San Valentín ha llegado a Netflix y como si se tratase de un rayo que atraviesa el pecho, invita a los espectadores -y a los suscriptores que han decidido quedarse- a disfrutar de un plan tan irresistible como Todas las veces que nos enamoramos, la nueva serie de Carlos Montero (Élite).
Alejándose del tono y la superficialidad que abundaba en Las Encinas, el creador baja a la tierra y rinde homenaje al cine con esta nueva ficción. Una comedia romántica muy consciente de sí misma que es capaz de identificar sus clichés para cuestionarlos de una forma muy divertida y entrañable.
Se sitúa en el año 2003, cuando Irene llega a Madrid dispuesta a comerse el mundo y convertirse en directora de cine. Allí conocerá a sus mejores amigos y también a Julio, que sería el protagonista perfecto para sus películas y también para su vida. Pero la vida siempre tiene otros planes para ella.
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Un lugar desde el que empezar a encontrarse
Aunque por la época en la que transcurre quede un poco lejana, Todas las veces que nos enamoramos ha conectado por casualidad con la persona que escribe estas líneas. Y lo ha hecho a través de la protagonista, una joven que lo deja todo y emprende un viaje vital en Madrid.
Allí conocerá a las que serán algunas de las personas más importantes de su vida: sus amigos, que como en cualquier rodaje forman un equipo imprescindible para que cualquier director saque adelante su película.
Irene tiene clarísimo que quiere convertirse en cineasta y tendrá la suerte de compartir su camino con compañeros como Da y Jimena, a los que no podrían haber interpretado mejor Carlos González y Blanca Martínez.
Y también aparece en su vida Julio (Franco Masini), un joven del que se enamora desde el primer momento y alguien con el que estará conectada y crecerá en todos los aspectos, incluso en los momentos en los que la vida les obligue a poner distancia de por medio.
El gusto por los pequeños detalles
Es cierto que habría sido necesario darle una mayor relevancia al trauma central en la historia -ya que es el punto en el que confluyen todas las vidas de los personajes principales-, pero aun así Todas las veces que nos enamoramos sigue siendo capaz de mantener el brillo y la frescura en todos sus capítulos.
Adoptando la dulzura propia de historias tan tiernas como esta y sin dejar de lado el picante cuando toca, la serie se aleja por completo de otros títulos del mismo creador y está repleta de detalles con los que cualquier amante del cine se podrá identificar -especialmente si estudió algo similar a Comunicación Audiovisual en una universidad española-.
Con los pequeños guiños que se introducen en pantalla, los espectadores querrán conocer más de los personajes, quedarse con ellos a ver Tesis por enésima vez, rodar un cortometraje chapucero o ponerle una 'a' con cinta aislante a la palabra 'director' de los auriculares. Porque a través de la mirada que utiliza Carlos Montero en esta serie, cualquier plan parece irresistible.
El amor al cine todo lo puede
Utilizando el mundo del cine como telón de fondo, Todas las veces que nos enamoramos aprovecha para introducir otros temas interesantes y desarrollar a sus protagonistas, que en realidad son dos peones que viven dentro de una comedia romántica que se repite en bucle.
Mientras Julio es una persona a la que el éxito le llega sin pretenderlo, Irene se pasa la vida intentando alcanzarlo sin lograrlo y parece que el destino ha intercambiado las vidas que merecen. Sin embargo, este desatino les unirá inexplicablemente y acabarán encontrándose una y otra vez gracias al cine, un refugio al que, como todos, acuden cuando no saben muy bien dónde ir.
Como un rayo que atraviesa el pecho
Al igual que otras de las series de Carlos Montero, Todas las veces que nos enamoramos también lleva la diversidad por bandera, pero incorporando la chispa de realismo que se le puede -y debe- pedir a la ficción hoy en día y reflejando el mundo de una manera mucho más fidedigna, incluyendo el lado no tan amable de la industria cinematográfica.
Con sus más y sus menos, es una comedia romántica segura de sí misma y capaz de deconstruirse, siendo consciente de los tópicos más típicos del género y aprendiendo a cuestionarlos aunque a veces sepa que es inevitable caer en ellos.
Y también es una historia llena de luz, con su punto nostálgico sobre el amor y la amistad que se forja en los años universitarios. Una época que todos recordarán por ser el momento en el que más necesitaron encontrar un lugar en el mundo.
'Todas las veces que nos enamoramos' está disponible en Netflix.