"Lo difícil de Better Call Saul es que Saul Goodman se siente muy cómodo en su propia piel. Parece ser un tipo bastante feliz y con suerte, y eso lo convierte en todo lo que Walter White no es. Incluso en una comedia, quieres drama, tensión y conflicto, y un personaje que parece estar en paz consigo mismo es poco dramático, por eso estamos pensando en cómo abordar esa cuestión". Estas palabras las dijo Vince Gilligan en enero de 2014, cuando la serie era solo una idea y el proyecto una comedia. Hoy, tras seis temporadas siendo testigos de su viaje sabemos que la historia era una muy diferente.
En ficción asumimos que la evolución de un personaje siempre es posible. Al menos en los dramas es lo que esperamos de esos seres que habitan la pantalla, pero lo que suele ocurrir en la mayoría de los casos es que se enciende con más fuerza una llama que siempre había estado ahí, como descubrimos con Walter White. Sin embargo, esta serie que nació como un spin-off, precuela y secuela de Breaking Bad se convirtió en un minucioso estudio de personaje que para su episodio final demostró que podía cambiar y eso baña su último episodio con romanticismo y optimismo, a pesar de que su protagonista esté entre rejas.
"Siempre has sido así" le dijo Walter a Saul en uno de los viajes en el tiempo por los que nos lleva la última hora de la serie. Eso era lo que muchos pensaban de él, su propio hermano e incluso él mismo, por lo que su conversión definitiva a Saul Goodman era desde el inicio una profecía autocumplida.
Así lo conocimos en Breaking Bad y aunque siempre supimos que ese destino estaba escrito, porque ya lo habíamos visto, nos pasamos seis temporadas esperando que el final real fuera diferente. Que esa persona que vimos en la otra serie fuera solo una fachada; que cuando volvía a su casa y no lo veíamos porque no era el protagonista, estaba viendo alguna película clásica en el sofá con Kim, a quien no mencionaba porque no tenía nada que ver con ese personaje que estaba interpretando para los demás.
Pero el despreciable Saul Goodman que en algún momento todos pensamos que podía protagonizar una descacharrante comedia legal era real, y fue precisamente el hecho de que Kim se fuera lo que hizo que la profecía se cumpliera, porque ella es la única persona que conoció realmente a Jimmy McGil, no lo subestimó y lo aceptó tal como era.
El episodio final de Better Call Saul funciona como la máquina del tiempo a la que tantas veces se alude durante el episodio y le ofrece a Jimmy la posibilidad de reescribir su historia. Inspirado por Kim, que fue capaz de asumir la responsabilidad de lo que había hecho, Jimmy cambia el discurso en el que rememora el momento en el que Walter White se cruzó en su camino. Y con la mención del suicidio de su hermano también confiesa el momento al que viajaría que no había sido capaz de reconocer antes.
Irónicamente Jimmy usa su último momento de gloria como abogado para encerrarse a sí mismo. Tiene tantos recursos e ingenio que solo él era capaz de conseguir la condena que se merece. Al igual que Walter, Saul Goodman hizo lo que hizo por ambición, porque se le daba bien y lo disfrutaba, pero a diferencia de él, Jimmy fue valiente y decidió aceptar las consecuencias. Como le dijo Chuck en el flashback: "no hay que avergonzarse de volver atrás y cambiar el rumbo".
Es un final agridulce porque el personaje probablemente estará en prisión el resto de su vida, pero tuvo la oportunidad de demostrarle a la persona más importante de su vida que podía ser mejor persona que Saul Goodman. Y ella supo reconocerlo de la mejor forma posible, compartiendo un cigarrillo como en los viejos tiempos, cuando solo eran Jimmy y Kim.
'Better Call Saul' está disponible en Netflix y Movistar+.
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