industria, ni de actuación, ni sobre la sociedad o sobre política”, cuenta la actriz que se empeña por no desvelar ningún secreto de la esperada última temporada que se estrena en HBO en apenas un mes.
Antes de interpretar a Daenerys no sabía nada. No sabía de la industria, ni de actuación, ni sobre la sociedad o sobre política
Daenerys es un personaje que rompía las normas de la televisión, ponía a una mujer en el sitio donde hasta entonces se había visto a hombres, y por ello Clarke agradece el reto de haberla dado vida. “Me ha permitido hacer tantas cosas… Daenerys tiene muchas escenas en las que dice grandes discursos delante de mucha gente, con un nivel muy alto… pero yo soy Emilia, y tenía que decir esos discursos delante de 300 extras en una lengua inventada y sonar convincente, y para hacer todo eso que hace ella hay que tener mucha fuerza, hay que tener cojones -dice la palabra en español demostrando que los meses de rodaje en nuestro país han surtido efecto- y elle me ha permitido hacer eso, pero es que también me ha permitido andar sobre fuego, literalmente. Como actriz normalmente lo que haces es decir frases y estar en tu marca, cuando me preguntan normalmente describo así mi trabajo, pero con ella he hecho todas esa cosas”, apunta.
En España Juego de Tronos fue la serie hasta para nuestros políticos. Pablo Iglesias se la regaló a Felipe VI, y él mismo llevaba una camiseta que después se vería a Cristina Cifuentes con el lema: “No soy una princesa, soy una Khaleesi”. Le contamos la anécdota a Emilia Clarke, y la celebra con los brazos en alto y congratulándose de que su personaje haya entrado en esos círculos. “Es que es una serie que habla de poder, que pone a la mujer en una posición de poder, y eso es único. Juego de Tronos es una serie política. Es fantasía, sí, pero está poniendo a las mujeres en esa posición de poder y eso resuena para cualquier situación actual en la que haya mujeres. Eso es muy bonito, porque hablamos de un mundo fantástico, pero en lo esencia habla de creer en una idea y de tener gente que te apoya y convertirte en alguien capaz de dirigir a ejércitos de personas, y eso es similar en la realidad. Igual que el tema sobre la división social, hay muchos paralelismos que no cuesta trazar”.
Juego de Tronos es una serie política. Es fantasía, sí, pero está poniendo a las mujeres en esa posición de poder y eso resuena para cualquier situación actual
La presión de estar en la serie más popular del mundo también pasa mella, por eso asegura que no lee ni las críticas ni las teorías sobre Juego de Tronos, también porque siempre tiene “miedo a decepcionar a los fans”. “Es que ellos son todo. Son los que han convertido la serie en esto, y queremos que todos estén felices con los capítulos, pero sabemos que la temporada final de todas las series siempre tiene a gente decepcionada, gente que querrá pegarnos, gente emocionada… no podemos evitarlo”, dice con deportividad pero segura de que la serie ha terminado cuando debe hacerlo, en vez de estirar el chicle y que todos “pierdan el interés por los personajes y por la historia”.
Daenerys irrumpió en la serie con sus dragones y se convirtió en un personaje imprescindible, querido y respetado. Lo mismo que le ha ocurrido a Emilia Clarke como actriz, que después de dar vida a este personaje reconoce que se le han “abierto muchas puertas que de otra forma no se hubieran abierto”, aunque todavía lejos del poder que le permitiría levantar proyectos sólo con su presencia. “Nadie va a decir, toma Emilia juégate mi dinero porque tienes una idea que parece buena. Eso no le pasa ni a Brad Pitt, pero claro que me ha abierto puertas. Ahora, cuando entro en una habitación para un papel, suele ser para interpretar a personajes femeninas fuertes, cosas que a lo mejor de otra forma no me hubiera ocurrido en un millón de años”.