En la ficción española cuesta encontrar gente normal. Personajes normales, como el 99% de los espectadores. Siempre se tiende a la épica. Mujeres y hombres que hicieron actos excepcionales, que pasaron a la historia o a los que un giro del destino les pone en una situación extraordinaria. No abundan las series y las películas sobre trabajadoras de oficinas. Sobre ciudadanos de a pie cuyos problemas sean los de todos.
Leticia Dolera demostró que en Vida Perfecta podía colocar a tres mujeres normales en el centro de una historia y que los espectadores se sintieran vinculados a ellos. Tres mujeres jóvenes cuya normalidad las hacía humanas. Lo hacía derribando estereotipos de la ficción. Hablando de las mujeres como sujetos que desean. El resultado fue un premio Feroz a la Mejor serie y una renovación por una segunda temporada que se estrena este 19 de noviembre y que aborda otro tema que la ficción suele tratar a base de estereotipos.
En esta temporada la trama central gira en torno a la maternidad, pero una maternidad no idealizada, ¿por qué te interesó esta historia?
Pues en realidad nace antes de escribir la primera temporada de Vida Perfecta. Una amiga muy cercana me contó que el primer año de vida de su hijo no tenía conexión con él, consideraba que haberlo traído el mundo era un error y que no sabía qué iba a hacer con su persona. Me lo contó cuando ella ya estaba bien y ya adoraba a su hijo. Ya lo había superado, pero me sorprendió que en su momento no se lo contó a nadie. Hizo terapia y no se lo contó a nadie, ni a su pareja ni a sus amigos, y me pareció muy fuerte vivir eso en soledad.
Así que cuando surgió la posibilidad de hacer una segunda temporada de Vida perfecta me puse a pensar si tenía sentido hacerla, dónde quería llevar a estas mujeres, y el personaje que me resultó más fácil fue el de María, porque me vino esta historia y quería indagar en eso. Llamé a una psicóloga que había tratado a muchos mujeres en esta situación e hice sesiones con ella interpretando a María, como las que hace el personaje, y eso marcó el camino que seguiría. En parte, esta amiga merece crédito de coguionista en algún sentido.
La visión de la maternidad tiende a ser una idealización absoluta, o en su defecto una visión de la ‘mala madre’. ¿Hay un ajuste de cuentas con la ficción y su representación de la maternidad?
No me lo tomo como un ajuste de cuentas, me lo tomo como una forma de explorar matices y los colores de la vida, y esto pasa en la maternidad o en cualquier otra experiencia de la vida, pero vivimos en un sistema de valores que sigue siendo patriarcal y que coloca a la mujer como santa y madre proveedora de hijos, o como la puta para satisfacer el deseo masculino. Parece que esas son las dos grandes figuras que hay en torno a las mujeres y hay muchos más matices que se salen de estos dos estereotipos, pero todavía son relatos que hemos visto menos porque venimos de donde venimos.
Vivimos en un sistema de valores que sigue siendo patriarcal y que coloca a la mujer como santa y madre proveedora de hijos, o como la puta para satisfacer el deseo masculino
¿Está cambiando esto gracias a que hay más mujeres y más diversidad en la gente que cuenta sus historias?
Creo que ha ayudado el hecho de incorporar nuevas miradas y nuevos puntos de vista a la ficción, y no sólo a la ficción más marginal, sino dentro del sistema en una plataforma como Movistar, porque se trata de que el punto de vista femenino no esté sólo en los márgenes, no sólo en el ‘indie’, sino en el ‘mainstream’, que sea natural que un hombre vea una serie de mujeres tanto como que una mujer vea una de hombres, porque Vida perfecta interpela tanto a los hombres como a las mujeres. Es una serie que habla de madurar, de tomar decisiones, de amistad, de pareja, del amor, de las relaciones, porque tengas hijos o no los tengas, las relaciones sexoafectivas son algo que nos remueve profundamente y son un vehículo muy fértil para el conocimiento. Estas relaciones te ponen un espejo delante y en contacto con zonas vulnerables. Es un terreno de autoconocimiento muy distinto del que te pueden dar las relaciones de amistad o profesionales. Lo sexoafectivo te pone en contacto con miedos y heridas profundas.
Veo que el arco de María estaba muy claro, pero ¿cómo nacen los de las otras protagonistas?
