Hace un mes, la hija de Diego Armando Maradona se casaba. Una noticia más propia de las páginas de sociedad de no ser por la parafernalia montada en la ceremonia. De repente los novios y varios invitados salieron ataviados con monos rojos, unas extrañas máscaras con la cara de Dalí y empezaron a cantar el Bella Ciao. Ni traje blanco, ni vals, ni nada de tópicos. El motivo era que Dalma es una auténtica fan de La casa de papel, la serie española que nació en Antena 3 pero que gracias a Netflix se ha convertido en un auténtico fenómeno mundial.
Actualmente es la serie de habla no inglesa más exitosa de la plataforma, que ya ha anunciado una nueva temporada con la que no se contaba inicialmente. La ficción creada por Álex Pina ha reventado las expectativas, y no sólo en el plano de la ficción, sino que también se ha convertido en un emblema revolucionario en los jóvenes, tanto que en países como Turquía (donde es un auténtico fenómeno), han pedido su prohibición por incitar a la rebelión. Los políticos islamistas temen que una serie en la que unos jóvenes roban al estado y argumentan su decisión, pueda enviar a los espectadores mensajes para levantarse contra el poder establecido.
“Desde la música a los eslóganes, de los vestidos a los escenarios, cada fotograma incluye mensajes subliminales. Esto debe ser investigado”, escribió Ömer Turan, tertuliano de la cadena AkitTV, en su cuenta de Twitter y añadió que La casa de papel incita a una nueva revuelta como la ocurrida contra el Gobierno de Erdogan. El antiguo alcalde de Ankara, Melih Gökçek, le ha apoyado y ha pedido que “la policía y los servicios secretos investiguen la serie por convertirse en un símbolo de rebeldía bastante peligroso”. A los líderes les da miedo que en la serie española haya diálogos como el siguiente:
“¿Por qué no me quieres oír, Raquel? ¿Porque soy de los malos? Te han enseñado a verlo todo en concepto de buenos y malos. Pero esto que estamos haciendo no te parece mal si lo hace otra gente. En el año 2011, el Banco Central Europeo creó de la nada 171.000 millones de euros… de la nada. Igual que estamos haciendo nosotros. Sólo que a lo grande. 185.000 en el 2012, 145.000 en el 2013 ¿y sabes a dónde fue a parar todo ese dinero? A los bancos. Directamente de la fábrica a los más ricos. ¿Dijo alguien que el Banco Central Europeo fuera un ladrón? No. Inyección de liquidez, lo llamaron. Y lo sacaron de la nada, Raquel. ¡De la nada! (coge un billete y lo rompe) ¿Qué es esto, Raquel? Esto no es nada. Es papel. ¿Lo ves? Estoy haciendo una inyección de liquidez. Pero no a la banca. La estoy haciendo aquí, en la economía real de este grupo de desgraciados que somos. Para escapar de todo esto. ¿Tú no quieres escapar?”.
Esto no es nada. Es papel. ¿Lo ves? Estoy haciendo una inyección de liquidez. Pero no a la banca. La estoy haciendo en la economía real de este grupo de desgraciados que somos
Un canto al levantamiento de las clases populares contra unos políticos corruptos que roban a los más pobres para dárselo a los más ricos. Dar la vuelta a la tortilla y devolver el poder al pueblo, algo a lo que los ciudadanos se han desacostumbrado y que ha calado en el espectador con La casa de papel. En Youtube abundan los vídeos de gente disfrazada con las ropas y máscaras de la serie, pero sobre todo entonando su himno: el Bella Ciao, que ha resucitado gracias ala ficción española. Si buscas en la plataforma de vídeos el título de la canción italiana, lo que salen son escenas de la serie, explicaciones de su uso y decenas de contenidos relacionados con la ficción, más que con la composición original.
Ese es el éxito absoluto de La casa de papel, haber dotado a la revolución de una puesta en escena, de un vestuario y un cántico propio. Pocos saben que el origen del Bella Ciao está en el antifascismo. Era la canción de los grupos de resistencia italianos contra Mussolini durante la Segunda Guerra Mundial, un tema que después se ha ido pasando y cantando en todos los movimientos revolucionarios y populares.
En la construcción de ese imaginario recuerda a V de Vendetta, que desde su novela gráfica, pero especialmente con su adaptación al cine, otorgó a la gente una indumentaria con la que protestar contra el sistema. La máscara del revolucionario Guy Fawkes, que quiso atentar contra el rey en la conspiración de la pólvora, se convirtió en un emblema para grupos como Anonymous, y en todas las manifestaciones la gente vestía la máscara de Fawkes que se usaba en la película.
La casa de papel ha tenido un resultado parecido, y mientras muchos seguidores sólo se visten como los héroes de su serie favorita, otros han adoptado su indumentaria para salir a las calles y liderar una revolución contra el poder que la serie española nunca pensó en promover.