Es matemático. Película que estrena Meryl Streep y a la gente se le llena la boca de elogios. Da igual que sea un peliculón como Los archivos del Pentágono o algo tan mediocre como The laundromat, ella siempre se lleva los piropos y la gente pide un nuevo Oscar para ella. Y no es porque no se los merezca, al revés, se los lleva porque es infalible. Todo en su boca suena perfecto, natural y nada impostado. Encuentra siempre un nuevo detalle para enriquecer a sus personajes, un gesto, una entonación que la separan de sus cientos y cientos de papeles.
Meryl puede con todo, y hasta en esos secundarios como la suegra de Nicole Kidman en Big Little Lies se luce. Cada vez que veo una película o una serie suya me pregunta cuántas actrices como ella hay. Y siempre me salen pocos nombres. Encuentro algo de ella en la magnífica Kate Winslet o incluso en Amy Adams, siempre perfectas, pero ella tiene algo especial que hace que esté un paso por encima.
El otro día me di cuenta que en España tenemos una Meryl Streep (seguramente sean más), una actriz que eleva cada producto en el que sale, que en su boca suena bien la frase más absurda y que se ha demostrado infalible a prueba de balas. Se trata de Carmen Machi, y lo pensé viendo Criminal, interesante apuesta de Netflix como concepto. Un procedimental de interrogatorios que ha rodado tres capítulos en España, tres en Reino Unido, tres en Francia y tres en Alemania.
Los de aquí los ha dirigido Mariano Barroso, y aunque no es más que un entretenido pero olvidable producto, se la juega todo a la interpretación de sus actores. Aquí sólo hay un escenario, la comisaría y, fundamentalmente la sala de interrogatorios donde pasan detenidos que según avanza el episodio van descubriendo sus motivos para estar allí. Con semejante apuesta está claro que Criminal se la juega a a las interpretaciones de sus actores. Algunos fijos, y luego un acusado diferente en cada capítulo.
El nivel es alto, ahí está Emma Suárez, Álvaro Cervantes (uno de los mejores actores de su generación) o las composiciones de Inma Cuesta o Eduard Fernández, pero yo no dejo de pensar en Carmen Machi, en lo que hace en el primer capítulo como esa pija enamorada de su perro con muchos secretos. Paladea cada frase, disfruta con cada gesto y hace que nos creamos que es una 'femme fatale' de urbanización de lujo. Porque Machi puede ser lo que ella quiera. Como decían en Modern Family a costa de Meryl Streep, ella podría ser Batman y sería la mejor opción.
Puede que para muchos sea Aída, la asistenta de Siete Vidas que luego tuvo serie propia en Telecinco. Sólo por eso ya se merecería todos nuestros elogios. Un torrente cómico que arrastra con ella la tragedia de su personaje. Pero ella es mucho más, también mucho más que su personaje en Ocho apellidos vascos por el que logró el Goya a la Mejor actriz secundaria. Rescaten por favor lo que hace en Las furias, de Miguel del Arco, La puerta abierta, de Marina Seresesky, por la que optó de nuevo al Goya, y por supuesto su brutal composición en La mujer sin piano, de Javier Rebollo. De postre vean el cortometraje de Pedro Almodóvar La concejala antropófaga, donde el director escribe un hilarante y político monólogo sobre el placer que sólo Carmen Machi puede elevarlo hasta las alturas.
Luego está lo que hace encima de las tablas, cuando en un teatro demuestra que es un animal interpretativo como pocos. Ya lleva tres premios Max, y en la memoria de muchos espectadores ha dejado interpretaciones como las de Agosto, Antígona o, sobre todo, Juicio a una zorra, el monólogo que Miguel del Arco le regaló donde interpretaba a una Helena de Troya venida a menos. Ella sola, encima del escenario podía con todo. No hacía falta más que escuchar a La Machi, un artículo femenino que se ha ganado como lo han hecho antes las grandes, La Espert o La Streep. Ojalá sigamos disfrutando en todas sus versiones de una actriz tan grande como ella y que no se nos caigan los anillos al decir lo buena que es.