Con Herida, el drama deportivo que acaba de llegar a Netflix, Halle Berry se suma a la larga lista de estrellas de Hollywood que deciden abrirse camino en la dirección con la esperanza de seguir los pasos de Robert Redford, Mel Gibson y Clint Eastwood, eternos ejemplos de actores que triunfaron en sus aventuras detrás de las cámaras. Algunos, como Ben Affleck (Adiós, pequeña, adiós), John Krasinski (Un lugar tranquilo) y Olivia Wilde (Súper empollonas), encontraron el beneplácito de una crítica especializada que a menudo les dio la espalda en sus proyectos más comerciales como actores.
Otros, como Diane Keaton (Colgadas), Ryan Gosling (Lost River), Eddie Murphy (Noches de Harlem) o Brie Larson (Tienda de unicornios), abandonaron sus ambiciones creativas tras ser ignorados o vilipendiados. Solo el tiempo revelará qué pasa con la única mujer negra que ha ganado el Oscar a la mejor actriz protagonista en 95 años, aunque si tuviéramos que jugarnos dinero apostaríamos a que se une al último grupo.
Berry ya había intentado en 2010 tener un mayor control creativo de una carrera que siempre ha estado por debajo de su potencial como intérprete. Su primera película como productora, Frankie y Alice, fue uno de esos clásicos ejercicios de vanidad de las estrellas que buscan la validación de la industria y los premios a través de historias que rozan el delirio. El personaje protagonista era una estríper que descubre que sufre un trastorno de personalidad múltiple que le hace perder el control de sus actos en favor de un niño de siete años y una mujer blanca y racista. Solo los Globos de Oro mordieron el anzuelo. Frankie y Alice pasó desapercibida en su estreno.
Todo apunta a que su debut en la dirección correrá mejor suerte, al menos entre el gran público. Desde su llegada a la plataforma el pasado miércoles, Herida se ha colado en los primeros puestos del top de popularidad de Netflix en numerosos territorios gracias a una historia que recorre lugares ya transitados una y otra vez por el subgénero de cine deportivo. Es poco habitual que este tipo de relatos estén centrados en personajes femeninos, pero no hay rastro aquí del realismo, la autenticidad y emoción de predecesoras como Girlfight y Million Dollar Baby.
Berry interpreta a Jackie "Juice" es una luchadora de artes marciales mixtas (MMA) caída en desgracia después de una humillante derrota en lo único que se le daba bien: pelear en un cuadrilátero. La reaparición en su vida de un niño de 6 años que abandonó cuando solo era un bebé la lleva a intentar luchar contra sus propios demonios mientras se prepara, con la ayuda de su entrenadora con la que entabla una relación especial, para una importante pelea que puede devolver su carrera.
La entrega física y emocional de su protagonista y la cuidada coreografía de las escenas de lucha elevan por momentos un drama que intenta abarcar demasiados conflictos, personajes y recursos en su camino a la pantalla. El novio y mánager de Jackie, la madre a la que nunca le ha perdonado una infancia traumática, el niño al que abandonó, la entrenadora que le abre las puertas de su corazón… Herida está plagada de personajes secundarios con posibilidades narrativas, pero ninguno de ellos parece interesarle demasiado al errático guion de Michelle Rosenfarb y, finalmente, los traumas de la deportista quedan desdibujados y poco explotados a pesar de las más de dos horas de duración de la película.
Tampoco parece tener claro la directora debutante el tono que quiere imprimir a la historia: el realismo de las escenas domésticas y en el cuadrilátero se dan de bruces con el manipulador uso de una banda sonora de Terence Blanchard y un montaje abrupto y poco natural. Cuando parece que un efectivo combate final va a conseguir que el drama acabe dejando un sabor de boca (más positivo), una deriva a lo Rocky vuelve a recordarnos que todo esto lo hemos visto antes. Y en películas mucho mejores.
Netflix vio una copia no terminada de Herida en el Festival de Toronto de 2020 y dio dinero a su directora para que pudiera terminar la producción en sus propios términos. El resultado vuelve a recordarnos que Halle Berry es una notable actriz que merece mejores oportunidades y personajes para demostrar su talento. Sin embargo, también deja claro que puede que no sea la mejor idea que sea ella la encargada de contar sus historias y que, si quiere hacerlo, necesita un guion mejor. Incluso en un subgénero tan efectivo como el deportivo (no hay película de boxeo mala), Herida tiene pocos ganchos que ofrecer a su público.
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