Los revivals, reboots y remakes están a la orden del día en los últimos años, pero creo que ninguno de nosotros habría apostado dinero porque una de esas vueltas iba a ser la de Dexter. A partir de la quinta temporada, las tramas del asesino en serie que popularizó Showtime fueron cuesta abajo y sin frenos, hasta estamparse con un episodio final, que aparece desde entonces en todas las listas de los cinco peores finales de series de la historia.
Ocho años después, Clyde Phillips, el showrunner de aquellas cuatro primeras entregas que recordamos como gloriosas (no sabemos ya si por mérito propio o en comparación con lo que vino después) trae de vuelta la serie para enmendar los errores cometidos, y lo hace con el reto de no obviar nada de lo que pasó. Casi diez años han pasado también para el protagonista, tal como nos lo hace saber Debra, que está presente ahora como la voz de su consciencia, animándolo a mantener la rutina diaria para no dejarse llevar por su pasajero oscuro.
Dexter vive desde hace dos años en Iron Lake, un pueblo en las antípodas de Miami en todos los sentidos. No solo por el clima; es un lugar tranquilo en el que nunca ocurre nada, tal como sugieren las llamadas a coches de policía de una comisaría que bien podría ser la de Twin Peaks. Allí lo conocen todos como Jim Lindsay, el simpático dependiente de una tienda de objetos de caza y pesca, novio de la jefe de policía y siempre dispuesto a ayudar a la gente del lugar.
Jim Lindsay es cariñoso con su novia y sale a hacer line dancing por su propia iniciativa al ritmo de Heart of Glass. Parece una persona nueva, aunque hay cosas que nunca cambian. Y no estamos hablando de su afición a estar peligrosamente cerca de la policía o a llevar cajas de bollería al lugar de trabajo, nos queda claro que si Dexter ha conseguido mantener aplacado a su pasajero oscuro todo este tiempo es porque había conseguido evitar las tentaciones que le despertaran el apetito. Es, en sus propias palabras, "un monstruo evolucionado", que volverá a encontrarse con su hijo, ahora adolescente, con la esperanza de que no haya heredado sus tendencias oscuras, como él las llama, pero con la misión de ayudarlo a controlarlas, si es el caso, tal como hizo Henry con él.
Pero, obviamente, encontrará una excusa para volver a matar, porque a eso hemos venido. Según su código, hay personas que merecen morir, porque la ley del hombre es inútil en sus casos, y pronto se encontrará con alguien que se ajusta al dedillo. Y nosotros sentiremos que esa persona se merecerá lo que le pase, porque esa satisfacción perversa es lo que nos gusta de Dexter. Hasta que eso pase, no estará presente la música original de la serie (echo de menos la cabecera), tampoco la grave, magnética e irónica voz en off del protagonista.
Llegará un momento en el que al escuchar a la voz en off decir "Hola, Dexter Morgan" volveremos a confiar. No contábamos con que en 2021 estaríamos viendo más de su historia, y no sabemos si Clyde Phillips cumplirá su ambicioso objetivo de remediar todos los errores que cometió la serie en el pasado, pero por ahora, nos embarcamos como copilotos del pasajero oscuro en este viaje.
'Dexter: New Blood' se estrena el 8 de noviembre en Movistar+.
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