Estos días no se habla de otra cosa, el último episodio de Succession ha sorprendido, ha emocionado y la recepción positiva parece unánime, algo que cada vez es más difícil en una sociedad polarizada. La boda de Connor difícilmente será superado en la lista de lo mejor del año, pero es desde ya también uno de los mejores episodios de la historia de la televisión.
Esta opinión la comparten con sus valoraciones los usuarios de IMDb, que con casi 15.000 votos le otorgan una calificación de 10 estrellas, algo que hasta ahora solo ha conseguido Ozymandias, el penúltimo episodio de Breaking Bad.
Parece complicado que en este punto alguien no se haya enterado del gran giro del comentado episodio, pero si es vuestro caso, este es el momento de retirarse y no continuar leyendo.
El tercer episodio de la que será la última temporada de la gran serie de HBO Max hizo lo que era inevitable, pero siguiendo la máxima de los guiones excepcionales, consiguió que esa decisión también fuera sorprendente. La muerte de Logan estaba anunciada en el título, la premisa y la primera hora de la serie, el espectador sabía que tenía que llegar en algún momento de esta entrega, pero nadie contaba con que fuera a falta de siete episodios para el final.
Fue una jugada arriesgada por parte de Jesse Armstrong, su creador, pero le salió redonda. No solo consiguió sorprender al incluir este giro en un momento tan temprano en la temporada, además, no jugó la carta de la sorpresa en sus últimos minutos para dejar al espectador con la boca abierta hasta la siguiente semana, usó la muerte del patriarca de la familia Roy y el imperio Waystar RoyCo como el detonante emocional para el arco dramático central de sus protagonistas.
[¿Cuánto tiempo ha pasado realmente en ‘Succession’?]
La lista de méritos no se queda ahí. A pesar de tener a un monstruo interpretativo como Brian Cox, Armstrong y Mark Mylod (el director del episodio) eligieron que la muerte del personaje alrededor del cual giraban todos los demás ocurriera fuera de plano. Sin indicios de debilidad física ni la oportunidad de decir unas últimas palabras históricas, el espectador, como los personajes, nunca vieron venir lo que ocurrió, su muerte, como ocurre tantas veces en la vida real, fue más impactante por repentina.
El factor sorpresa de algo que estaba tan anunciado ya es todo un logro, pero Succession consiguió algo aún más imposible: que el espectador se emocionara con la muerte de un personaje despreciable y se identificara con el sufrimiento de sus caprichosos hijos.
Con un trabajo de guion y dirección impecables y la interpretación magistral de todo su elenco, en especial Sarah Snook, Jeremy Strong y Kieran Culkin, La boda de Connor es desde ya uno de esos momentos icónicos de la televisión que serán recordados siempre.