Stranger Things 4 no se ha inventado la estrategia de dividir las últimas temporadas de las series estrella de las plataformas y cadenas de televisión. Algunas aciertan de lleno al elegir cuándo y por qué se toma un descanso en la trama, como la traca final de Ozark en la que un giro marca un antes y un después en la dinámica de los personajes que resulta clave en la resolución de la historia. No es el caso, en principio, de la creación de los hermanos Duffer para Netflix (se han visionado seis de los siete episodios del primer volumen de la cuarta temporada).
Ni la cuarta entrega parece diseñada sobre el papel para emitirse en dos volúmenes, ni el espectador tiene la información suficiente para que todo lo que hemos visto en los seis episodios haga clic en su cabeza. La decisión responde antes a motivos estratégicos (competir en dos ediciones de los Emmy) y financieros (explotar durante más una de las series estrella de su catálogo) que narrativos.
Partir la temporada no es la única decisión debatible de una temporada que ha abrazado un hecho irrefutable: los niños ya han dejado de ser niños. Lo ha hecho a medias, eso sí. A pesar de que han pasado casi tres años desde la estupenda tercera temporada de Stranger Things, en la ficción solo han pasado seis meses desde la batalla en el centro comercial que trajo terror y destrucción a Hawkins y que acabó con los amigos separados por primera vez.
Los protagonistas del primer gran fenómeno global han dado el estirón, como la propia serie. Tras tres temporadas con un tono más juvenil y desenfadado que tomaba a Los Goonies como el principal referente de su festín de homenajes al cine de los años 80, los Duffer han aplicado a Stranger Things 4 una harrypotterización en sus tramas y lenguaje visual.
La fotografía, el tono y los conflictos se han oscurecido y los ecos de Pesadilla en Elm Street se sienten de forma directa (Robert Englund, el mismísimo Freddy Krueger, protagoniza un estupendo cameo) e indirecta (con cada aparición de Vecna, un estupendo, onírico y violento villano que se encuentra entre lo más destacado de los nuevos episodios).
El estirón de la serie es literal, además de metafórico. Los seis episodios que hemos visto hasta ahora promedian una duración superior a los 70 minutos, 20 más que en las entregas anteriores, y el tradicional ritmo de reloj suizo se resiente por momentos. También hay un aumento notable en el presupuesto (se ha publicado que cada episodio había costado 30 millones de dólares). Stranger Things 4 tiene una escala masiva que no tiene nada que envidiar a la gran mayoría de blockbusters que llegan a los cines. Su extraordinario acabado técnico y visual es, de hecho, más redondo que muchas superproducciones de 200 millones de dólares (La liga de la justicia, te miro a ti).
Hacer una versión XXL de la ejemplar fórmula de los Duffer (unos directores que siguen depurándose detrás de la cámara y que están destinados a provocar una guerra de pujas en Hollywood cuando acaben sus compromisos con la producción) también tiene sus consecuencias negativas. La cuarta entrega de la serie fantástica es, fácilmente, la más dispersa narrativamente de todas.
Los guionistas de esta ejemplar serie de aventuras (intentar limitar sus méritos catalogándola como un pastiche del cine de los 80 es la crítica más habitual, injusta y perezosa que la ha perseguido desde su estreno en 2016) habían hecho un arte de su destreza al combinar tramas y grupos de personajes antes de que la acción desembocara en un espectacular clímax. En esta ocasión, el interés de cada una de las líneas narrativas es más desigual de lo habitual.
Once, la icónica superheroina que ayudó a convertir la ficción en el inesperado gran éxito que ansiaba Netflix antes de convertirse en la Netflix que hoy conocemos, queda relegada a una trama a medio camino de la confusión y el aburrimiento que sufre más que ninguna otra las consecuencias de no haber visto el desenlace que justifique el desvarío de un personaje que ha vuelto a ser separada de sus amigos.
Ante la ausencia de Hopper (del que el embargo impide hablar hasta el estreno de la serie, a pesar de que los guionistas y las imágenes promocionales ya han dejado claro que está vivo y en algún lugar de Rusia), Murray y Joyce forman una atípica y excéntrica pareja que funciona mejor de lo esperado y que sirve también para mantener el compromiso de los showrunners de llevar la acción lejos de Hawkins en las últimas temporadas de la serie.
Las grandes revelaciones de los nuevos episodios son dos personajes que no habían brillado particularmente hasta ahora: Nancy, la aspirante a periodista que lleva meses sin ver a Jonathan y siente en sus carnes las clásicas dudas que surgen antes de ir a la universidad, y Max, aún traumatizada por la muerte de su hermano Billy. La adolescente interpretada por Sadie Sink (final girl en la reivindicable trilogía de Netflix La calle del terror) es la dueña de un estupendo capítulo en el que se convierte en el objetivo de Vecna.
La feminización del elenco de una ficción que estuvo a punto de caer en el síndrome de la pitufina (con solo un personaje femenino por línea narrativa) en su primera temporada sigue jugando a favor de la serie, al igual que continuar apostando por la carismática pareja de amigos de Robin y Steve, y la vis cómica de éste con Dustin. En los nuevos episodios el gran perjudicado entre el grupo de jóvenes es un Charlie Heaton que ve cómo su nuevo mejor amigo, el porrero Argyle, le roba las pocas escenas que tiene Jonathan en este primer volumen.
El mundo del revés sigue siendo un lugar mágico cuatro temporadas después. Puede que el regreso de Stranger Things se haya quedado por ahora en un irregular coitus interruptus hasta que veamos la traca final que han preparado los hermanos Duffer, pero vuelve a recordarnos por qué nos conquistó en primer lugar mientras deja claro que todavía quedan caminos más oscuros y dramáticos que recorrer antes de despedirnos de ella con su quinta temporada. Solo podemos esperar que para ese gran final no haya parón alguno… o que esta vez se decida en la sala de guionistas y no en un despacho.
El primer volumen de 'Stranger Things 4' llega a Netflix el 27 de mayo. Los dos episodios restantes no estárán disponibles hasta el estreno del segundo volumen el 1 de julio.
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