Una de las series más comentadas la pasada primavera fue Siempre el mismo día, una ficción británica que desde que se estrenó en Netflix ha conquistado el corazón de cualquiera que se animase a verla sin apenas haber oído hablar de ella. Y una de las pocas series capaces de hacer que encajen tan bien la euforia y los fuegos artificiales del primer amor con el dolor y el desgarro de una pérdida.
Creada por Molly Manners -a la que algunos recordarán por la fantástica serie In my skin- y basada en el libro homónimo de David Nicholls, sigue a Emma (Ambika Mod) y Dexter (Leo Woodall) a lo largo de dos décadas de sus vidas, que estarán llenas de alegrías y tristezas, pequeñas y grandes victorias y alguna que otra pérdida trascendental.
Concretamente, narra el encuentro entre ambos la noche siguiente a su graduación. Desconcertados e inseguros, no saben cómo gestionar la fuerte conexión que comparten, así que se dejan llevar por las bromas y prometen no perder el contacto.
Se trata de una ficción tierna y profundamente emocionante que tiene 14 capítulos -de una duración variada de 28 minutos de media-. En ellos viajamos hasta ese 15 de julio de año en año y vemos cómo cambia el vínculo entre Emma y Dexter a medida que va pasando el tiempo. En este sentido, la miniserie comparte con el libro ciertos aspectos y cuida la literalidad de trazar la historia capítulo a capítulo como en las páginas escritas por Nicholls.
Poco a poco, los protagonistas van creciendo y evolucionan como personas tanto juntos como por separado, y nos implicamos con lo que vemos en pantalla hasta el final, que nos prepara para un giro tan sorprendente y repentino como desgarrador. No obstante, este desenlace se percibe como una parte más de todo un viaje en el que merece la pena embarcarse.
Una nueva adaptación
La serie de Netflix fue todo un éxito y llega catorce años después de la película dirigida por Lone Scherfig que adapta la misma novela y que protagonizaron Anne Hathaway y Jim Sturgess.
Sin embargo, aunque el punto de partida sea el mismo, el autor de la novela en la que se basan ambas producciones reconoció que la serie de Netflix es muy diferente de la anterior película. De hecho, Nicholls ha llegado a admitir que el formato de miniserie se adapta mejor a una narración más convincente y matizada con respecto al material original.
"En la película, los capítulos, los días, se convierten en los ritmos de una historia que forman parte de un arco más amplio y que son eslabones de la cadena", explicaba a Esquire. "En una serie, cada capítulo, cada día es una historia en sí misma, con un principio, un desarrollo y un final. [A menudo, tiene] su propio estilo y tono; una pieza en solitario, una comedia romántica, un drama más oscuro... Y esto supone una tremenda libertad para los guionistas".
Además de hablar del formato, el escritor comentaba también la premisa de la que parte la historia, en la que los personajes principales moldean el vínculo que les une teniendo en cuenta los cambios que viven tanto juntos como por separado.
"La premisa de la novela era que debía ser como mirar un álbum de fotografías de la misma manera que una fotografía captura un momento en el tiempo, son como pequeñas viñetas de cómo eras en ese momento", expresaba el escritor en una entrevista.