Hace dos veranos Netflix sorprendió a todo el mundo con The Sinner, una serie que realmente no habían producido ellos, sino que había sido estrenada en EEUU en el canal USA Network pero que ellos habían echado el ojo para ficharla y asegurarse su estreno en exclusiva en todo el mundo y tras su paso por la televisión tradicional. Por supuesto, una vez entró en la plataforma se convirtió en un éxito. Era la serie de la que hablaba todo el mundo. En parte porque nadie la tenía en su radar y se habían encontrado, sin esperarlo, con una de las series más adictivas, sino la que más, del momento.
Protagonizada por Jessica Biel, The Sinner presentaba a una joven e ideal madre de familia que un día apacible en un lago junto a su marido y su hijo pierde la cabeza al ver a un hombre, coge un cuchillo y le asesina delante de todos. El espectador no daba crédito, la protagonista acababa de matar a un personaje sin venir a cuento y nadie sabía por qué. Ese era el gancho. Aquí no hay que descubrir si es inocente o culpable, sino por qué lo hizo. Su personaje aseguraba no saber qué había ocurrido en su cabeza, pero sabe que había apuñalado a un aparente desconocido.
Con una serie de flashbacks se iba contando lo que ocurría en su mente, el trauma que había desencadenado todo y teníamos que ir siguiendo la investigación policial del personaje de Bill Pullman para ver si ella mentía o realmente no sabía qué había pasado. Le daba la vuelta al típico thriller y sin perder misterio, al revés, cada capítulo tenía un giro que te dejaba pegado a la butaca queriendo saber más y más hasta llegar a la explicación. El éxito hizo que rápidamente se renovara por una segunda temporada que, sin ser tan adictiva como la primera, también cumplía. En esta ocasión era un niño a quien veíamos envenenar a dos personas que decían ser sus padres y debíamos acudir al proceso de desencriptar su frágil cabeza.
Ahora ha llegado la tercera temporada, y en pocos días ya está en el número dos del ránking de Netflix. No es de extrañar, en cuanto ves el primer episodio de esta nueva tanda de episodios de The Sinner no puedes parar, quieres saber qué ha pasado. Lo bueno es que han alterado un poco la fórmula para que no suene tan repetitiva y el comienzo es hasta un poco confuso. Por primera vez no vemos el crimen, sino que vemos a Jamie, el personaje de Matt Bomer (lo mejor de la temporada) contando que ha tenido un accidente de coche con su amigo Chris Messina, que había aparecido en su casa de forma misteriosa provocando en él una estabilidad clara.
La investigación del personaje de Bill Pullman, nexo de unión todas las temporadas, rápidamente deja ver que puede que haya algo más, que ese accidente fuera provocado y que él dejara morir a su amigo. ¿Por qué lo hizo? Esa vuelve a ser la clave de The Sinner, pero en esta ocasión introduce un elemento nuevo: ¿y si realmente estuviéramos ante un asesino? En las anteriores temporadas comprendíamos que el trauma les había hecho realizar un acto terrible, pero de alguna forma lo entendíamos, porque nos colocaban ante la fragilidad de la mente. Aquí también nos colocan a una persona cuyo consciente ha hecho crack, pero habrá que ver hasta qué punto.
Esta tercera temporada puede ser la que tenga menos misterio (todo se resuelve en la primera mitad), pero es la más enfermiza de todas. La espiral de perdición donde entra Jamie y arrastra a todos hace que estos episodios suenen diferentes. ¿Habrá posibilidad de redención? Es verdad que en los últimos episodios pierde fuelle y se hace un poco repetitiva, pero sigue siendo la serie más adictiva de Netflix, y encima ha sabido dar las pinceladas justas para reinventarse sin cansar a los fans. El carisma de Bomer y cómo lleva a su personaje desde su perfecta vida hasta los actos más inesperados son otro de los encantos de esta joya que va a animar a muchos el verano. Por supuesto ya han renovado por una cuarta temporada. Nadie lo dudaba. Mientras The Sinner siga funcionando tenemos serie para rato.