Salvo un primer aviso en el primer fin de semana, este año la lluvia no apareció en el Festival de San Sebastián hasta el último día. Lo hizo con fuerza y con razón: horas antes había llegado el huracán Ana de Armas, la estrella más mediática que ha pasado por la 70 edición por la ciudad donostiarra. La hispano-cubana llegó acompañada del director Andrew Dominik para presentar Blonde, una particular revisión del mito de Marilyn Monroe que no ha dejado indiferente a nadie y que llegará a Netflix el próximo 28 de septiembre.
Desde la première mundial en el Festival de Venecia la actriz se ha acostumbrado a escuchar todo tipo de cosas sobre una controvertida producción rodada hace tres años y que vio retrasado su estreno por la guerra interna entre el director de El asesinato de Jesse James por el cobarte Robert Ford y la plataforma de streaming por el montaje final de la adaptación de la aclamada novelización de la vida de Marilyn que escribió hace más de 20 años la finalista al Pulitzer Joyce Carol Oates.
“Es un poco contradictorio decir que el personaje principal que está en casi todas las escenas de la película es maravilloso, pero que la película no está bien”, confiesa la actriz a un grupo reducido de medios españoles, entre los que estaba SERIES & MÁS, en referencia a la tendencia de leer críticas sobre la película que la ponen a ellas por las nubes y que cuestión casi todo lo demás.
“He visto cómo han llegado a preguntar a Andrew que cómo podía haber abusado así de mí. Hemos hecho coloquios en Estados Unidos y la gente se ha dirigido a mí como Norma Jean”, dice entre risas. “Es muy interesante ver cómo aparece ese sentimiento de protección, de querer ayudarme y sacarme de las garras del monstruo que ha hecho esta película”. La actriz da la cara de nuevo por su actor y la película cuando habla de la supuesta sexualización del mito. Las escenas más o menos gráficas que muestra la película (un escabroso encuentro sexual con Kennedy o una violación) ya fueron uno de los motivos de tensión entre Dominik y el estudio.
“A pesar de estar metida en la escena y de haber dado todo en ese tipo de escenas, yo sabía lo que estaba haciendo en todo momento y estuve a cargo de mi nivel de comodidad y de todo”, insiste Ana. Blonde fue uno de los primeros grandes títulos de Hollywood contó con la figura de la coordinadora de intimidad, una posición que han fomentado las plataformas de streaming para proteger a sus actores y evitar caer en nuevos escándalos después del #MeToo.
“Es una figura bastante muy importante en el set ahora y es necesaria. A veces parece que la actriz es la persona más vulnerable y que lleva la parte más difícil, pero también es muy complicado para el resto de los actores y para el equipo técnico que está ahí”, admite antes de concretar la metodología de la coordinadora de intimidad. “Ella venía al set los días en que esas escenas ocurrían, pero el trabajo de construir esa confianza y de entender lo que estábamos haciendo y de hacerme sentir que yo estaba en control ese trabajo empezó con Andrew muchísimo antes”.
A pesar de la polarización entre los críticos (Blonde también defensores apasionados), Ana defiende la visión de su director. “Creo que hacer una película donde se continúa perpetuando esa idea de romanticismo y se habla de relaciones románticas o personales de una manera idílica y perfecta… Eso sí sería seguir explotando la imagen del icono y del ídolo. Creo que se está minimizando y haciendo mucho más invisible a la persona que estaba interpretando ese personaje”.
La hispano-cubana admite que entiende parte del sufrimiento de la protagonista de Vidas rebeldes y Con faldas y a lo loco. “Aunque las experiencias no sean exactamente iguales, el sentimiento sí está ahí. Pienso que Marilyn fue una mujer que quería ser valorada como actriz, como intelectual y quería tener mejores oportunidades. Se le dieron todos estos personajes y se encasilló en este infantilismo sexualizado. Lo entiendo perfectamente porque he estado en esa situación de una manera u otra”.
