20 años después de que Dolores Vázquez fuese condenada a 15 años de prisión por el asesinato de la joven Rocío Wanninkhof, Tània Balló estrena en Netflix el documental El Caso Wanninkhof - Carabantes, en el que señala las irregularidades de la investigación, del proceso judicial y la responsabilidad de los medios en su resolución y los trágicos eventos posteriores.
En una línea similar a la de Nevenka, esta película documental revisita con la mirada de hoy un caso mediático de principios de este siglo en España, para hacer un retrato de cómo era nuestra sociedad en aquel momento, y cómo se construyen las narrativas de culpabilidad a través de los medios de comunicación.
La propuesta de Balló (Las Sinsombrero, Oleg y las raras artes) cubre las múltiples perspectivas del caso: judicial, política, mediática y de género, dejando al descubierto la facilidad pasmosa con la que, por presión social, se sentenció una condena para la que no había pruebas fehacientes.
Sobre por qué este caso necesitaba la reflexión de un documental, la estructura de su guion, los testimonios a los que ha tenido acceso, la ausencia de Dolores Vázquez, si hemos cambiado como sociedad desde entonces y la importancia del punto de vista en el género, SERIES & MÁS habló por teléfono con su guionista y directora.
¿En qué momento decide que el Caso Wanninkhof - Carabantes merecía el tratamiento documental?
Yo tenía 22 años cuando se detuvo a Dolores Vázquez, y la verdad es que este caso siempre me perturbó mucho. No recuerdo haber visto imágenes de cuando se estaba buscando a Rocío, pero recuerdo perfectamente las imágenes casi en directo de cuando detienen a Dolores. Estuve muy atenta al caso hasta el final, cuando se la exonera después del asesinato de Sonia Carabantes. Ahí empecé a entender que esta cosa perturbadora que a mí me suscitaba este caso es que era un caso claro de homofobia, más concretamente, lesbofobia. Desde que recuerdo, siempre quise hacer algo documental con este caso, pero por mi forma de trabajar no me imagino haciéndolo con cinco años de distancia. Tenía claro que el paso del tiempo le iba a favor para abordarlo con cierta serenidad, con algunas de las heridas más o menos cerradas. No hablo, por supuesto, de las heridas siempre sangrantes por parte de las familias. Y mi interés coincide con la oportunidad que dan plataformas como Netflix para desarrollar este tipo de proyectos. Aunque yo me distancio del docucrime, cada vez es más fácil hacer estos documentales porque es un género que está de moda, y hasta hace poco eran muy difíciles de producir en la industria audiovisual española.
Hay un momento en la sala de montaje en el que tienes que decidir cuando terminar, porque si no, no acabas nunca, pero es ahí donde se van formando los guiones de documental
El guion tiene una estructura muy clara, ¿la tenía fijada desde el principio o es algo que va encontrando en la filmación y el montaje?
Hicimos un gran trabajo de guion durante la preproducción, pero las cosas iban cambiando porque iban apareciendo nuevos personajes o al final no teníamos aquellos que pensábamos que sí. Cuando estás filmando te encuentras con cosas que no te esperabas, porque el documental es un género muy activo y siempre está apareciendo nueva información. Hay un momento en la sala de montaje en el que tienes que decidir cuando terminar, porque si no, no acabas nunca, pero es ahí donde se van formando los guiones de documental. Para nosotros era muy importante no pasar las líneas rojas impuestas por nosotros mismos, para que no se nos escapara nada de tinte sensacionalista ni que se pudiera entender que no estábamos trabajando desde el más profundo respeto. Esto supuso mucha revisión en la estructura y el montaje. También hubo un ejercicio muy fuerte de que la película se entendiera bien en todo el mundo, porque ese es el público de Netflix y no puedes dar nada por sabido, tienes que pensar desde una narrativa dirigida a un público internacional.
Puede darnos algún ejemplo de esas cosas que no esperaba y le sorprendió encontrar durante la filmación.
Bueno, más que sorpresa, ha sido más como gratitud por los testimonios como los de Cecilia King, Christine Blewer o propia Encarna Guzmán, la madre Sonia, que fueron absolutamente generosas a la hora de explicarme su tragedia. Eso me conmovió. No sé si la palabra es sorpresa, pero sí fue muy revelador. Sus testimonios fueron muy importantes porque me ayudaron a construir la película desde el respeto, la no revictimización, el entendimiento de lo que es sobrevivir a tragedias como esas y vivir con ellas a hombros el resto de tu vida. Eso me hizo ser más consciente de lo que ya era de que el tema era muy delicado y tenía que estar muy atenta para no sobrepasar en ningún momento esas líneas rojas que son tan importantes para mí.
¿Sabía desde el principio que quería contar con testimonios como el de Cecilia o Christine? ¿qué tan fácil fue contactar con ellas?
