Recién salidos del boom mediático y social que ha supuesto un caso como el de Gisele Pelicot, Movistar Plus+ acaba de estrenar por casualidad Querer, reservándose una vez más una de sus mejores series para el final del año. El debut televisivo de Alauda Ruiz de Azúa ya era una propuesta con un discurso tremendamente actual, pero llega sin pretenderlo para poner un espejo frente a la sociedad y sin duda se posiciona ya como uno de los mejores lanzamientos de la ficción española en los últimos meses.  

Después de cerrar una temporada inmejorable con la galardonada Cinco lobitos, que ganó tres premios Goya, Ruiz de Azúa ha regresado con un relato sutil y claustrofóbico al mismo tiempo, en el que vuelve a sumergirse en un hogar que parece idílico. Hasta que un día, la protagonista estalla y decide deshacerse de las apariencias y el autoengaño de una vez por todas.

Miren lleva treinta años casada con su marido y todo parece ser un matrimonio normal. Para todos menos para ella, que está cansada de soportar durante décadas una violencia continuada. Nunca vemos los golpes que pudo haber recibido ni las secuencias de las agresiones que sufre en su propia casa, pero no es necesario. 

Un día, la protagonista, a la que por cierto interpreta una gigantesca Nagore Aramburu desde la contención, decide denunciar a su marido (Pedro Casablanc) por violación continuada, llevándose por delante el frágil equilibrio que parecía haber en su familia y dispuesta a dejarse arrollar por la oleada de cuestionamientos que emergen a su alrededor. Y todo esto sin tener en cuenta que, además, y por si fuera poco, sus hijos (interpretados por Miguel Bernardeau e Iván Pellicer) tendrán que elegir si la creen o no.

A partir de aquí comienza un encarnizado juicio y un viaje familiar donde solo hay un objetivo sobre la mesa: conocer la verdad.

Aunque apenas sean cuatro capítulos los que desarrollen la historia, en ellos hay cantidad de detalles que llamarán nuestra atención. Y una sucesión de decisiones creativas que no se pueden haber tomado con mejor criterio.

Buceando en la bruma y el paisaje apagado y gris que predomina en el norte de España, Querer nos sitúa en el núcleo de una familia de clase media, mostrando desde un primer momento que los sucesos más desgarradores pueden ocurrir en tu propia casa. Y que los agresores suelen ser personas “normales” -entre muchísimas comillas- que la mayor parte de las veces se esconden tras la fachada de un buen hombre blanco cisheterosexual, un marido ejemplar o un padre de familia. 

Poniendo el foco en el lugar más objetivo posible y sin caer en la pornografía del sufrimiento o del trauma, la serie nos obliga a tomar partido. Porque toddos nos sabemos la teoría de que la violencia machista y sexual es una lacra de nuestra sociedad, pero ¿qué passa cuando los que la ejercen son personas de tu círculo a las que creías conocer? ¿Qué ocurre cuando el que maltrata a su mujer es el hombre ejemplar, el jefe modélico de una empresa o el padre de tus hijos con el que llevas conviviendo más de media vida?

Pues que comienza a cuestionarse a la víctima, que debe demostrar que lo es constantemente ante un juicio real y social que le pide rendir cuentas por haber tardado demasiado en pronunciarse.

Ese escarnio es el que sucede ante nuestros ojos en Querer, una serie tan inmensa que no cabe en la pantalla y que quizá se hace destacar por su constelación de pequeños detalles. En cada secuencia encontraremos diálogos tan realistas como dolorosos, que nos dejan claro que no es necesario mostrar la violencia explícita para escenificar el maltrato.

Como por ejemplo las secuencias que transcurren tras las bambalinas del juicio, en casa y en familia, donde la serie adopta un costumbrismo que puede llegar a ser aterrador. Como bien dice Miren en el juicio, “el miedo es invisible” y no será necesario ver cómo era la vida antes de su denuncia, porque sí que percibiremos cada uno de los golpes y la angustia que puede provocar escuchar el mero sonido de la cerradura girando cuando alguien a quien temes está a punto de entrar en casa y hace mucho que dejaste de sentirte segura en ella.

Desde la escenografía y la dirección de fotografía hasta la interpretación de su elenco y un guion brillantemente ejecutado, Querer es una mirada que no podemos esquivar y nos apela directamente, pidiendo que cambiemos el foco y que obliguemos al miedo a cambiar de bando -como dijo la propia Gisele Pelicot-. 

Es una serie que arrasará con toda nuestra entereza emocional desde una aparente delicadeza y que sin duda es de lo mejor que nos ha dado la ficción española en televisión. Y también se puede decir de ella que contribuye a aliviar -aunque solo sea un poco- el dolor que provoca esta deuda impagable que tiene la sociedad con las mujeres.