Ha llegado a su final la segunda temporada de La edad dorada en HBO Max, la serie de Julian Fellowes, el creador de Downton Abbey, en la que vuelve a explorar la opulencia, en esta ocasión la aristocracia de Nueva York a finales del siglo XIX, época en la que Estados Unidos vivió una expansión sin precedentes tras la Guerra de Secesión.
Este mundo de opulencia sigue las aventuras y desventuras de los que han pertenecido a la alta clase de Nueva York desde su fundación y los llamados "nuevos ricos", una guerra clasista entre "el viejo y el nuevo dinero", que en esta entrega ha elegido como campo de batalla los teatros de ópera de Nueva York.
Agnes van Rhijn (Christine Baranski) y Caroline Astor (Donna Murphy) son los pilares del bando del dinero antiguo, y por tanto apuestan por la Academia de Música como el lugar de la élite para disfrutar de la música clásica europea. Para demostrar su exclusividad, crean un comité que decide quién es digno de tener un asiento en la ópera.
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Bertha Russell (Carrie Coon) lidera la facción de los nuevos ricos. Por más que lo intenta y por mucho dinero que tenga su marido, los Russell no consiguen un palco en la Academia de Música. Sin ese asiento, nunca serán miembros plenamente integrados en la sociedad, así que Bertha decide apostar por la construcción de un nuevo teatro: la Ópera Metropolitana de Nueva York (MET). Y eligen la misma noche para la gran apertura. Será la élite quien decida a cuál asistir esa gran noche.
EL ESPAÑOL habló con Julian Fellowes, creador de la serie y Michael Engler, director del último episodio de la segunda temporada, sobre la historia real en la que se inspiraron y los retos logísticos del rodaje.
El hilo conductor de la temporada
Julian Fellowes supo que este sería el argumento central de la temporada cuando empezó a leer sobre la historia real. "A los Vanderbilt y los Gould no se les permitió pagar un palco en la Academia de la Música. Pensaron que esa era una forma seria de avanzar cuando lo que deberían haber hecho es expandirse inmediatamente, y atraer a los nuevos ricos de inmediato", dijo el creador.
Hoy, la ópera principal de Nueva York sería la Academia de la Música, pero ganó el MET. "Para sorpresa de nadie la gente de la Edad dorada, en realidad, las esposas decidieron en su lugar construir su propio teatro de ópera. Y como tenían más dinero construyeron un auditorio mejor y consiguieron los mejores cantantes del mundo", añade Fellowes.
Los nuevos ricos tenían dinero ilimitado, pero lo que le pone el broche de oro a la historia para el creador, y tal como muestra la serie, fue que la noche de apertura de los dos grandes eventos fue la misma, obligando a la élite a elegir, aunque muchos tenían palco en ambos recintos.
"Toda la sociedad neoyorquina tuvo que decidir a qué caballo iban a apoyar", explica Fellowes. "Podían haber ido a cualquiera de los dos espectáculos, pero tuvieron que tomar una decisión de última hora".
"Muchos de los que fueron a la Academia se dieron cuenta de que habían cometido un error y se pusieron en marcha a través de Nueva York para tratar de llegar a la otra casa de la ópera antes de que se levantara el telón", cuenta emocionado el creador.
"Así que allí estaban estas mujeres sofocadas siendo mecidas en su carruaje mientras el cochero azotaba a los caballos para llevarlas allí. Fue un espectáculo extraordinario, cuando leí sobre esto, un conflicto que duró todo el tiempo de la construcción hasta el estreno supe que teníamos que contarlo en la serie".
Fue la escena más difícil de rodar
Desde el punto de vista logístico la secuencia de la ópera del último episodio de la temporada fue la más difícil de rodar. "Tenía varias partes, había muchos actores y extras y los puntos de vista eran importantes", explica Michael Engler, director del episodio.
"La mezcla entre las obras reales, los decorados, los efectos visuales y los diferentes lugares en los que tuvimos que rodarla y cómo tuvimos que dividirla fue muy desafiante, pero es muy emocionante ver el resultado".
Aunque esa fue la escena más compleja por la parte logística, Engler quiso destacar otra escena de la temporada. "La escena de Peggy y Fortune en ese pequeño restaurante, cuando entra el hombre racista", señala.
"Esa fue la escena más difícil de rodar a nivel emocional" apunta Engler, "porque teníamos que hacerle justicia a lo que sentían los personajes sin dejar de ser realistas con la época, porque eso sería irrespetuoso. Pero al mismo tiempo estás poniendo a los actores a recrear esa situación, y por mucho que sepan dividir la vida personal de la laboral, es un momento muy intenso para ellos".