La semana pasada se juntaron dos cosas que, aunque a simple vista no tenían nada que ver, en el fondo estaban íntimamente relacionadas. El jueves, el Festival de Cannes anunciaba su Sección Oficial. Una lista inmensa de películas que hicieron que los cinéfilos dieran palmas con las orejas. Cannes ha conseguido reunir a todo el cine de autor, y además se ha sacado de la maga una nueva sección de Premieres para que otros títulos -o más comerciales o de autores que ya han competido por la Palma de Oro- puedan estar allí sin competir.
El pasado viernes se estrenó Xtremo. La nueva película de Netflix en España. No me hagáis volver a explicar lo que supuso. Con una vez tuve suficiente. Y diréis, ¿qué narices tiene que ver la película de acción con Óscar Jaenada y el Festival de Cannes? Pues realmente poco, pero sí que me hizo pensar y mirar en el cine que la plataforma está produciendo en otros países. Porque poco después de que Cannes anunciara su Sección Oficial, la noticia estaba en por qué Netflix no había llevado ninguna película.
Thierry Fremaux, el director del certamen, salió al paso y dejó claro que era porque ellos no habían querido aceptar las normas de Cannes, que dice que si quieres competir por la Palma de Oro tienes que comprometerte a estrenar en salas francesas. Algo que en la plataforma no prevén hacer -no voy a entrar ahora en esa polémica, dejémosla para más adelante-. A Fremaux le preguntaron qué títulos se barajaron, y dejó claro que la película de Sorrentino no estaba terminada, y que le hubiera gustado proyectar fuera de concurso lo nuevo de Jane Campion y el biopic de Marilyn Monroe que ha dirigido Andrew Dominik y que protagoniza Ana de Armas.
Ahí es donde en mi cabeza todo se unió. Yo acababa de ver una película como Xtremo, mientras Netflix en otros lugares está produciendo a los mejores directores del mundo. Al mirar la lista de películas que prepara la plataforma en nuestro país, me di cuenta que tenemos un serio problema con la apuesta por la producción original en España. Especialmente la cinematográfica. ¿Cómo es posible que en Francia hayan producido a Jean Pierre-Jeunet y aquí El practicante?
Ojo, no me estoy metiendo con la calidad. Pero no entiendo que aquí hayan apostado por thrillers hechos con el piloto automático y fuera estén produciendo a Scorsese o a Alfonso Cuarón. Me niego a creer que no haya proyectos interesantes para que Netflix saque la chequera. Que hablen con Alberto Rodríguez, que estoy seguro que estará encantado de levantar su película de ciencia ficción que tanto tiempo lleva queriendo rodar. O que tengan narices y pongan un cheque encima de la mesa para adaptar el guion inédito de Berlanga que estaba en su caja y que se ha descubierto ahora.
Parece que la ficción española, esa por la que tanto quieren apostar, es más una fábrica de churros que una apuesta por el cine de prestigio. Ese capaz de competir en festivales internacionales. Aquí quieren fenómenos de masas entre el público hispanohablante. Obras que enganchen tan rápido como se olvidan. Perdonen la simpleza, pero parece que España es el McDonalds y acuden al resto del mundo para comerse un buen solomillo. ¿Cómo es posible que en Reino Unido apueste por The Crown y aquí por Sky Rojo?
Y eso que aquí tenemos a los mejores cocineros, pero parece que eso no les interesa. Quieren la nueva La casa de papel, el nuevo Bajocero, y está bien que sea así. Nosotros podemos y sabemos hacerlo, y eso demuestra que la industria empieza a tener músculo para conseguir proyectos industriales que triunfen en todo el mundo. Lo que no está bien es que aquí no les importe el prestigio ni los autores. Que las dos mejores películas originales que han hecho sean dos de las primeras (7 años y Fe de Etarras) y que la línea de producción deje claro una y otra vez el tipo de series y películas que les interesa.
Nuestra industria audiovisual es mucho más variada. Y lo saben. Pero de momento no les interesa producir a Paula Ortiz, o a Fernando Trueba, que reconocía en este periódico que tiene hasta pensado qué proyecto ambicioso haría si le dejaran, como a Cuarón, vía libre para rodarlo. Nosotros también queremos que cuando haya la nueva polémica de por qué Netflix no va a Cannes le pregunten por un título español. Seguiremos esperando.