Manos al aire y chaquetones al suelo. Ibiza fue para España en la transición de los años 80 a los 90 lo que Nueva York a Estados Unidos: una explosión de carácter y de mundos subversivos en los que se gestaban actividades cargadas de motivación, reacción y originalidad. En la escena neoyorquina se dio pie a la cultura del ballroom -un universo drag, minoritario y transincluyente, donde las categorías de pasarela hacían reina a la estudiante más preparada-. Un universo que ahora es mainstream y que RuPaul Charles ha convertido en un negocio multimillonario con su Drag Race.
En la isla pitiusa, cuna musical y cura paliativa para las almas jóvenes del país y de fuera de él, cuatro hombres bailaban plenamente coordinados una música exótica mientras movían unos abanicos de forma llamativa. La escena era bizarra, ¿pero qué no lo era en Ibiza? Se hacían llamar Locomía y abarrotaban el mítico local Ku en las noches de 1989. Con una androginia poco explotada en la época y un gusto extravagante por la moda, el grupo congregaba a los que se dejaban llevar por una actuación que quebrantaba todo lo culturalmente establecido.
Poco tardó José Luis Gil, productor musical, en ofrecerles un contrato que prometió catapultarlos al estrellato. Xavier Font, su creador, Juan Antonio Fuentes, Manuel Arjona y Carlos Armas pasaron del anonimato proporcionado por el underground a una banda de tirón nacional e internacional gracias a temas como Rumba Samba Mambo o Loco Mía. Font nunca quiso hacer música, pero Gil no entendía a la banda sin una plataforma sonora que explotase sus virtudes.
Con todo, el éxito hay que saber llevarlo. En la transición de los clubes de Ibiza a las giras musicales, la lucha de egos, el desenfreno y la avaricia terminaron por romper la formación en 1992. La original, porque después nacería su copia, fruto también de la oposición y la guerra interna entre su creador y su productor. Locomía hizo suya la noche ibicenca, pero no pudo llevar a sus hombros la losa de la fama.
"Es la historia de una guerra que dura hasta hoy entre Xavier Font y José Luis Gil", explica a EL ESPAÑOL Jorge Laplace, director del documental sobre la banda que estrena este miércoles Movistar Plus+ en colaboración con la productora Boxfish. El primero "quería que se le tuviera en cuenta como creador" y el segundo "que se cumpliera un contrato", apostilla.
Para el director y para su productor ejecutivo, Pablo Aguinaga, la historia del grupo es el motor idóneo para retratar a la España del momento: "No es sólo el inicio, auge y caída de una banda", relata a EL ESPAÑOL, pues tiene "ese elemento de estar presente en los momentos históricos del país". "Locomía es un vehículo perfecto para contar los años 90 en España", coincide Laplace.
Heridas abiertas
"Me metí en locomia.com", narra entre risas Aguinaga. "En Internet está todo", precisa. Para el productor, la búsqueda de historias es una de las tareas más arduas de su trabajo. Pese a que no se consideraba "fan" del excéntrico grupo, considera que tras su trayectoria musical aparece un "historión". Fue, precisamente, en la web del grupo donde Aguinaga encontró un teléfono al que no dudó en llamar. La decisión la toma una vez habla con el creador, Xavier Font, un hombre que "tiene un punto muy seductor" que le terminó "enredando".
"Era un grupo de cuatro homosexuales que tenían que ocultar que lo eran para tener éxito"
Pese a que el sí fue rotundo, el documental no fue fácil de elaborar. "Con algunos miembros de Locomía costó", afirma Jorge Laplace sobre cómo convencieron a sus integrantes de involucrarse en el proyecto. "Ha sido una historia muy dura y traumática, pero en el fondo fue bastante terapéutico para ellos, han podido cerrar" un capítulo vital cargado de conflicto.
Nostalgia noventera
Dice José Luis Martínez-Almeida que "la bandera se lleva dentro, no fuera" en relación con la polémica de por qué no habrá una insignia arcoíris ondeando en Cibeles para la celebración del Orgullo Madrid 2022. Su declaración no dista mucho de la que José Luis Gil espetó en 1989 al descubrir a Locomía en Ibiza. La rumoreada homosexualidad de los miembros de la banda no debía, ni tenía, que importar a nadie: lo relevante residía en el poder de movilizar el mercado y la industria musical.
"Era un grupo de cuatro homosexuales que tenían que ocultar que lo eran para tener éxito", espeta Laplace. Esta situación no dista demasiado con la coyuntura que se daba en el momento en España, que presentaba una "modernidad que era un poco de fachada", apostilla el director del documental.
La Expo de Sevilla, los Juegos Olímpicos de Barcelona… España entró en 1992 en una vorágine de exposición global que pretendía poner fin a los estereotipos de país poco moderno. Sin embargo, aunque la mona se vistiese de seda, la nación seguía marcada por el poso franquista.
Para los creadores del documental, la historia de Locomía es diametralmente similar: pese a que eran unos adelantados a su tiempo, su sexualidad y su libertad seguían siendo demasiado avanzadas para la nación.
Laplace y Aguinaga consideraban esencial otorgar al documental una capa de contexto social y de nostalgia de aquellos años. "Pensábamos que éramos modernos pero estábamos a mil millas de serlo", afirma el productor ejecutivo, aunque, en creerlo, estaba el hacerlo. "El intento de serlo ya es serlo", predica.
"Lo que conoce todo el mundo de Locomía es el chiste de la furgoneta [...] espero que gracias al documental se ponga en valor a la banda y lo que representó"
¿Ha cambiado la situación desde entonces? "Pablo Alborán tuvo que anunciar hace poco que era gay", indica Laplace."No creo que esté muy superado si todavía hay gente que tiene que hacer un anuncio público", apostilla.
Reivindicar la marca Locomía
Lo que sí ha cambiado desde entonces ha sido el panorama musical y la "espontaneidad de un grupo como Locomía", indica el director del documental. "Su génesis fue de verdad", incide Laplace. Una creación liderada por "gente diferente". En la actualidad, "lo que no es homogéneo está muy controlado por el algoritmo y las leyes de marketing".
La fiebre que el grupo generó en Latinoamérica no siempre se trasladaba a la esfera nacional, donde las constantes polémicas, las salidas de sus miembros y sus tumultuosas vidas privadas habían convertido a la banda en un chiste que se repetía de forma reiterativa y que, hasta ahora, se ha mantenido en el imaginario colectivo. Pierdes más aceite que la furgoneta de Locomía.
"Espero que gracias a este documental se deje de utilizar esa frase", indica tajante Pablo Aguinaga. "Lo que conoce todo el mundo de Locomía es la furgoneta, ese chiste está en el subconsciente de nuestro país", añade. Por ello, el productor lanza una petición: "Poner en valor a Locomía y lo que representó", un grupo que más allá de una historia jugosa "hizo mucho para la industria y fue pionero a la hora de presentar looks y coreografías que en aquella época no existían".
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