En uno de los memes más celebrados del anterior capítulo de Juego de Tronos, se unía a dos reinas de la ficción, Daenerys y Paquita Salas gracias a una mítica frase de esta última: “no estoy loca, estoy hasta el coño”. Se intentaba explicar así el rostro de Khaleesi con los ojos inyectados al ver morir a su mejor amiga y un dragón que consideraba su hijo. [CONTIENE SPOILERS]
Los más optimistas -entre los que uno se encontraba- creían que el personaje sería implacable, pero controlaría su ira. Ella ha hecho todos los méritos posibles durante siete temporadas para ocupar el Trono de Hierro, y la pérdida de cabeza de su personaje era un final demasiado cruel. Pero en Juego de Tronos nada es complaciente ni blanco y negro. La serie de HBO ha querido ser siempre un tratado sobre el poder, y el poder saca lo peor de cada uno.
Ha quedado meridianamente claro en su arriesgadísima apuesta en este quinto episodio, el penúltimo de la serie, en el que han mostrado que Paquita Salas no tenía razón esta vez, Daenerys ha perdido la cabeza al sentirse traicionada por todos, apartada por su condición de mujer y extranjera, y al tocar con los dedos un trono que ansiaba con todo su ser.
Se anunciaba este penúltimo episodio como la última guerra, la que acabaría con todas después de la de Invernalia que diezmó a todos. Y si en aquella ocasión la muerte estuvo presente, aquí también ha sido así. Ya que ha sido uno de los capítulos en donde más personajes importantes han caído, y donde se ha visto más destrucción y salvajismo por metro cuadrado.
Otro de los elementos que han marcado la serie ha sido la traición, y uno de los que mejor lo han escenificado ha sido Varys, ese hombre de estado capaz de cambiar de opinión cada segundo si eso le aseguraba sobrevivir. Él siempre ha dicho que buscaba lo mejor para la estabilidad, que no para los más oprimidos, y en esa búsqueda de equilibrio intentó un último truco, cambiar las lealtades de todos hacia Jon Snow. Error de base y primera muestra de que Daenerys no iba a tolerar ni un rechiste. Dracarys para un personaje que ha dado las mejores frases y disertaciones sobre el poder.
Después de esto Tyrion se ha dado cuenta de que su reina corría el peligro de verse poseída por la venganza, y ha urdido un plan de emergencia, dejando a Jaime libre para que Cersei escapara y permitir así la rendición de la ciudad sin derramamiento de sangre. Otro error. En una escena inmisericorde, la ciudad decidió entregar las armas, y sonó la esperada señal, un repique de campanas que pedía clemencia a una reina que siempre presumió de darla.
Pero la Daenerys que liberó a los esclavos y los inmaculados no es la misma que la de ahora, y a pesar de oír la campana apostó por la destrucción. Su cara tomando la decisión de aplicar barbarie hacia un pueblo es uno de los momentos de esta última temporada, y un giro que nos enfrenta a un último capítulo con el que no contábamos, el enfrentamiento ante la que muchos consideraban que era la persona que debía ocupar el trono.
La caída a los infiernos de la madre de dragones ha sido precipitada, y hubiera merecido un arco más amplio y desarrollado, pero es perfecta para simbolizar un poder que contamina hasta el más digno. Todos han cometido tropelías creyendo que hacían lo correcto o que aplicaban justicia, y a Daenerys se la juzgará por los fans con más severidad de la que merece. Muchos decían desde hace temporadas que por qué no cogía sus dragones y volaba todo por los aires. Bien, finalmente lo ha hecho, pero la serie se ha centrado en contar que un acto así conlleva miles de muertes inocentes. Lo ha mostrado de forma salvaje, con mujeres y niños quemados vivos, con soldados realizando barbaridades… las consecuencias de una decisión que acababa con una déspota para colocar a otra.
Este último episodio ha tenido también dos encuentros épicos, el de el Perro y la Montaña, un duelo entre hermanos y armarios empotrados que ha terminado con el mismo destino para ambos. El otro era el más esperado, el de Jaime y Cersei. Qué acierto el haber tenido una villana como ella, despiadada, malvada y sin corazón, y sin embargo todos la hemos entendido y hemos podido empatizar con ella -gracias también a la mejor actriz del reparto, una Lena Headey imperial-. En el fondo los dos hermanos lo hicieron todo por amor, y han podido verse una última vez antes de verse sometidos a la destrucción de Desembarco del Rey, que ha quedado convertida en cenizas por una Daenerys fuera de sí.
Sólo queda un capítulo para que todo termine, y estará centrado en cómo se posicionará cada personaje. Cuántos traicionarán a la que era su reina tras este acto de destrucción y muerte. Y una pregunta al aire: si a Arya le quedan unos ojos verdes por cerrar, ¿de qué color los tiene Daenerys? Hagan sus apuestas.