Antes de que Movistar me propusiera la segunda temporada, yo ya llevaba dándole vueltas por si acaso, porque les vi contentos y yo estaba contenta. Me dijeron lo de la segunda antes de ganar en Cannes, y cuando me lo proponen les dije que me dieran tiempo porque quería estar segura. No quería hacerla porque sí, sólo porque tuviera éxito, sino porque hubiera un camino que explorar con las protagonistas. Un camino que tuviera sentido para mí, y el de María surge muy claramente por el tema de mi amiga. El de los personajes de Cris y Pablo no lo veo tan rápido, pero también me resulta muy orgánico, el ver a esta pareja luchando, explorando nuevos patrones sexoafectivos y eso que en la teoría suena muy bien, pero que luego llevarlo a la práctica no es tan fácil. Y a Esther me salió intuitivo que tuviera una pareja mayor y tuviera que enfrentarse al compromiso. Una vez tuve claro estas tres líneas fue cuando le dije a Movistar que sí, pero antes quería saber hacia dónde iban los personajes.
Ya se ha dicho que esta es la última temporada, ¿hay que saber cuándo decir adiós a los personajes, no estirar el chicle?
Yo sabía el arco de las tres. Luego es verdad que en el proceso de búsqueda y documentación yo me acuerdo que fuimos a un taller de sexualidad. Me llevé a Aixa y Celia. Las dije, oye tengo unas ideas y creo que aquí hay algo, porque quiero hablar de nuestros cuerpos, de nuestros coños, de nuestra sexualidad de otra manera, porque en la primera se hablaba del deseo, de cómo dejábamos de ser objetos de deseo para ser sujetos deseantes, y aquí quería hablar de la necesidad de conectar con sus coños, de liberar el tabú que hay en torno a nuestros cuerpos. Y hablar de nuestros cuerpos sin sexualizarlos, que eso es importante. En esta temporada hay dos escenas donde hay una desnudez muy clara, que son las vulvas de dos de las protagonistas, y es en un contexto donde no es erótico, ni sexual, ni sensual.
Y tenía claro ese retiro donde terminan, porque ese viaje que hacen ellas es el que hice yo en ese retiro. Había una imagen motivacional de cierre que es la de ellas en la naturaleza, casi cogidas de la mano y mirando la vida. No cogidas de la mano, porque es un poco cursi, pero sí juntas. Acabar la serie con una escena cotidiana, porque es una serie que no va de la épica. Es ahí donde se tienen que quedar un tiempo, y yo con ellas. Además, me ha permitido hacer un plano de grúa, que como cierre es lo más espectacular (risas).
Quería hablar de la necesidad de conectar con sus coños, de liberar el tabú que hay en torno a nuestros cuerpos. Y hablar de nuestros cuerpos sin sexualizarlos, que eso es importante
El otro día salió un estudio sobre la diversidad en la ficción española, y mostraba que sólo un 2% tenían personajes con discapacidad. Tanto en tu película como en tu serie hay personajes así, ¿en este ámbito siguen faltando referentes para que cambien las cosas?
Es complicado y por eso estoy tan feliz de que Movistar, en su día, se atreviera a producir una serie con un personaje con una discapacidad intelectual que tenía relaciones sexuales y que dejaba embarazada a una mujer. Eso es un nivel de riesgo alto que tomaron como empresa y sí que creo y quiero creer que estamos viendo que a los espectadores no les asustan los personajes diferentes, no nos asusta la diversidad, tenemos interés por verla, y ahí el público está respondiendo y es muy importante.
Ya has dirigido una película, una serie, ahora has dirigido en Argentina otra serie… ¿dónde está Leticia Dolera en su vida profesional?
Buena pregunta… de momento estoy feliz porque se va a publicar el cómic de Morder la manzana, con Lola Vendetta. Llevamos meses trabajando en él. Yo estoy supervisando y haciendo comentarios, pero el grueso del trabajo es de ella y es muy emocionante. También estoy escribiendo un nuevo proyecto y me está dando vértigo, porque siento que me he hecho un máster en Vida perfecta después de estar tanto tiempo con esta serie. Siento que ya conozco el tono, los mecanismos, su universo, los personajes… y eso hace que sienta vértigo en esta fase, pero es bonito. Hay una frase que me gusta mucho que dice que ‘es arte si no lo sabes hacer’, y eso me motiva. Si me siento perdida es que voy bien.
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