Ocho episodios después, hemos llegado al final de la segunda temporada de Euphoria. Una entrega que ha roto récords de audiencia en HBO Max (con un promedio de 15 millones de espectadores por episodio en Estados Unidos) y que se ha convertido en la serie más comentada en Twitter en lo que llevamos de década: tuits sobre cada mínimo detalle de la serie o que romantiza la adicción de Rue; memes por doquier y también algunos rumores detrás de cámaras. Si aún no has visto el final, continúa leyendo bajo tu propia responsabilidad, porque a partir de aquí habrá spoilers.
Estas semanas se ha hablado de las diferencias entre la primera y la segunda temporada. Se ha dicho, por ejemplo, que la música de la serie no es la que escucharía la generación Z, que personajes como Kat y Jules han quedado desdibujados en comparación con otros como Cassie, que no necesitábamos la historia de la juventud de Cal y que estructuralmente ha sido caótica. Cada punto es discutible, pero hay algo innegable: aquello en lo que Sam Levinson elija poner el foco no nos va a interesar a todos por igual. Y nunca podremos decir que un episodio de Euphoria nos ha dejado indiferentes.
De este final de temporada en concreto podríamos comentar muchas cosas, y hacerlo en plan serio o en broma. Podríamos reírnos del caos que siembra Cassie en el escenario después de su entrada a lo Carrie, y también de algún par de líneas de diálogos absurdas sobre Venezuela o Afganistán. Podríamos decir que la violencia de Maddy al estampar a su exmejor amiga contra la pared fue excesiva. O que haberle dedicado a la canción de Elliot más de tres minutos de metraje mientras otros no tuvieron ni frase, quizá no fue necesario. Incluso, es más que lícito preguntarse por qué lo de Laurie no ha tenido repercusión, si después de todo, esa maleta con drogas era un arma de las de Chéjov. Pero, como hay de dónde elegir, elijo quedarme con otra cosa, con lo que en últimas me parece la gran idea que sobrevolaba toda la temporada: Rue y su adicción.
"Parecía una película. Esta es la parte donde el personaje nunca se recupera. La parte en la que la vida se lo lleva por delante. Esta es la escena que te marca para siempre"
Todas las señales apuntaban a que esa frase del funeral del padre de Rue iba a definir el tono del final de la segunda temporada, porque es una idea que nos evoca lo que ocurre con varios personajes durante el transcurso de la serie, en su pasado y, por supuesto, en el último episodio. Al escucharla sentimos que habla de Ash, Fez, Lexi, Cal, Cassie, Rue y/o Nate, pero en medio de todo el caos, la violencia, las traiciones, la vergüenza, la sensación de determinismo y la muerte, la serie abrió una ventana para dejar pasar un poco de luz.
"En tu obra fue la primera vez que pude verme a mí misma sin odiarme", le dice Rue a la que antes fuera su mejor amiga, en una de las escenas más bonitas de la serie y quizá la más importante de toda la temporada. La que por sí sola le da razón de ser a la existencia de la obra de Lexi. Como en Estación Once, Our Life nos muestra el poder sanador que tienen la historias y lo importante que puede ser que lleguen cuando más las necesitas. Porque solo al verse a través de los ojos de Lexi, Rue fue capaz de sentir compasión por sí misma.
El camino no es ni será fácil, y quizá aún le falte mucho por recorrer para llegar al punto en que será capaz de mantenerse alejada de las drogas por ella y no por los demás, pero Rue lo está intentando. Por fin, ha empezado a ver la vida como "una historia larga a la que tal vez pueda seguir dándole forma". Si hay una gran diferencia entre la primera y la segunda temporada de Euphoria, es que esta vez la serie eligió dejarnos con una nota de esperanza.
'Euphoria' está disponible en HBO Max.
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