En los últimos años, han sido varias las producciones que han hablado de la crisis de los opioides en Estados Unidos. Dopesick fue una de las más destacadas cuando se estrenó hace dos años y Medicina letal se convirtió en una de las series más vistas en la semana de su lanzamiento. Ahora le llega el turno a El negocio del dolor, una película dirigida por David Yates (Harry Potter y la orden del Fénix) que acaba de estrenar en Netflix.
El largometraje presenta a Liza Drake (Emily Blunt), una madre soltera que se acaba de quedar en paro y está con el agua al cuello. O eso cree hasta que conoce a Pete Brenner (Chris Evans), representante comercial de una farmacéutica, y empieza una buena racha económica.
Pero también emprende un camino éticamente cuestionable y acaba implicada en una peligrosa trama criminal. Ante un jefe (Andy García) cada vez más desquiciado, los problemas de salud de su hija (Chloe Coleman) y la certeza del daño que está haciendo su empresa, Liza empieza a buscar alternativas.
Puede que la historia ya se haya contado en otras ocasiones, pero el drama dirigido por David Yates a partir de un guion escrito por Wells Tower incorpora un prisma diferente, que está protagonizado por Emily Blunt, Chris Evans, Andy García, Chloe Coleman, Catherine O'Hara, Jay Duplass y Brian d. 'Arcy James. Yates produce la película junto a Lawrence Grey, Blunt, Mark Moran, Yvonne Walcott-Yates, Lewis Taylor y Ben Everard como productores ejecutivos.
Más allá de la sinopsis
El negocio del dolor transcurre en el despiadado e inmoral mundo de la industria farmacéutica, y sigue de cerca a Liza Drake, una estudiante que abandonó la escuela secundaria y que, después de soñar con tener una vida mejor para ella y su hija, acaba consiguiendo un trabajo en una empresa farmacéutica en Florida Central.
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Las habilidades y la personalidad de Liza la catapultan al éxito y la empresa goza de un nuevo reconocimiento, más poder y seguridad financiera. Pero no es oro todo lo que reluce y pronto Liza acaba envuelta en una conspiración criminal que podría costarle el trabajo y la vida a otras personas.
La historia está basada en hechos reales y en el libro de no ficción del mismo nombre de Evan Hughes que se publicó en 2018. Concretamente, se centra en la empresa farmacéutica Insys, que disfrutó de un período de éxito financiero a raíz de la epidemia de opioides por su programa, que pagaba a los médicos para que recetaran Subsys, un analgésico a fuerza de fentanilo.
Habiendo encontrado la fórmula del éxito y para aumentar sus beneficios, Insys contrató a vendedores con poca experiencia, generalmente mujeres de entre 20 y 30 años, para que siguieran a estos médicos, que necesitaban el dinero. Finalmente, la empresa se declaró en quiebra en 2019.
El proceso creativo
Sobre el camino que siguió la película en su proceso de producción, el productor Lawrence Gray reconoció que desde el principio estuvo interesado en hacer una película sobre la crisis de los opioides. "Se estaba convirtiendo rápidamente en uno de los temas más importantes de nuestra cultura", dijo.
Por otro lado, el guionista Wells Tower recordó cómo fue para él recibir el artículo del New York Times del periodista Evan Hughes en el que se basa la película. "Esta increíble historia me sorprendió. Me pareció alucinante que estas personas, que en su mayoría no tienen formación médica, tengan tanta influencia sobre los medicamentos que nos recetan", comenzó a explicar.
"Y tienen esta influencia porque sobornan a los médicos para que receten medicamentos, en este caso con fentanilo, incluso a pacientes que no los necesitan. Sabía que teníamos una historia entre manos que podría ofrecer información realmente impactante sobre cómo funciona la medicina estadounidense".
"Pero esta también es una industria en la que personas que a menudo se encuentran en la base de la economía pueden entrar y ganar cientos de miles, si no millones, de dólares. Sabíamos que aquí también había una increíble historia del sueño americano que contar", añadió.
Y Yates también supo que tenía que contar esta historia, cambiando completamente de tercio tras dirigir algunas de las mejores películas de la saga Harry Potter. "Me intrigaba el mundo farmacéutico, los representantes y los equipos de ventas que se esforzaban día a día por ganarse la vida en un negocio enormemente competitivo que consistía en lidiar con el dolor de las personas", expresó el director británico.
"Nuestro propio sistema de atención sanitaria en el Reino Unido no está tan definido por el afán de lucro como el estadounidense, y ese aspecto de la historia también me fascinó. Y, sobre todo, me encantaron los personajes que Wells había creado".