Juego de Tronos ha evolucionado como serie a la par que la sociedad ha avanzado. Desde aquellos primeros compases, siguiendo la Biblia de George R.R. Martin, hasta ahora han pasado muchas cosas. Una de las más importantes es la nueva revolución feminista que ha mostrado vientos de cambio en una sociedad patriarcal que negaba serlo.
Las mujeres han dicho basta, y han tomado las calles y alzado la voz para acabar con el machismo imperante. Si Juego de Tronos es, como siempre se ha dicho, una serie política que habla de nosotros, con el segundo episodio de su temporada final ha dejado claro que en la ficción la revolución también será feminista o no será.
Lo contaba Emilia Clarke a este periódico, que ella había aprendido como mujer gracias al personaje de Daenerys, y que la serie es meramente política porque "habla de poder y pone a la mujer en una posición de poder, y eso es único. Juego de Tronos es una serie política. Es fantasía, sí, pero está poniendo a las mujeres en esa posición de poder y eso resuena para cualquier situación actual en la que haya mujeres".
En 'La reina legítima', el segundo capítulo de la octava temporada, son muchas mujeres las que toman el poder. La serie comenzó con todos esos personajes siendo 'la esposa de', 'la niña indefensa' o 'la aspirante vejada'. Ahora son mujeres empoderadas, reinas en potencia o incluso villanas tan astutas y pérfidas como el peor de los hombres.
Este capítulo ha vuelto a ser el preámbulo de lo que está por venir, y ha dejado todo colocado para la batalla más épica de toda la serie, la que enfrentará a todos contra los Caminantes Blancos dentro de una semana. Hasta entonces, Juego de Tronos ha dado tiempo a todos sus personajes para tener su momento emotivo, no vaya a ser que desaparezcan dentro de poco.
Pero si algo ha caracterizado a este episodio ha sido esa importancia de mujeres dando la vuelta a los estereotipos, y también la importancia de una palabra que todos hemos aprendido en los últimos años: sororidad. Daenerys y Sansa, dos mujeres liderando a sus pueblos, comenzaron su relación compitiendo y mirándose por encima del hombro. Pero Khaleesi sabe que hay muchas más cosas que las unen que las que las separan, y por encima de ellas, una: las dos han conseguido que las sigan hombres que nunca hubieran soportado que una mujer reinara o gobernara.
Hay vientos de cambio en Invernalia, y por eso este episodio se saca uno de los momentos más emotivos al desenmascarar el machismo de las jerarquías sociales. Pocos personajes han luchado tanto y mejor que Brienne de Tarth, y sin embargo a ella le faltaba algo que no podía tener por el hecho de ser mujer: ser un caballero. La serie acaba y las normas están para saltárselas, y eso es lo que hacen todos los 'cipotudos' que deciden que ella vale más que cien hombres juntos y la nombran Sir Brienne.
Hasta en el sexo hay cambio de papeles en Juego de Tronos, y Arya toma la iniciativa y es ella la que decide que quiere perder su virginidad antes que la vida. Lo hace cambiando los roles que la serie había mostrado, y es la mujer la que domina al hombre y lleva las riendas.
Todo eso antes de ese minuto final que deja las relaciones personales temblando. Daenerys por fin se ha enterado de quién es Jon Snow, y no le ha hecho nada de gracia. Porque hay algo que en Juego de Tronos todavía no han subvertido, y es que aquí tiene más derecho al trono aquel al que le corresponde por herencia de sangre, y no quien más lo merece por sus actos. Al menos de momento.