Un año después de saltarse de forma excepcional la temporada de festivales cinematográficos del otoño, Netflix ha vuelto a confiar en Venecia, Telluride, San Sebastián, Nueva York y Toronto como casilla de salida para algunas de las películas que llegarán a la plataforma antes de que acabe el año.
Después de ver Culpable y El estornino, la conclusión está clara: el certamen canadiense ha sido la oveja negra en el reparto de estrenos mundiales de la compañía. Si la película protagonizada por Jake Gyllenhaal era un recordatorio -tan entretenido como intrascendente- de que las audiencias anglosajonas siguen teniendo prejuicios con los subtítulos, El estornino es un nuevo paso en falso de la relación entre Melissa McCarthy y Netflix.
La actriz estrenó el pasado abril Patrulla trueno, una comedia de acción con mejores intenciones (dos superheroínas con edades y físicos normativos deben salvar al mundo) que resultados (la acción era lamentable y el humor se quedaba muy lejos de las posibilidades de dos estrellas tan carismáticas y divertidas como McCarthy y Octavia Spencer). Su siguiente colaboración no es mucho mejor, con un tono a medio camino de lo ligero y el melodrama que nunca parece ser capaz de decidir qué clase de película quiere hacer Theodore Melfi.
Los que esperen con curiosidad el nuevo trabajo del director de Figuras ocultas (una propuesta que sí sabía moverse hábilmente entre varios tonos y géneros) quedarán decepcionados por culpa de la tendencia del guion de Matt Harris a la metáfora obvia y una premisa que parece, por estrambótica, basada en hechos reales. No lo está.
Después de la muerte de su único hijo, un matrimonio lidia con el trauma de forma diferente. Jack (Chris O’Dowd) vive temporalmente en un centro psiquiátrico, mientras Lilly permanece en el mundo real, lidiando con su propia culpabilidad y una lucha interna que la paraliza en su día a día. La aparición de un estornino que ha anidado en su patio y que comienza a acosarla y atacarla lleva a la mujer a buscar ayuda en Larry (Kevin Kline), un peculiar psicólogo convertido en veterinario con su propio pasado traumático. Juntos se darán cuenta de que la problemática relación con el pájaro no es más que una representación de la traumática pérdida que ha vivido Libby en el último año.
Por si no fueran evidentes las intenciones de El estornino, hay una escena de la película que verbaliza exactamente la conexión entre estos pájaros y la pérdida de la madre que interpreta McCarthy. El veterinario y psicólogo a tiempo parcial (un personaje que hace años hubiera interpretado -y llenado de la vida que el guion no sabe o quiere darle- el añorado Robin Williams) le explica a la mujer que los estorninos construyen y protegen su nido en grupo, subrayando que “no están hechos para vivir solos en el mundo”. McCarthy se pone entonces en la piel de la audiencia y destaca, irónicamente, lo poco sutil que está siendo un desconocido que, después de la tragedia, se ha convertido en su única vía de escape.
Tampoco se puede acusar realmente a la película de Netflix (un proyecto independiente que la plataforma adquirió después de su rodaje a cambio de 20 millones de dólares) de pretender ser sutil. A lo largo de los entretenidos y bienintencionados 100 minutos que dura la película hay un sinfín de escenas entre un pájaro (un diseño por ordenador que nos recuerda que, por mucho que haya avanzado la tecnología, sigue siendo muy difícil recrear animales de forma realista) y una mujer que deletrean aquellos sentimientos y frustraciones que Libby es incapaz de abordar.
La constante aparición de canciones pop - country de artistas como Brandi Carlile, Nate Ruess y The Lumineers evidencian aún más las ideas del guion de Matt Harris. Subtexto no es un concepto que aparezca en el diccionario de El estornino.
¿Podrás perdonarme algún día? y Nine Perfect Strangers ya habían demostrado que, lejos del arrollador carisma y su facilidad innata para explorar el humor más físico y vulgar, Melissa McCarthy es capaz de aportar una humanidad y complejidad a sus personajes que no dejaban intuir su carrera hasta entonces. Su nueva película devuelve a la actriz a un terreno más dramático. McCarthy hace lo que puede por bajar a la tierra a un personaje atrapado en situaciones y conversaciones increíbles y que no le da prácticamente nada con lo que jugar.
Más beneficiado sale Chris O’Dowd (uno de los informáticos de The I.T. Crowd) como su marido, un hombre paralizado por la tragedia que se siente culpable por lo que pasó y que, sin pretenderlo, acaba castigando a la única persona que puede entender por lo que está pasando. Suyas son las escenas más potentes de una película que no sabe qué hacer con una compleja temática que explora una tragedia que ya habíamos visto anteriormente en películas como Los secretos del corazón y la ganadora de la Palma de Oro La habitación del hijo.
Si lo que buscas es una historia sobre el duelo, las películas de John Cameron Mitchell y Nanni Moretti son la respuesta. El estornino no es más que un drama ligero e inofensivo sobre un tema que es cualquier cosa menos ligero e inofensivo.
'El estornino' se estrena en Netflix el 24 de septiembre después de su estreno mundial en el Festival de Toronto.
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