La actriz espera que su interpretación en Blonde le traiga nuevas oportunidades en una industria que solo parece tener en cuenta los últimos trabajos de los actores. “Después de James Bond lo que me han mandado han sido películas más o menos en la misma línea. Me lo he pasado muy bien y estoy feliz de hacer este tipo de cine”, explica una actriz que ha rodado desde entonces El agente invisible y prepara ya Ballerina, un spin-off de la saga John Wick. “Haces algo que tiene éxito y te siguen ofreciendo lo mismo. Mi esperanza es que con Blonde pase eso y que abra la puerta a otro tipo de personajes, otros directores, otro tipo de historias”.
Durante su visita a San Sebastián la actriz ha negado que a lo largo de los años haya sentido que no se la tomaba en serio como actriz, ni en España ni en Estados Unidos. “Aunque a veces es frustrante y sientes que estás encasillada y que no avanzas, cuando pasa, te sientes mucho más orgullosa”, dice en referencia a la llegada de esa oportunidad que ha ayudado a cambiar para siempre la imagen de una actriz que durante años fue reducida a la condición de símbolo sexual por culpa de películas como Mentiras y gordas.
[En el Hollywood clásico] estabas a la merced de lo que el estudio decidía que quería hacer contigo. Ahora depende más de las redes sociales y los medios
Un vistazo rápido a Internet sirve para darse cuenta de que la actriz de 34 años tiene una legión de fans dispuestos a partirse la cara por ella, pero también ha descubierto en sus propias carnes el otro lado de la fama. La obsesión de los paparazis por su relación con Ben Affleck (al que conoció en el rodaje del thriller erótico Aguas profundas) y las críticas por su acento como Marilyn Monroe son dos de las manchas que se ha encontrado en su fulgurante ascenso a las primeras ligas en Hollywood.
Las críticas por su trabajo vocal en Blonde parecen ser especialmente dolorosas para una actriz que se ha pasado años trabajando a descanso para conseguir un inglés extraordinario que le permite acceder a papeles que históricamente no han estado al alcance de actrices hispanohablantes como Penélope Cruz y Salma Hayek. “Esa polémica refleja muchas cosas. ¿Por dónde empezar?”, lamenta la actriz de Sin miedo a morir antes de explicar lo decepcionante que fue que todas las críticas vinieran de gente que no había visto la película aún y que, seguramente, tampoco habría visto películas de Marilyn Monroe.
“Evidentemente, la familiaridad que tenemos con su voz es por como sonaba en pantalla. La voz de Marilyn en su vida real no era así. Yo no soy especialista en ella, ni me considero la persona que más sabe, pero estudié mucho por respeto al trabajo que estábamos haciendo”. Ana de Armas se muestra dolida por las críticas no solo a su trabajo, sino al de Andrew Dominik y el coach vocal que preparó el personaje con ella. Tras profundizar en la evolución vocal de la actriz en su vida profesional y personal, zanja la cuestión. “Estos comentarios vienen de gente que busca la polémica”.
Los intensos meses de preparación para convertirse en la intérprete de Los caballeros las prefieren rubias (una de las películas en las que la cubana aparece en Blonde gracias a la obra y gracia de los efectos visuales) no incluían el famoso método de interpretación que tan en boga estaba cuando Marilyn era una estrella en Hollywood. “A ver cómo digo esto sin que suene raro, pero para mí la interpretación es algo muy espontáneo y no tengo que hacer un sobreesfuerzo para llegar”. Para Ana, la clave del trabajo está en la preproducción y en los ensayos. “Cuando estás en el set, para mí no es trabajo, es hacerlo y ya”.
Cuando representas una comunidad, hablar en nombre de una comunidad es importante, pero también lo es la individualidad y lo que cada proyecto significa para ti como artista
Ana no es de esos intérpretes que se llevan al personaje a casa. “Ya tuve suficiente con las horas que tenía en el set como para seguir con esto”, dice risueña antes de reconocer que no le gusta cuando le piden, por ejemplo, que ponga la voz de Marilyn fuera del set. “A veces me piden: “a ver, habla como Marilyn”, y no funciona así. No puedes compartimentar estas cosas y separar la voz de su fisicalidad, de sus expresiones, de sus emociones. Yo no quería hacer una imitación y un cliché de lo que era Marilyn. La película no se trata de eso, se trata de Norma. Para mí era mucho más importante estar con los pies en la tierra y encontrar la verdad y la naturalidad en ese personaje”.