A Christine no. Durante la investigación encontramos una pequeña reseña que había sobre ella del tiempo inglés y es un personaje que no tenía previsto al inicio del desarrollo y no sabía si iba a ser interesante hablar con ella o no. A Cecilia sí que la busqué, porque me parecía importantísimo darle voz, porque es una manera de que la gente vea cómo estos sujetos arrastran muchas víctimas. En el caso de Christine lo estuve pensando a ver si era necesario o no. Hablamos con ella y fue muy bonito porque ella había estado trabajando mucho para superar su trauma y nos dijo "ha llegado el momento, quiero explicar lo que me pasó". Yo simplemente me ofrecí a escucharla y la grabé desde ese lugar donde ella quería estar y me siento realmente agradecida por ello.
¿Y con Dolores Vázquez intentó hablar?
Sí, claro que lo intenté, pero ya sabía que iba a decir que no. También que yo estaba dispuesta a hacer la película aún sabiendo que ella no iba a estar. Tengo que decir una cosa, y de verdad que no es una excusa, pero creo que, documentalmente hablando, la ausencia de Dolores y su silencio reafirma mi tesis sobre las consecuencias de la barbarie y del linchamiento que sufrió. Personalmente, yo defiendo, respeto y entiendo el silencio de Dolores. Si algún día cambia de opinión, espero que sea porque ella lo necesita, no porque creamos que tiene alguna obligación. Creo que yo actuaría igual, pero si me pongo el sombrero de documentalista, su silencio me sirve para reafirma esa idea de que se la linchó gratuita e injustamente y que eso rompió pasar siempre en su vida. Creo que es una forma muy clara de ver las consecuencias del caso judicial. Alicia Hornos (la madre de Rocío Wanninkhof) no pudo participar por razones personajes y de salud, aunque yo también entiendo que ha estado muy expuesta durante mucho tiempo y llega un momento en el que estás cansada de todo, así que también la entiendo y la respeto. Pero al final, he acabado tratando a las dos protagonistas de la primera parte del documental de la misma forma, con imágenes de archivo, así que hay algo de justicia en eso.
Creo que hay sectores de la sociedad que estaríamos mucho más alerta y que al menos seríamos un poco más disidentes ante las líneas rojas que se sobrepasaron sin ningún tipo de escrúpulos en aquel momento
¿Cree que hemos cambiado lo suficiente como sociedad como para pensar que lo que ocurrió con Dolores Vázquez hace todos estos años no pasaría ahora?
Quiero pensar que la lesbofobia en este caso no pasaría ahora a ese nivel. Creo que hay sectores de la sociedad que estaríamos mucho más alerta y que al menos seríamos un poco más disidentes ante las líneas rojas que se sobrepasaron sin ningún tipo de escrúpulos en aquel momento. Ahora, en cuanto al tratamiento por parte de los medios y su facilidad para convertirlo en un circo mediático, eso, por desgracia, no hace falta que te diga yo si volvería a pasar, porque han pasado 20 años y ya lo hemos visto de nuevo. Ahora ante el tema de la lesbofobia, creo que habría más voces disidentes y una confrontación mucho más frontal ante esa situación, porque el colectivo LGTBI tiene mucho más espacio de poder y porque hay una parte de la sociedad mucho más sensibilizada y mucho más alerta ante estas cuestiones. Quiero pensar que no pasaría a ese nivel.
Su documental coincide en el tiempo con el de Nevenka o el de Britney Spears, que han dejado al descubierto una misoginia de los medios de comunicación y nuestra pasividad ante ella, ¿cuál es la reflexión que debemos hacer ante esto?
Creo que la reflexión debe venir de parte de los medios y establecer la línea entre información y manipulación. A veces el periodista en su ejercicio noble piensa que está informando, pero la línea se desvanece. Un circo mediático no es responsabilidad de un solo artículo, una imagen o una tertulia, es todo junto. Desde dentro del periodismo se tendría que decir basta, poner un límite que cada medio no está dispuesto a cruzar. A lo mejor deconstruyendo ese gesto, acabamos destruyendo el todo. Es muy difícil responder esa pregunta, porque no soy periodista, pero creo que la reflexión debe venir por parte de todos los sectores de la sociedad, los que generan la información y los que la consumimos.
Para poder abrir el debate, el documental tiene que tener un punto de vista inicial, sino se convierte en información, que es igual de loable, pero ya estamos hablando de otra cosa
Parece que a veces el espectador tiende a asociar documental con reportaje de investigación. El documental 'Allen vs. Farrow' en HBO recibió algunas críticas porque tenía una tesis y no le daba voz a las dos partes implicadas, ¿cree que el punto de vista es importante en un documental?
El punto de vista es importante en un documental en el momento en el que genera reflexión. Todo gesto reflexivo tiene algo de política, política entendida como opinión y no tiene porqué ser un gesto soberbio ni un gesto de verdad absoluta, la opinión es un punto de vista. Cualquier ejercicio que se plantea el autor desde la reflexión tiene que partir de un posicionamiento. Un posicionamiento abierto al debate, pero para poder abrir el debate el documental tiene que tener un punto de vista inicial, sino se convierte en información, que es igual de loable, pero ya estamos hablando de otra cosa.