Aunque la primera toma de contacto de muchos con su obra fue la adaptación de La maldición de Hill House, Mike Flanagan lleva una década haciendo cine de terror. La última película que estrenó fue Doctor Sueño, secuela de El resplandor a la que Stephen King dio su aprobación después de verla, cosa que no hizo con Stanley Kubrick. Hoy, regresa a Netflix con Misa de medianoche, su tercer proyecto en la plataforma, sin duda alguna, el más personal, pero también el que va a generar menos consenso.
La historia se desarrolla en Crockett Island, una comunidad isleña aislada de 127 habitantes, sumida en la crisis después del derrame de petróleo de un barco que mermó su principal fuente de subsistencia. Allí regresa el hijo pródigo, Riley (Zack Giford), después de salir de la cárcel. También llega el Padre Paul (Hamish Linklater), para reemplazar al antiguo sacerdote, y con él una serie de acontecimientos inexplicables que, aparentemente, solo pueden ser fruto de un milagro. Nada más se puede contar de la trama, porque hay detalles y giros, de cuyo descubrimiento individual y en solitario frente a la pantalla, depende gran parte de la satisfacción que se puede obtener de la serie.
En un sitio aislado donde todos se conocen, y hay muy poco por hacer para escapar de la rutina y olvidar los problemas, la llegada de ese nuevo y carismático sacerdote es todo un acontecimiento. Y Hamish Linklater lo convierte en un espectáculo con su interpretación. Poco a poco, la iglesia se va llenando de feligreses que equiparan fe con esperanza, y la religión, con su sentimiento de comunidad, pasa a ocupar un lugar prioritario en las vidas de un grupo de personas que se sentían abandonadas.
Misa de medianoche tiene un inicio lento, porque dedica sus horas iniciales a presentar a sus personajes. Hay que esperar que transcurran algunos episodios para que lo sobrenatural deje de ser una sombra en el fondo y empiece a revelarse el gran plan. A partir de estas revelaciones, la serie incorporará la dosis de terror que buscan los seguidores de las anteriores producciones de Flanagan. Pero antes, durante y después, el espectador deberá escuchar largas disertaciones, en las que personajes con profundas crisis existenciales, hacen elaboradas reflexiones filosóficas y metafísicas sobre la vida y la muerte, esperando desentrañar los más grandes misterios del universo.
Los temas que explora la serie son transparentes. Es una exploración de la adicción y la búsqueda de redención, pero a partir de esta comunidad religiosa se habla de fundamentalismo y fanatismo, de los peligros de la fe ciega y cómo siempre habrá quien esté dispuesto a aprovecharse de ello. De cómo un conjunto de creencias, no necesariamente religiosas, puede moldear a grupos de personas explotando sus miedos para convertirlos en prejuicios y violencia contra otros. Terrores reales que podemos palpar en el día a día y ese miedo es muy efectivo.
Flanagan siempre han usado el género para explorar dramas personales, si eso es lo que más os gusta de su trabajo, estáis de enhorabuena, porque esta su obra culmen en ese sentido. El terror de Misa de medianoche es una curiosa combinación entre dialéctica y gore, que no siempre funciona, pero nunca nos expulsa del todo.
'Misa de medianoche' está disponible en Netflix'.
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