El Festival de Eurovisión es uno de esos fenómenos extraños que atrapan la atención de todo el mundo sin saber bien por qué. Algunos sólo para reírse, otros para comentar la gala por internet, muchos por tradición y unos cuantos como fans acérrimos que se parten la cara por este certamen que reúne todos los años a representantes de todos los países de la Unión Europea para competir por ver quién es la mejor canción de todas. Todos los años se habla de Eurovisión, ya sea por nuestra mala posición, por algún concursante excéntrico o porque tu cuñado dice que allí “todo es politiqueo y que siempre ganan los mismos”.
Lo que no sabíamos es que el Festival de Eurovisión trasladaba fronteras, y que desde Hollywood uno de sus cómicos más populares, Will Ferrell, seguía de alguna forma este evento masivo que tiene millones de espectadores en todo el mundo. Ferrell vio en el certamen el contexto perfecto para una de sus comedias alocadas e imprevisibles, y encontró en Netflix su socio perfecto para esta aventura que ya se puede ver en la plataforma y que se llama Festival de la Canción de Eurovisión: La historia de Fire Saga. Llega, además, en un momento extraño, ya que este año no ha podido celebrarse la edición por el coronavirus, y esta película es lo más cercano a un Festival de Eurovisión que sus fans tendrán.
¿Y cómo se ha acercado Will Ferrell a un acontecimiento tan lejano a su país? Pues creando una historia ficticia de dos amigos islandeses que están obsesionados con el certamen desde que escucharon de niños a ABBA tocando su histórico Waterloo con el que se convirtieron en estrellas. Desde entonces viven obsesionados con poder representar a su país, y ensayan juntos toda la vida hasta que esa oportunidad se plantea por casualidad en su cara. Él interpreta al chico del dúo, y Rachel McAdams a la chica. McAdams vuelve a revelarse como una excelente actriz cómica, igual que hizo en Noche de Juegos, y es de lo mejor de una función desigual y excesivamente larga.
Por supuesto este dúo es mirado por todo su pueblo como unos frikis absolutos. ¿Quién en su sano juicio soñaría con ir a Eurovisión? Todos les señalan, incluido el padre de Ferrell, al que da vida Pierce Brosnan. Por azares del destino acabarán representando a su país, donde los propios organizadores tienen dudas de qué hacer. La mitad votan por enviar una canción maravillosa, cantada en inglés (única forma de ganar) para arrasar, y otros creen que ese festival no sirve de nada y que ganar sólo implicaría gastar muchos millones en celebrar la siguiente edición. Una discusión como la que tienen todos los años los fans de Eurovisión que se parten la cara con los detractores diciendo que sería un ingreso en vez de un gasto por todo lo que genera.
La segunda parte de la película ya tendrá lugar en el propio certamen, donde este dúo musical empezará a ver las interioridades de la industria musical y conocerán a su principal rival, un don Juán al que da vida Dan Stevens -alocado y lo mejor del filme- que representa a Rusia y que lleva una coreografía cargada de momenos homoeróticos. Todo el filme juega con la mítica discusión: ¿es Eurovisión un festival serio o un nido de frikis? Islandia manda a dos inadaptados que al final, cómo no, reivindicarán el festival y robarán el corazón de todos.
Esa es un poco la mirada de Ferrell, que también escribe el guion y que se mueve entre ridiculizarlo y celebrar su existencia. Igual da una coz a esas actuaciones llenas de brilli brilli y poco gusto musical que se saca de la manga un remix con los últimos ganadores para que los fans se relaman del gusto. No decide qué quiere hacer, y se queda a medio gas todo el rato. Mientras que algún gag funciona todo se queda a medio gas y la mezcla de bromas chuscas, golpetazos y equivocaciones no está a la altura de una premisa que podía haber sido perfecta para realizar una comedia salvaje.
Le ha faltado atrevimiento. Hay miedo a molestar, algo que Ferrell no debería tener a estas alturas, y eso se nota. Su película no ganaría el Festival, pero podría llevarse unos cuantos puntos del televoto, al menos para quedar a mitad de tabla en las votaciónes. Los 12 puntos no son para él.