Natalia de Molina tuvo muchas dudas cuando recibió la llamada de Anna R. Costa. La directora y guionista, a la que había conocido en el plató de Kiki, el amor se hace, quería que se tirara con ella a la piscina con un proyecto prácticamente suicida: adaptar en formato de serie la aclamada, polémica y radical Lectura fácil, de Cristina Morales.
Antes de tomar una decisión, la actriz ya había empezado a investigar, a ver documentales, a salir a la calle y darse cuenta de todas las personas con diversidad funcional que había a su alrededor y a las que nunca prestaba atención. “Es como si se me hubiera activado un tercer ojo instintivamente cuando en mi cabeza todavía había una voz interior que me decía ‘tú no’”. La actriz ignoró esa voz y el resultado de su trabajo, Fácil, ya está disponible desde el jueves en Movistar Plus+.
Después de toda una vida viviendo en distintos centros, cuatro mujeres con diversidad funcional de Barcelona viven en un piso tutelado que tiene vistas a la Barceloneta. Marga, Nati, Patri y Àngel, son cuatro mujeres buscando lo que son en un mundo que ya ha decidido lo que son sin contar con ellas. Su forma de descubrir su independencia comienza a chocar con todas las normas establecidas para ellas, unas normas que tienen que cumplir para seguir viviendo juntas en el piso. Así empieza la adaptación de una novela inadaptable que convirtió a su autora en una de las voces de su generación.
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A Natalia le llamaba la atención poder hablar de una sexualidad atípica que “nunca llega a estar sexualizada”. También quería entrar en un terreno apenas explorado por otras actrices o personajes femeninos en el pasado. Seguía teniendo dudas, pero “de alguna forma Marga ya se había activado dentro de mí”, reconoce a SERIES & MÁS. “Es un personaje muy extremo y tiene una trama muy tabú”, dice sobre el papel más complejo y fascinante de su carrera.
La andaluza estaba terminando la miniserie Mano de hierro y estaba a punto de rodar Asedio, la película de Miguel Ángel Vivas (los dos proyectos se estrenarán el próximo año), pero la oferta de R. Costa era tentadora. A su favor estaba su relación con el material de partida, del que ya era fan antes de leer los guiones. La visión de la guionista la acercó al proyecto. “Me gustaba que se contara la historia de estas mujeres con una vida tan vulnerable y tan difícil desde un punto de vista con mucho sentido del humor, aunque luego esa sonrisa se te pueda congelar. Creo que es una manera muy inteligente de afrontar una temática tan delicada”.
Marga, una mujer con un grado de discapacidad avanzado y un deseo sexual que lleva a las autoridades a iniciar un proceso de esterilización forzosa, fue una oportunidad para que la andaluza abandonara su propio cuerpo y se enfrentara la transformación más radical de su carrera. “Tenía que llegar a unos lugares y unos códigos que de primeras me eran desconocidos, debía renunciar a mucha normatividad implícita que he tenido desde que nací y que se ha desarrollado dentro de unos cánones. Tuve que construir todo eso y abrirme en canal, literalmente casi, para entregarme a Marga y que solo estuviera ella en escena”. De Molina se apoyó mucho en sus compañeras de reparto para someterse a un proceso de “aparecer y desaparecer a unos niveles que no había hecho nunca”.
“Tenía que ser capaz de no juzgarme, de tirarme totalmente a la piscina y permitirme este ejercicio de funambulismo”. No fue fácil abandonar el cuerpo y la mente de Marga cuando salía de rodar cada día. Al llegar a casa, como siempre hace cuando trabaja, llamaba a su madre. Esta vez estaba más preocupada de lo normal. “Compartí mis miedos e inseguridades con ella. Ella me escuchó y me acompañó en el proceso”.
La actriz se ríe cuando SERIES & MÁS le pregunta si se planteó que un papel así pudiera poner en peligro su carrera. “Bueno, nunca se sabe”. La naturaleza del salto al vacío de su interpretación hace que las reacciones a su trabajo hayan sido apasionadas, en todas las direcciones. Los Forqué la incluyeron entre las mejores interpretaciones del año. Los Feroz no, a pesar de que en el pasado la habían incluido entre sus candidaturas en cuatro ocasiones en el pasado.
Fácil acaba de llegar a Movistar Plus+ y de Molina se siente preparada para hablar de Marga desde el retrovisor. “Ahora que ha pasado tiempo y que tengo más perspectiva, me siento muy orgullosa del trabajo que he hecho y de haberme arriesgado a hacer algo así”. La jienense espera que personajes como los de la serie le abran la apuerta a otras historias y otras voces. “Espero que las cosas evolucionen y las actrices podamos explorar lugares que históricamente en el audiovisual sólo le ha pertenecido a los hombres, tanto aquí en España como fuera. Hacer a Marga también ha sido un acto de amor a mi profesión”.
“Me parece un mecanismo claro, antiguo y patriarcal de crear esta imagen de dos mujeres que se pelean. Al final lo que se hace es difuminar lo que importa, que son estas mujeres y los temas que se están exponiendo en la novela y en la serie"
Las actrices de Fácil han vivido con una mezcla de incomodidad y pena la guerra mediática que se desató cuando Cristina Morales se refirió en una columna de opinión a la serie como “nazi”. “Me parece un mecanismo claro, antiguo y patriarcal de crear esta imagen de dos mujeres que se pelean”, lamenta Natalia de Molina, fan confesa del libro original. “Al final lo que se hace es difuminar lo que importa, que son estas mujeres y los temas que se están exponiendo en la novela y en la serie. Yo celebro a las dos. Me encanta Anna R. Costa, porque creo que hacen falta mujeres como ella en el audiovisual, sobre todo aquí en España. Y Cristina Morales es una genia”. A la jienense le llama la atención que se haya prestado tanta atención a este desencuentro. “Se han adaptado millones de novelas y los autores han estado en acuerdo o desacuerdo con lo que se ha llevado, y no ha pasado nada”.
El tratamiento mediático al cruce de acusaciones entre la escritora y la guionista recuerda a la forma en que se abordó la supuesta mala relación entre la actriz Florence Pugh y la directora Olivia Wilde durante el rodaje y la promoción de No te preocupes querida. “Me parece una cosa tan del siglo pasado que cuando lo veía me decía: ‘qué pena, de verdad, que sigamos con esto’”, sentencia de Molina.