A sus 34 años, tiene sentimientos encontrados al hablar de su experiencia como mujer latina en Hollywood. “La inclusión, las oportunidades y el dar espacio a las minorías es muy importante y estoy a favor de eso”, celebra. “Me considero el ejemplo de la lucha por conseguir que la representación sea mucho más abierta y esté menos encasillada en los personajes que los latinos pueden interpretar”. El problema, según una actriz que ha tenido que soportar críticas por atreverse a interpretar a un icono estadounidense como Marilyn, aparece cuando se entierra la individualidad de las personas.
“Creo que se olvidan los retos personales y los sueños del actor que está interpretando ese personaje. Cuando representas una comunidad, hablar en nombre de una comunidad es importante, pero también lo es la individualidad y lo que cada proyecto significa para ti como artista”. De Armas insiste en que nadie podría haberla impedido aceptar la oferta de Dominik. “No me iba a parar nadie ante una oportunidad que era un reto personal, un sueño y un crecimiento que me lo debo a mí”.
La vida ha cambiado radicalmente para la habanera desde que hace ocho años decidió hacer las maletas y cambiar España por Hollywood con la esperanza de iniciar una nueva etapa en su carrera. Su primer papel, Toc toc (una película de género en la que compartía plano con Keanu Reeves), fue el que inspiró a Andrew Dominik a pensar que ella podría ser la Marilyn Monroe que buscaba tras el abandono del proyecto por parte de Jessica Chastain (el retraso indefinido del proyecto hizo que la actriz fuera demasiado mayor para interpretar a Monroe). A partir de entonces llegaron Blade Runner 2049, Puñales por la espalda y la última película de Daniel Craig como el agente 007. Ana solo necesitó 10 minutos en pantalla para adueñarse de la función con un personaje que supuso otro antes y un después para su estatus en la industria.
“La verdad es que yo no sabía mucho que esperar. No tenía ninguna imagen o expectativas de lo que es Hollywood”, admite la actriz. “Creo que tardé mucho tiempo en darme cuenta de que es más difícil de navegar de lo que cuentan o de lo que parece”. De Armas agradece las oportunidades y la posibilidad de trabajar con el mejor talento de la industria del entretenimiento, pero admite que “todo lo demás es difícil”. Como retrata la propia Blonde, “todos tenemos esta persona privada y persona pública”.
Según Ana, “cuando estás en esta posición, se agranda todo mucho más y se toman como ciertas atribuciones cosas que no deberían ser así”, lamenta. “Desafortunadamente está completamente fuera de tu control y es muy difícil. Es tan difícil conseguir buenos personajes como mantener tu vida privada o tu integridad protegida”.
Los retos para una aspirante a actriz en Hollywood han cambiado desde los tiempos de Marilyn. “En aquella época estabas bajo contrato por diez años, controlaban tu vida, te usaban si querían, y si no querían, no. Estabas a la merced de lo que el estudio decidía que quería hacer contigo. Ahora depende más de las redes sociales y los medios. No es lo mismo, pero te pueden poner por las nubes o te destruyen en dos minutos. Es una locura".
Haces algo que tiene éxito y te siguen ofreciendo lo mismo. Mi esperanza es que con 'Blonde' pase eso y que abra la puerta a otro tipo de personajes, otros directores, otro tipo de historias
Descubierta por Manuel Gutiérrez Aragón en Una rosa de Francia cuando su nombre artístico todavía era Ana Celia de Armas, la intérprete insiste en que hace años que no recibe ofertas del cine español, aunque a ella “le encantaría” volver a un país del que tiene pasaporte y donde alcanzó la fama gracias a la serie El internado. “No sé cuál es la idea que tienen de mí, pero no me han llamado” dice a los periodistas que preguntan curiosos por un hipotético regreso a una industria en la que no trabaja desde el estreno de la comedia romántica Por un puñado de besos en 2014.
Ha llegado la hora de que algún productor o director español levante el teléfono. Mientras llega ese momento, Ana de Armas seguirá con su tour de dominación mundial. Los huracanes son así: salvajes, imprevisibles e imparables.