En Golpe de suerte (uno de los estrenos más esperados de marzo en Netflix) nada es lo que esperas. Tanto los personajes como sus conflictos, el tono y los puntos de giro del guion consiguen tomar algunos desvíos del camino que esperamos recorran las películas de su género, y eso hace la experiencia entretenida y gratificante. Algo a lo que también contribuye el trabajo de su sólido trío protagonista, Lily Collins, Jason Segel y Jesse Plemons.
Este thriller rodado en una sola (y espectacular) localización durante la pandemia, nos propone una particular home invasion por su ritmo pausado. Un ejercicio que deriva por momentos en un estudio pasivo agresivo de una lucha de clases representada por Nadie, CEO y Esposa, tal como aparecen acreditados en la película. Nadie es el ladrón que estaba llenando sus bolsillos en una majestuosa casa de veraneo, cuando inesperadamente llegan a ella sus propietarios, el director de una multimillonaria empresa tecnológica y su joven esposa.
A partir de ese momento, los planes de los tres quedan arruinados y comienza un juego dialéctico del gato y el ratón. Juntos tendrán que negociar un trato que les permita continuar con sus vidas con el menor sobresalto posible. Ese proceso de negociación progresivo es uno de los aciertos de Golpe de suerte, película en la que Charlie McDowell vuelve a hacer aflorar una crisis de pareja que se mantenía subyacente, tal como exploró en The One I Love.
'Golpe de suerte' ('Windfall')
Su propuesta es intencionadamente hitchcockiana. La banda sonora original busca evocar una época anterior, la de un cine de arquetipos basada en los diálogos, con los que aquí los personajes van revelando que son mucho más de lo que habíamos percibido a primera vista. Otro de sus aciertos es el tono, con toques de humor sutil, satírico o retorcido. Como cuando el secuestrador pide la cantidad de dinero por la que está dispuesto a marcharse, y la pareja le dice en tono casi burlón que eso es muy poco, que debería pedir más, porque con 300000 dólares no podrá hacer nada.
Aunque en el material promocional disponible para prensa, McDowell delira un poco con la analogía en la que se compara a sí mismo con John Cassavetes, y dice que Lily Collins (su esposa) es su Gena Rowland, Golpe de suerte es una película resultona, protagonizada por un elenco (especialmente, Plemons) que parece haberlo pasado estupendamente en su retiro confinado. Lo mejor es su duración: 90 minutos exactos, algo cada vez menos habitual en la ficción actual, sobre todo en los productos de Netflix.
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