Julian Fellowes es sinónimo de series de época de prestigio. Con Downton Abbey conquistó a la crítica, espectadores y premios de la industria de ambos lados del Atlántico, un legado que continúa vigente después del final de 2015 y se prepara para el estreno de una segunda película. Su nueva propuesta es La Edad Dorada, que llega hoy a HBO Max, serie con la que espera atraer a los fieles seguidores de la familia de los Crawley. Si os contáis entre ellos, disfrutaréis con las aventuras y desventuras de estos aristócratas de la Nueva York de finales del siglo XIX.
Ambientada tres décadas antes del inicio de la popular serie británica, y en Estados Unidos, La Edad Dorada comparte con aquella su predilección por mostrar el estilo de vida majestuoso y protocolario de la alta sociedad. También el espíritu rebelde de algunas de sus protagonistas en contra de las normas de la sociedad del momento y el punto de vista de las personas encargadas de ceremonioso servicio que requerían los caserones que habitan. Pero el ambiente que se respira es distinto. Si Downton Abbey empezaba con el hundimiento del Titanic y la Primera Guerra Mundial en ciernes, La Edad Dorada nos pone a las puertas de la llegada de la modernidad, en un período de prosperidad unas décadas después de la Guerra de Secesión.
En esta ocasión, más que seguir las vidas de los dueños de la casa y los que están a su servicio, la nueva serie se centra en un clasismo diferente: lo que separa a los nuevos ricos de los que han pertenecido a la alta clase de Nueva York desde su fundación. Ese conflicto está representado por Agnes Van Rhijn, el personaje interpretado por Christine Baranksi, que desde el principio mira con desprecio la llegada de Bertha (Carrie Coon) y George Russell (Morgan Spector) a su nueva mansión en la acera de enfrente.
En su primer episodio de 80 minutos, la serie puede ser un poco abrumadora por el ritmo constante con el que se nos introducen al amplio elenco de esta historia, en la que se nos presentan a los dueños de las casas, sus hijos, al servicio y el resto de personas que tienen algo que decir sobre quien es aceptado o no en esta encorsetada sociedad, definida por los eventos a los que alguien es invitado o a los que no hay que asistir. Pero, al final, las mujeres y sus luchas por encajar, desmarcarse, hacerse un hueco o mantener su estatus son el motor de esta historia.
Agnes es rígida y estirada, pero en el primer episodio su hermana Ada (Cynthia Nixon) revela por qué. Bertha Russell es ambiciosa y está dispuesta a ser aceptada en la élite de Nueva York, un trabajo que se atisba más complicado de lo que esperaba. Y entre los conflictos entre los nuevos ricos y los que siempre han tenido dinero, empiezan a vislumbrarse los refrescantes puntos de vista de las nuevas generaciones, que tienen en Marian Broke (Louisa Jacobson), la sobrina huérfana de Agnes y Ada que se ve obligada a mudarse con ellas a Nueva York, y Peggy Scott (Denée Benton), la joven aspirante a escritora que la ayuda en su viaje y termina trabajando para sus tías, a sus principales representantes.
Fastuosos vestidos aunque no tengan que salir de casa, ostentosas mesas de comida en eventos sociales en los que todo se mueve como un reloj, y lujosas casas que necesitan a un equipo fijo de personas altamente preparadas para responder con solemnidad a los varios rituales de cada día. A nivel de producción y ambientación, La Edad Dorada es pura opulencia y espectáculo. Lo mejor, es que este despliegue está acorde con el potencial de entretenimiento que ofrece el universo presentado en el primer episodio. Aunque, no os voy a engañar, con Christine Baranski y Carrie Coon yo ya venía convencida antes de ver el primer tráiler.
Los nuevos episodios de 'La edad dorada' están disponibles los martes en HBO Max.
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