En toda la historia de los Premios Oscar, sólo en dos ocasiones se ha entregado una estatuilla de forma póstuma. Dos veces, el ganador del galardón había fallecido antes de poder recogerlo. La primera, fue el maravilloso Peter Finch, que ganaba como actor principal por Network, un mundo implacable en 1977. Finch, fallecía en enero de ese mismo año. El segundo caso es mucho más reciente, y es el de Heath Ledger, que por su escalofriante interpretación de Joker en El caballero oscuro, ganaba el 22 de febrero de 2009, un año después de su trágica muerte.
Este año puede ocurrir una tercera vez. Aunque todas las quinielas dan como favorito para el premio a la Mejor interpretación masculina a Anthony Hopkins por su papel en El padre, también todas indican que muy cerquita se coloca Chadwick Boseman por su interpretación en La madre del blues. El protagonista de Pantera Negra fallecía el pasado agosto a causa de un colon. Una enfermedad que había mantenido en secreto. La noticia dejó en shock a toda la industria. Se iba uno de los actores negros más prometedores y con más trayectoria, como había demostrado hacía poco con Spike Lee en Hermanos de sangre.
En la recámara quedaba su última interpretación… y menuda interpretación. Una de esas que dejan al espectador con la boca abierta. Una mezcla de dolor, rabia y contención con la que borda su personaje en el filme dirigido por George C. Wolfe y producido por Denzel Washington. Un actor que se convirtió en un icono al interpretar al primer superhéroe negro y que realiza una actuación por la que seguro estará nominado. La madre del blues es una de las películas con las que Netflix -donde se podrá ver desde el 18 de diciembre- quiere arrasar en los próximos Oscar, y tiene todo a su favor con esta historia sobre el personaje real de Ma Rainey, una pionera del blues. Está basada en una obra de teatro del autor de Fences, y fabula sobre lo que pudo ocurrir en el estudio mientras grababa su disco en Chicago en 1927, con las tensiones raciales y entre su propia banda a flor de piel.
En el marco de la promoción de la película, la plataforma organizó un Q&A con el reparto de la película y el director. Allí estaba Viola Davis, que da vida con fuerza y poderío a esa matriarca del blues y que suena también para el Oscar. Ella habló de su compañero, y le definió como “un diamante en bruto” en una industria donde “hay mucho fraude”. “Él vivía el momento”, dijo Davis emocionada y aseguró que “este tiempo del coronavirus hemos aprendido que todo lo que tenemos es el ahora”. “La gente discute y cree que habla de arte y que discute de arte, pero realmente de lo que discuten es de la industria, hay muchos fraudes en este negocio”, aseveró.
Por ello destacó una figura como la de Boseman: “Hay mucha gente que no sabemos de dónde viene, que coge el bus el primer día y que en dos segundos ya quiere ser Meryl Streep, pero Chadwick era un artista, un artista que dejaba atrás su ego y su vanidad. En este trabajo tienes que usar tu dolor, tu drama y tu alegría como gasolina, y al final lo que te queda es tu integridad, y él era uno de esos diamantes en bruto de este negocio. Puedes llevar 50 años en esta carrera y no haberte cruzado nunca con un Chadwick Boseman”.
Él era uno de esos diamantes en bruto de este negocio. Puedes llevar 50 años en esta carrera y no haberte cruzado nunca con un Chadwick Boseman
Sus compañeros de reparto también alabaron al actor, y recordaron una escena extremadamente dramática en la que su personaje ajusta cuentas con dios y le pide responsabilidad por sus tragedias. Ahí es donde Chadwick Boseman se abre en canal y fue entonces cuando todos entendieron después por lo que estaba pasando. Una toma en la que todos acabaron llorando y abrazados. “Ese hombre tuvo esta pelea dentro de él hasta el final, es como si supiera que no tenía suficiente tiempo en esta Tierra”, dijo su compañero de reparto Colman Domingo.
La madre del blues habla del racismo intrínseco en la sociedad, y aunque habla de los años 20, también del presente, y esa es su principal fuerza. Viola Davis confesó que una de las cosas que más le gusta de la película es cómo habla de “la falta de fe”. “En las pelis con personas negras siempre hay iglesias y cánticos. Matan a tus hijos, me cortas la lengua… pero no pasa nada, el domingo voy a misa a pedir a dios y decir que sigo confiando en él. Yo he estado en películas así, y creo que eso ha contribuido a la deshumanización del racismo, porque parece que decimos que nos sobreponemos rápido a todo, que pueden hacer lo que quieran con nosotros porque en dos minutos estaremos bien, y no conozco a nadie que haya pasado una tragedia que no se cuestione su fe en dios, y me encanta eso porque lo que no se puede negar es nuestro dolor”, zanjó Davis con la seguridad que da una carrera labrada para poder poner temas sobre la mesa.