Nos dejamos caer en los brazos de Morfeo y visitamos el Reino de los Sueños en Sandman, la serie de Netflix que adapta los cómics del sello Vertigo de DC escritos por Neil Gaiman y que aterriza hoy en la plataforma como uno de los estrenos más esperados del verano.
Después de pasar por varias manos e intentos de llevar la tinta del papel a una pantalla -y más de treinta años después de la publicación del primer volumen de tebeos-, por fin podremos ver la esperada ficción en streaming. Y todo gracias a David S. Goyer (Fundación) y Allan Heinberg, que cuentan con respaldo del propio autor de la historia original para acercarse a una de las obras más fascinantes y emblemáticas que cambió radicalmente el mundo de los cómics.
Desde el primero de los diez episodios que abarca la primera temporada, la oscuridad que esperábamos inunda la pantalla y pronto dibuja en ella la silueta de Morfeo (Tom Sturridge) -conocido también como Sueño-, el gran protagonista de Sandman. Se trata de un ser tan antiguo como el origen de los tiempos que además es la versión personificada de los sueños.
Un día, Morfeo será capturado y encerrado durante muchos años, dejando a la humanidad a la deriva y enferma de un sueño o una vigilia que durará eternamente. Será despojado de sus tres amuletos fundamentales -el Yelmo de los Sueños, la Bolsa de Arena y la Gema del Sueño-, y cuando consiga escapar, tendrá que reparar los errores cósmicos y humanos que se han cometido durante su ausencia y recuperar su reino.
Pronto sabremos que es uno más de los Eternos, una familia disfuncional que también incluye a sus otros hermanos Muerte, Deseo, Delirio, Destino, Destrucción y Desesperación. Todos ellos interactúan con el universo y la experiencia humana -y la que no lo es tanto-, incorporando otras piezas en el tablero que hacen referencia a tradiciones culturales y religiosas de todo el mundo, como Lucifer, Corintio y Caín y Abel.
Y cada uno irá apareciendo en pantalla de forma intermitente y pertinente, para que los que ya conocían a los personajes les reconozcan, y también para que los que lleguen de nuevas no se sientan abrumados con un número exagerado de nombres que recordar. Además, no cabe la posibilidad de perderse si la historia cuenta con un anfitrión como Tom Sturridge, que cautiva al espectador con la característica mirada sombría e hipnótica del Rey del Sueño.
Conjurada como una de las grandes apuestas de la plataforma dentro del género fantástico, Sandman no pretendía ser una serie más y aunque la imaginación visual de Neil Gaiman haya complicado más de lo debido trasladar el mundo onírico de sus viñetas al lenguaje audiovisual, la ficción ha cumplido su objetivo de estar a la altura de las exigencias. Y lo ha conseguido porque ha respetado la obra original, algo que esperamos de cualquier adaptación y que en esta ocasión ejercía una presión y un miedo añadidos por la complejidad filosófica y visual del producto original.
El propio Neil Gaiman nos tranquilizó a todos con toda la razón del mundo cuando se anunció la puesta en marcha del proyecto y hemos podido comprobar que, al igual que las exitosas adaptaciones de American Gods y The Good Omens, Sandman conseguirá atrapar de nuevo a todos los que se enamoraron de los cómics allá por los años noventa.
Los cambios que se han adoptado para el medio audiovisual saben evocar al aspecto gótico y terrorífico tan propio de Gaiman y le aportan una estética propia, que sigue bebiendo de las mismas siluetas que aparecen dibujadas en las míticas páginas encuadernadas.
Además, la otra gran decisión que se ha tomado en Sandman ha sido la elección de los materiales que forman su estructura narrativa, los cuales se complementan con su estética y aspecto visual tan tenebroso y sombrío.
Sabiendo que es imposible contar un relato que abarca más de diez volúmenes, los creadores de la serie optaron por centrarse en Morfeo y el volumen Preludios y Nocturnos -y ciertas pinceladas de otros volúmenes-, siguiendo al protagonista en una epopeya fantástica y tenebrosa de sus aventuras.
Por esta razón, veremos algunos de los momentos más icónicos del personaje, como la parte en la que influye en la Revolución Francesa, la reflexión sobre lo que imaginan los gatos cuando duermen, o incluso su encuentro con Shakespeare, y también conoceremos a ciertos personajes que aparecen más adelante en la historia original.
Puede ser peligroso atreverse a adaptar una obra que forma parte de la historia de DC, de los cómics en general -especialmente por la nostalgia despierta en tantas personas- y está justificado el temor hacia la adaptación que se acaba de estrenar en Netflix, pero Gaiman nos ha demostrado que debemos fiarnos más de su palabra y que -como Stanley Kubrick dijo en su día- "si se ha podido escribir, también se puede filmar", por imposible que parezca.
Porque cuando se respeta la base de la historia y la esencia de los personajes como se logra hacer en Sandman, nos encontramos con un relato tan especial, fascinante y magnético en pantalla como el que se dibujó en su día y que con tanto cariño guardamos en nuestras estanterías.
'Sandman' ya está disponible en Netflix.
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